Sonia López-Rubio - Vie, 24/11/2023 - 10:35
Carátula que refleja el cariño entre niños, símbolo de igualdad para eliminar la violencia contra la mujer.
«Calladita te ves más bonita, corres como una niña, los niños no lloran, ese trabajo no es para niñas, no seas nenaza, llevar pendientes/pintarse las uñas es de chicas…»
En lo que llevamos de 2023, 52 mujeres han muerto a manos de sus parejas o exparejas, siendo la práctica totalidad de ellas, madres de menores de edad (Ministerio de Igualdad, 2023).
Niño sentado frente a una sepultura.
Estas cifras escalofriantes alertan de una realidad que, lejos de disminuir, se está manteniendo estable a pesar de las numerosas políticas públicas que cada año se llevan a cabo en nuestro país.
Por ello, si este tipo de políticas que cada año se reinventan y supuestamente mejoran, no están conllevando una disminución de la violencia contra las mujeres, la pregunta que surge es ¿no deberíamos poner el foco en otros ámbitos de actuación?
Uno de los ámbitos que, se ha observado en diferentes investigaciones científicas, influye en la transmisión intergeneracional de la violencia de género, es la crianza de los hijos e hijas que fomenta valores machistas (Boscal, 2023).
Es importante notar que, a pesar de ser algo que en la literatura especializada se viene comprobando, los plantes estatales para combatir la violencia de género no lo incluyen como un ámbito de actuación prioritario (Ministerio de Igualdad, 2023).
Y sin embargo, todo nos dice que la génesis de este tipo de violencia está en una crianza (no solo por parte de los padres y madres, sino de la sociedad en general) que fomenta desde la más tierna infancia, roles de género relacionados con niños machistas a través de múltiples prácticas concretas (los comportamientos que se valoran en los niños y no en la niñas –la fuerza, por ejemplo-, el modo de dirigirse a unos y otros –a las niñas con más delicadeza-, los juguetes y vestimentas asignados a cada sexo, etc.), que contribuyen a construir una desigualdad de género que puede llegar a tener consecuencias devastadoras en forma de feminicidios (Boscal, 2023).
Estereotipos de género.
Desde que los niños y niñas son bebés, ya se puede observar esta crianza diferencial y sesgada hacia el machismo en la forma en que los bebés van definiendo su personalidad y autoestima a partir de los objetos con los que se relacionan, los mensajes que reciben de sus padres, familiares y otros adultos con los que se relacionen, y que los van socializando hacia una desigualdad evidente.
Y es que la socialización a través del aprendizaje, desde antes ya de los primeros seis años de vida, lleva ya introyectados esos estereotipos de género que, en los años posteriores, van condicionando la interpretación que los niños realizan de la realidad que les rodea (Blanc, 2020).
En este proceso de socialización, el lenguaje va a ser una pieza fundamental para el aprendizaje de normas “aceptables” en función del sexo cuando, por ejemplo, etiquetamos a un niño como “valiente” o a una niña como “dulce”. A los niños se les anima a saltar, correr y a comerse el mundo, a no llorar, a ser machotes. A las niñas, en cambio, se les advierte que no deben correr ni actuar, sino esperar y obedecer, y siempre deben mostrarse lindas, simpáticas, limpias y cariñosas con los demás. Así es como el lenguaje y las etiquetas moldean a niños y niñas para que sean y actúen como la sociedad espera que lo hagan; así aprenden los niños la masculinidad hegemónica y las niñas a sostenerla (De Beauvoir, 2017).
Niñas leyendo en un campo de fútbol.
Pero, a pesar de esta visión tan pesimista de la crianza infantil que por desgracia se sigue manteniendo, en los últimos años está surgiendo un movimiento de cambio y desaprendizaje del modelo tradicional machista que está llevando a una nueva masculinidad y feminidad, las cuales deberían llevar aparejada una educación basada en la igualdad de sexos comenzando por una pedagogía parental igualitaria que implique la toma de conciencia por parte de padres y madres sobre la forma de criar hijos e hijas en el respeto y la igualdad sexual, teniendo ahí las políticas públicas un nicho de actuación hasta ahora infrarrepresentado (Boscal, 2023).
Por tanto, realizar intervenciones de prevención primaria con los futuros padres, trabajando con ellos para enseñarles a educar a sus hijos e hijas en igualdad, podría ser una futura vía a explorar para ayudar a erradicar esta lacra que sigue presente en nuestra sociedad.
Referencias
Blanc, A. (2020). Educar contra el machismo. Roca editorial.
Boscal, A. (2023). Educar hijos no machistas. Revista Latinoamericana de Difusión Científica, 5(8), 127-151.
De Beauvoir, S. (2017). El Segundo Sexo. Editorial Cátedra.
Ministerio de Igualdad. (2023). Estrategia Estatal para combatir violencias machistas 2022-2025. Recuperado el 23 de noviembre de 2023.
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