Marta Martínez Vicente Profesora del Máster en Neurociencia y Educación
Mar, 11/10/2022 - 12:30

Profesor enseñando a alumnos

Profesor enseñando a alumnos

Serie: Neurociencia Educativa (XXXVII)

En la actualidad se usa el término coaching en diversos ámbitos como si se tratara de algo innovador o novedoso. Durante los últimos años han proliferado las actuaciones que tienen como facilitador al coach, siendo esta la persona que ayuda a otra, por ejemplo, a redirigir su vida, a focalizar y ejecutar las acciones según un determinado objetivo. Pero que haya cobrado en la actualidad esa preponderancia, no significa que sea algo nuevo o que no se haya utilizado con anterioridad. Se señala a Sócrates como el primer coach que ayudaba a sus alumnos a través de la formulación de preguntas para que estos elaboraran sus respuestas, utilizando por lo tanto el método de la mayéutica, que consiste en que la persona tiene que pensar y examinarse introspectivamente para contestar, comprometiéndose de alguna manera con sus respuestas. En este proceso es dónde se desarrolla la conciencia y la responsabilidad. Desde un enfoque ecológico se define como un proceso de cambio, una acción en la que el coach ayuda a otra persona a que sea consciente de su realidad y a ponerse unas metas para avanzar en la vida. De esta manera, la acción repercute en ella y en su entorno (por ejemplo, en la familia o la escuela). Pero debe tenerse en cuenta que este cambio no puede ser posible si la persona no reconoce que tiene un problema y lo hace suyo, es decir, tiene que ser consciente de su problema, sentir el deseo de cambiar y responsabilizarse de su situación. Por otro lado, desde un enfoque ontológico se propone, que el cambio es transformacional y se enfatiza la importancia del lenguaje como en cualquier relación, porque el coach, efectivamente es un especialista en el lenguaje verbal y corporal, al mismo tiempo que un buen lector del lenguaje del otro (Echeverría, 2011).  

Por todo ello, es lógico aceptar el rol del docente como coach en el entorno educativo. Como especialista asesor y facilitador, se convierte en apoyo y agente proactivo a través de sus habilidades de interacción y comunicación en la intervención de todos sus alumnos y alumnas, siendo sus expectativas flexibles en respuesta de todas las necesidades educativas. En la escuela inclusiva, y para conseguir los objetivos en la atención a la diversidad, el modelo más efectivo es el del coach.

Sin duda alguna el coaching educativo o emocional se pone en marcha en las intervenciones de cualquier docente, orientador o especialista en pedagogía terapéutica con el alumnado que presenta necesidades específicas de apoyo educativo o dificultades de aprendizaje, tanto en lo que se refiere al aprendizaje de diversas habilidades, la potenciación de las que ya disponen y el desarrollo de sus competencias emocionales. El coach ofrece la ayuda para contrarrestar las consecuencias de los actos de determinados alumnos, a los que tiene que ayudar a despertar su conciencia para que reconozcan el problema que tienen y que aprendan a manejarlo convenientemente. Este profesional trabaja desde un punto de vista positivo, pues más allá de centrarse en la búsqueda de las causas del problema, intenta desarrollar estrategias para afrontarlo (Duda, 2011). Por lo tanto, se encarga de buscar y visibilizar las fortalezas de cada alumno, para hacerle consciente, y que, en función de estas, establezca sus metas. Fortalezas o rasgos positivos entre los que se destacan la generosidad, la creatividad, el buen humor, el optimismo, la flexibilidad y la empatía. Y para trabajar en esta línea una de las herramientas que se utilizan en el coaching, que se define como la comunicación efectiva que permite escuchar activamente y preguntar adecuadamente desde el respeto y la calidez, y nunca con la intención de juzgar al otro (Loredo et al, 2019).

Educativamente, se reconoce el papel del docente como coach, dado que pretende el desarrollo en el alumnado de todos los ámbitos vitales, de todo su potencial humano (Mirón y Mundina, 2014). Por ello, como profesional directamente implicado debe adquirir y poner en práctica diferentes estrategias y técnicas de desarrollo personal, de habilidades de comunicación, de resolución de conflictos y ser, además, experto en el desarrollo de las competencias emocionales.

En el ámbito de la escuela inclusiva, esta línea de intervención se centra en buscar nuevas metodologías, estrategias, técnicas y recursos que permitan adaptar la enseñanza a las necesidades y características de todo el alumnado, proponiéndose el reto de la adquisición de niveles competenciales altos. Para intervenir en el aula, es necesaria una adecuada formación docente en la capacidad de comunicación, de diálogo y de introspección para ser capaz de dar respuesta a múltiples preguntas (Moya, 2019). Y todo este cambio como docentes, implica conjuntamente la vocación, la convicción, la responsabilidad y el fomento de la conciencia (Bon, 2009).     

El coaching educativo es la pieza clave para provocar cambios en todo el alumnado enfocados en la mejora del autoconocimiento, el aumento del rendimiento y de la autoestima, y la potenciación de la comunicación consigo mismo y con los demás (Terrón, 2011). Para atender a la diversidad desde el enfoque de la escuela inclusiva, el docente como coach debe:

  • Promover un cambio de actitudes en su alumnado.
  • Dirigir sus actuaciones para conseguir unos objetivos propuestos inicialmente.
  • Partir de las limitaciones o debilidades de cada uno como recursos o herramientas para conseguir los éxitos.
  • Desarrollar un autoconcepto positivo, aumentando la autoconfianza y la autoestima.
  • Promover la seguridad en uno mismo.
  • Promover la autoconciencia de las propias habilidades personales y capacidades.
  • Identificar todas las creencias que limitan al alumnado y así proponer intervenciones para desarrollar las competencias sociales, personales, emocionales y académicas.

Como conclusión y desde un cambio de perspectiva, el docente se convierte en observador, facilitador y motivador, en un proceso en el que debe implicarse el alumno como el principal protagonista en el proceso de aprendizaje.

 

Editor: Universidad Isabel I.

ISSN 2697-0481

Burgos, España.

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