Alberto Gómez Barahona, rector de la Universidad Isabel I, durante su intervención en el Congreso E-volución.

5 de octubre de 2017. El rector de la Universidad Isabel I, Alberto Gómez Barahona, ha pedido hoy que se cambie “la normativa” que regula la educación universitaria online, puesto que con las limitaciones actuales de la ley vigente la Universidad no ha podido matricular “a más de 2.000 alumnos” durante estos años. “Tienen que cambiar las cosas. La tecnología digital y sus posibilidades discurren por una línea de alta velocidad, pero mientras esto ocurre, la formación digital superior en España discurre por una vía de mercancías”, ha observado el rector.

Alberto Gómez Barahona ha argumentado que de “los 500.000 millones de dólares” que alcanza el presupuesto mundial en educación para el año 2017; “aproximadamente el 50%” se dedica ya “a la formación online”. Por este motivo, ha subrayado la importancia de adaptar la normativa vigente al escenario actual, que es de lógica aplicación para las universidades presenciales en cuanto a número de plazas o alumnos por metro cuadrado, pero que pierde su razón de ser en el caso de la instituciones educativas digitales, ya que los alumnos de la Isabel I “no vienen a hacer pis desde Sevilla o Barcelona, están en el aula virtual”.

En este sentido, el rector ha apuntado que la universidad debe ser “humilde” y aceptar que “la velocidad del cambio es gigantesca”. “Tenemos que ser capaces de reinventarse”, ha asegurado, para superar “la resistencia al cambio” de las “estructuras académicas” tradicionales. También ha mostrado su preocupación por el debate formal de la duración de los grados, cuando tiene mayor relevancia que se puedan verificar nuevas titulaciones con más rapidez, que exista un vínculo más estrecho con las empresas que lideran la transformación digital, y que los docentes adquieran una nueva formación que se adecúe a la realidad de hoy.

En su intervención, Alberto Gómez Barahona ha aludido a las ventajas que ofrece la universidad online en cuánto a la flexibilidad de estudiar “cuándo y cómo” quiera el alumno, aportando, además, la posibilidad de conciliar la formación con “las obligaciones familiares, el trabajo y un estilo de vida propio”, y la enseñanza en competencias digitales transversales que pueden aplicarse “a cualquier rama del conocimiento”. Asimismo, ha indicado que en este escenario, el docente ha pasado de ser la fuente del conocimiento a una figura cuya misión es “acompañar el proceso de aprendizaje” del estudiante.