Nuria Sánchez Hernández Profesora de CAFD
Mar, 05/09/2023 - 11:29

Foto de alumnos practicando educación física

Alumnos en la clase de Educación Física.

Serie: 'In Corpore Sano' (XXXVIII)

El caso de la Educación Física (EF), que nos ocupa, es peculiar. Esta asignatura se caracteriza por su juventud académica, su posición de marginalidad escolar, su carácter instrumental al servicio de la salud y su marcada orientación al discurso de rendimiento. No es de extrañar que en su desarrollo práctico se den muchos conflictos que hacen que las aulas y los patios, en ocasiones, se asemejen más a un campo de batalla que a un contexto educativo. Así, encontramos también testimonios preocupantes del alumnado perjudicado sobre las dificultades de revertir esta situación. Ocurre que, por si fuera poco, muchos de estos conflictos se ven agravados por la peculiaridad de esta asignatura. Los cuerpos en movimiento propios de la EF son el leit motiv de esta asignatura, y lleva aparejada la generación de comparaciones y del tan problemático contacto corporal. El poder y la hegemonía se materializan en la definición de los cuerpos. Como es lógico, este hecho está en la raíz de muchos conflictos, burlas e injusticias de diversa índole.

En EF los cuerpos en movimiento se desenvuelven más o menos hábilmente en la sucesión de tareas que forman las sesiones en los patios y gimnasios. Cuando se adopta una orientación que prioriza las habilidades motrices y deportivas, se jerarquizan los cuerpos según su nivel de habilidad, dando pie al conocido elitismo motriz. Esta es la orientación hegemónica actual, basada en la idea de rendimiento. Esto ha propiciado una situación de exclusión recurrente de la mayoría de las alumnas, y también de algunos alumnos, que no encajan en este modelo ni muestran afinidad por dichas habilidades.

En este sentido, se ha puesto de manifiesto que la habilidad motriz, lejos de ser un concepto aislado, viene mediada inevitablemente por el género. Así, desde una perspectiva de género, encontramos la EF es un espacio excesivamente disputado y conflictivo. Mientras que muchos alumnos y algunas alumnas expresan entusiasmo por las clases, se dan multitud de casos de rechazo a nuestras prácticas, llegando al extremo de odiarla. Esto ocurre especialmente entre ellas, entre el grupo de alumnas. Este enfoque negativo podría deberse, en parte, a la estrecha relación que la EF mantiene con la ideología del rendimiento, la expresión en nuestra asignatura del tan conocido discurso técnico.

Dentro del currículum escolar de la EF existen aspectos que presentan una mayor carga cultural de género, como pueden ser los deportes colectivos. Y es precisamente en estos donde se pueden observar los comportamientos más estereotipados. Sin un enfoque transformador que revierta esta situación, suele ocurrir que la mayoría de los chicos se muestran cómodos en los deportes con contacto, competitivos y de esfuerzos máximos, mientras la mayoría de las alumnas se identifican con contenidos tradicionalmente asociados a la feminidad y la estética. Más allá de los contenidos, existen otros aspectos pedagógicos que favorecen una orientación poco inclusiva, poco propicia al desarrollo de manifestaciones motrices alternativas, a la exposición de cuerpos y actitudes contra hegemónicas. Por ejemplo, podemos referirnos a la formación de grupos para practicar deportes en las sesiones de EF. En estos casos, no es extraño que las personas poco hábiles sean elegidas en último lugar, con lo que se perpetua una situación de claro escarnio público.

Modelos pedagógicos

La lista de prácticas educativas manifiestamente mejorables podría continuar con la evaluación, elemento relevante que dice mucho sobre la orientación educativa de nuestras actuaciones. Así, la EF tradicional mantiene una afinidad clara con las prácticas de evaluación asociadas al deporte de competición, y que se concretan en test de condición física, perjudicando cierto tipo de personalidad en el aula. Por si fuera poco, la orientación metodológica de nuestras sesiones abusa de los estilos de enseñanza unidireccionales como el mando directo o la asignación de tareas, en coherencia con los contextos propios del entrenamiento deportivo. Otros estilos o modelos pedagógicos, más sensibles con la diversidad, como el aprendizaje cooperativo o el modelo comprensivo, son aún marginales.

En esta tesitura, no hemos de olvidar el rol del profesorado, tanto por las decisiones que toma conscientemente como por aquellas que escapan a su percepción, las que definen el conocido como currículum oculto. A pesar de la falta de atención académica, es sabido que sigue perdurando el poder del discurso técnico hegemónico y el carácter androcéntrico y sexista de la EF, muchas veces desplegado de forma implícita y sutil. Este modelo pedagógico, orientado a primar las habilidades motrices, tiene consecuencias de forma que la mayoría de los casos, vemos como son las alumnas las marginadas, aunque no siempre son las únicas.

Dadas las circunstancias, ante un currículum explícito cargado de estereotipos, y un currículum oculto difuso y poco estudiado, la visibilización de todo ello es un primer paso para su transformación. De hecho, la ideología impregna las prácticas que se dan en los contextos educativos y, por ello, su estudio desvela dicha ideología.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2697-1992.

Burgos, España

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