Vanesa Martínez Valderrey Directora del Máster en Neurociencia
Jue, 31/03/2016 - 18:26

El trastorno del espectro autista (TEA)

Desde la concepción de la actual escuela inclusiva, y como profesionales de la educación, hemos de conocer los diferentes trastornos por los que pueden estar afectados nuestros alumnos. En esta ocasión vamos a centrarnos en el trastorno del espectro autista (TEA), siguiendo los criterios diagnósticos contemplados en el DSM-5. Según este manual, podemos hablar de TEA cuando se observan las siguientes conductas:

  • Alteraciones persistentes en la comunicación y en la relación social en diferentes contextos (ausencia de reciprocidad socioemocional, ausencia en la comunicación no verbal, ausencia en el desarrollo y mantenimiento de relaciones sociales…).
  • Comportamientos restrictivos y estereotipados (inflexibilidad en el cambio de rutinas, hiper o hiporreactividad hacia estímulos sensoriales…).

La intervención educativa con niños que presenten TEA debe estar dirigida hacia el desarrollo de las competencias en las que estos alumnos muestran mayores dificultades, es decir, en el terreno cognitivo, socioemocional, comunicativo, motriz y relacional, partiendo y adaptándose a los diferentes ritmos de aprendizaje de los mismos. En suma a todo ello, hemos de incidir en la importancia que adquiere la intervención basada en el aprendizaje funcional, sustentada en la experimentación y contacto con sus semejantes, que facilite la ruptura del hermetismo característico de estos niños. En este sentido, a continuación presentamos un breve listado en el que se recogen algunas de las estrategias educativas que se han reconocido como más eficaces orientadas al trabajo con alumnos diagnosticados como TEA:

  • Clara estructuración ambiental y temporal. Ordenada distribución de los espacios, de los materiales y de las tareas que permita que el niño se concentre en el aprendizaje concreto de ese momento. Deben identificarse claramente los distintos espacios (a través de dibujos por ejemplo), dónde se come, dónde se juega, dónde se enseña… facilitando de esta manera la anticipación y evitando los elementos que generan distracción. En resumen, establecer rutinas y situaciones muy estructuradas.
  • Empleo de diferentes acompañamientos visuales: los materiales visuales son de gran ayuda para los niños con TEA; por ello, una estrategia educativa que favorece la comprensión y la comunicación son los pictogramas. Acompañar el enunciado de la tarea que vamos a llevar a cabo de una representación visual favorecerá el aprendizaje de los alumnos.
  • Uso de agendas visuales: resulta francamente eficaz el empleo de agendas visuales mediante las cuales se pueda anunciar al niño la secuencia de actividades que se van a desarrollar en el día. Al tiempo que se señala la imagen, se realiza la descripción de la actividad que se va a llevar a cabo. Cuando se finaliza, se indica que esa actividad ya se ha acabado y se retira de la agenda, de esta manera va siendo claro para el niño qué actividades se han realizado y cuáles están pendientes.
  • Priorizar el trabajo de las habilidades y relaciones sociales por encima de las actividades de carácter meramente académico. Se pueden organizar actividades que favorezcan situaciones en las que sea necesaria la relación y cooperación con el grupo de pares dentro del aula (por ejemplo, decorar el aula para la primavera).
  • Empleo del encadenamiento hacia atrás como estrategia de aprendizaje. Esta técnica consiste en realizar una tarea con el niño en la que se le ofrece toda la ayuda y en la que se establecen pasos sencillos para su realización; en los últimos pasos, y de manera progresiva, se le va retirando la ayuda. De esta manera, conseguiremos favorecer las conductas de anticipación, realizando cada vez con más frecuencia este tipo de tareas.
  • Dar instrucciones de manera clara y concisa. Inicialmente enseñaremos al niño a reconocer instrucciones sencillas (por ejemplo, «siéntate»). El adulto debe dar la instrucción frente a la cara del niño, con una frase corta. Se espera un momento y si el niño no inicia la acción, se le guía para que lleve a cabo dicha actividad.
  • Elogiar y reconocer los esfuerzos del niño. Es necesario elogiar al niño cuando ha realizado lo que se le ha pedido, de esta manera empezará a reconocer cómo comportarse de manera apropiada.

Para finalizar os proponemos el visionado del documental «El laberinto del autismo», donde podréis profundizar en el trastorno del espectro autista desde la visión panorámica de aquellos que lo padecen, de sus familias y de los especialistas que trabajan diariamente con estos alumnos.

Entrada publicada el 31/03/2016

Editor: Universidad Isabel I

Burgos, España

ISSN: 2659-5222

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