Campo al atardecer de cultivo de colza

           Campo de colza al atardecer, objeto de estudio del profesor Alejandro Jiménez-Gómez

19 de enero de 2021. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que en 2050 habrá 2.300 millones de personas más en la tierra que en la actualidad, lo que generará un problema de pobreza y hambre. Los científicos señalan la necesidad de aumentar la capacidad de producir alimentos utilizando los recursos naturales limitados del planeta de una manera más eficiente, mientras se lucha contra el cambio climático. Aunque los fertilizantes químicos aumentan el rendimiento de los cultivos, se ha demostrado sus efectos negativos para la salud humana y animal o la contaminación de los suelos y el agua. La fabricación de estos fertilizantes químicos requiere de una gran cantidad de energía, que contribuye al agotamiento de los recursos y el calentamiento global. A ello se suma que el uso excesivo o repetitivo de fertilizantes químicos puede provocar que las plantas reduzcan su eficacia, debido a que los ciclos biogeoquímicos del suelo se pueden ver alterados. Por tanto, es necesario buscar alternativas para el crecimiento de las plantas, y en este proyecto se basa la tesis doctoral del profesor de la Universidad Isabel I, Alejandro Jiménez-Gómez, publicado recientemente en la revista científica Agronomy.

Alejandro Jiménez-Gómez, profesor del Máster del Profesorado de la Universidad Isabel I ha publicado el artículo titulado ‘Selección del endófito Pseudomonas brassicacearum CDVBN10 como promotor del crecimiento vegetal para cultivos de Brassica napus L.’. Jiménez-Gómez estudia la colza como un cultivo importante a nivel mundial que tiene múltiples usos, como alimento humano para producir aceite vegetal, en alimentación animal, para producir forraje y como cultivo bioenergético, ya que se puede transformar en biodiésel.

El profesor universitario explica en su artículo que tradicionalmente, la colza, cuando se utiliza para biodiésel, se basa en el uso de fertilizantes químicos, que pueden provocar efectos negativos en la salud humana y el medio ambiente. En este sentido, la investigación de su tesis doctoral se centra en el estudio y el uso de bacterias promotoras del crecimiento de las plantas, con el fin de reducir la necesidad del uso de fertilizantes químicos.

Los endófitos son parte del microbioma de la planta y son fundamentales para la supervivencia de esta. Muchos de estos microorganismos no son cultivables en condiciones de laboratorio, por lo que se requiere de otras técnicas más sofisticadas. La función de las bacterias endofíticas es la de interactuar con su huésped en funciones esenciales relacionadas con el crecimiento y la salud de la planta. El trabajo de investigación demuestra que ‘los endófitos bacterianos, protegidos de los competidores rizosféricos y las condiciones ambientales extremas, podrían superar estos problemas y promover con éxito los cultivos en condiciones de campo’, explica el profesor.

Los cultivos en Europa

En Europa, las semillas de colza son la principal fuente de aceite para la producción de biodiésel y también es un subproducto con una rica fuente de proteínas para la alimentación animal; pero requiere de grandes cantidades de fertilizantes químicos para su producción, por lo que descubrir una alternativa puede convertir este cultivo en un producto más sostenible. El trabajo de Jiménez-Gómez se concreta en la selección de una serie de endófitos bacterianos de colza con la finalidad de descubrir una bacteria eficiente que pueda inocularse a la semilla y se pueda aplicar a los cultivos de colza. Tras realizar varios experimentos en el laboratorio, determinó que la cepa bacteriana CDVBN10 fue una cepa prometedora porque ‘produce sideróforos, solubiliza fosfato, sintetiza celulosa y promueve la altura de las plantas después de la inoculación’, explica Jiménez-Gómez.

Trasladada la cepa CDVBN10 a un ensayo de campo, sin ningún fertilizante químico añadido, se demostraron ‘mejoras significativas en el número de vainas, el peso seco de las vainas y el peso seco de las plantas’.  Pero, además, el trabajo de campo demuestra que no se produjo ninguna alteración en el microbioma bacteriano, lo que supone un gran beneficio general a los cultivos, explicó el profesor de la Universidad Isabel I.

Conclusiones de la investigación

En conclusión, la cepa bacteriana Pseudomonas brassicacearum CDVBN10 se puede determinar como un buen biofertilizante para mejorar los cultivos de colza sin la adición de fertilizantes químicos. En general, este es el primer estudio en el que se determina que “un inoculante promotor del crecimiento vegetal (PGP), diseñado específicamente para los cultivos de colza, mejora significativamente los rendimientos de este cultivo en condiciones de campo”. Finalmente, se plantea en el trabajo la comercialización de esta cepa como biofertilizante, sin embargo, para llevarlo al mercado sería necesario realizar más estudios que comprueben la eficiencia del biofertilizante.