
Inauguración de la exposición Magnicidios en el vestíbulo de la Universidad Isabel I. Adolfo López Novas, Reinaldo Batista Cordova y Patricia Cabrero en la visita a la exposición ofrecida por Antonio Rivera.
2 de junio de 2025. La Universidad Isabel I acoge una exposición inédita sobre los magnicidios que han marcado la historia política española. Con el título Magnicidios, la muestra invita a reflexionar sobre los cinco asesinatos políticos cometidos en España entre los siglos XIX y XX, a través de un recorrido cronológico que desvela no solo los hechos, sino también las ideas, las tensiones sociales y los discursos conspirativos que los envolvieron.
La exposición, comisariada por el historiador Antonio Rivera en colaboración con el profesor del MAES en la Universidad Isabel I, Javier Gómez Calvo, ofrece un enfoque riguroso y pedagógico que combina paneles explicativos, piezas históricas, material audiovisual y análisis historiográfico. Forma parte de un curso dirigido a mayores de 55 años, con seis sesiones monográficas ofrecidas en la Universidad del País Vasco, en las que se profundiza en cada uno de los magnicidios abordados. Ahora, puede disfrutarse en el vestíbulo de la Universidad Isabel I hasta el 13 de junio.
Cinco muertes, cinco claves para entender el poder y la violencia
España ostenta un triste récord: es el país europeo con más jefes de gobierno asesinados en el plazo de un siglo. Ninguna otra nación ha sufrido cinco magnicidios en tan corto espacio de tiempo. La exposición recorre estos crímenes por orden cronológico, comenzando por el asesinato del general Juan Prim y Prats en 1870, un magnicidio aún rodeado de teorías sobre su autoría y móviles ocultos.
El recorrido continúa con los casos de Antonio Cánovas del Castillo (1897), José Canalejas (1912), Eduardo Dato (1921) y, finalmente, el asesinato de Luis Carrero Blanco en 1973, perpetrado por ETA. Cada uno de ellos representa una época y unas circunstancias distintas, desde atentados individuales hasta acciones planificadas por organizaciones anarquistas o terroristas con fines políticos.
El poder, el pueblo y la violencia simbólica
La muestra no se limita a los hechos. También invita a pensar en por qué el magnicidio es un crimen tan popular y simbólicamente poderoso. En palabras de Antonio Rivera, “actuar contra la cúspide del poder es la expresión más acabada y perfecta de la obsesión terrorista”. Bajo esta premisa, el magnicidio se convierte en un acto de venganza política y social, en nombre de un pueblo que siente que el poder ha dejado de protegerle.

Antonio Rivera explicando uno de los paneles de la exposición.
Este enfoque se apoya en un ejemplo clásico de la cultura española: el asesinato del Comendador en Fuenteovejuna, la obra teatral de Félix Lope de Vega ejemplo del Siglo de Oro español publicada en 1619, donde todo el pueblo se responsabiliza del crimen como un acto de justicia popular. De ahí que “el magnicidio, aunque violento, goce de una cierta comprensión simbólica”, explica Antonio Rivera.
Entre la causalidad y la casualidad histórica
Uno de los ejes más fascinantes de la exposición es el análisis del juego entre la casualidad y la causalidad en los magnicidios. En el caso de Carrero Blanco, por ejemplo, el éxito del atentado dependió de una secuencia milimétrica de acciones y errores. “Una carga explosiva que no detonó por simpatía, un coche que redujo la velocidad justo en el lugar preciso… Todo contribuyó a que el ataque resultara “perfecto”, aunque no estuviera previsto con tanta sofisticación”, argumentó el historiador.
Este carácter fortuito es lo que alimenta las teorías conspirativas y hace que muchos de estos crímenes escapen al relato racional. “La historia tiende a construirse sobre hechos destacados —explica Rivera—, pero detrás de cada magnicidio hay decenas de atentados frustrados de los que apenas se habla o que, directamente, se han olvidado”.
La exposición también se abre a la actualidad y la especulación histórica. ¿Qué habría ocurrido si el atentado contra Donald Trump hubiera tenido éxito? ¿Habría cambiado radicalmente la historia de EE. UU.? ¿Y si Carrero Blanco hubiera sobrevivido? Estos ejercicios de historia contrafactual sirven para explorar cuánto influyen los hechos aislados frente a los procesos estructurales que arrastran el curso de la historia.