David Mota Zurdo en el reportaje de la ETB.

David Mota Zurdo en el reportaje de la ETB.

29 de noviembre de 2021. Época convulsa, de luchas obreras y choques generacionales. Los años 80 en el País Vasco tuvieron su reflejo en el rock radical vasco y la juventud, a ritmo de reggae, ska, heavy metal o punk, reflejaron la tensa realidad de las calles. El programa Memoria Eraikiz de ETB ofreció el pasado 25 de noviembre el documental Euskal Rock Erradikala (Rock Radical Vasco), en el que participó David Mota Zurdo, coordinador del Grado en Historia, Geografía e Historia del Arte de la Universidad Isabel I, ofreciendo la contextualización histórica.

Para David Mota Zurdo, la mayoría de la sociedad vasca no fue consciente de que esta música favoreció el apoyo de un discurso, que legitimaba el uso de la violencia para la consecución de objetivos políticos, pese a que, obviamente, “determinadas letras se podrían considerar como enaltecimiento del terrorismo”. El documental define, a través de los testimonios de músicos de la época, que el rock radical vasco fue un movimiento politizado desde sus inicios, lo que es visible a través de las letras, donde se tratan temas como la crisis social y política, marcada por el terrorismo en las calles, las continuas manifestaciones, los abusos policiales, la reconversión industrial o el paro.

Hay muchos tipos de violencia, destacó David Mota Zurdo. Un ejemplo es la canción ‘Carrero voló, que alude al atentado el 20 de diciembre de 1973 contra el almirante Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno español durante la dictadura franquista y que se bailó en diferentes verbenas de los años 80.  Para el profesor universitario, “si se celebra este acto de violencia y se traslada esta idea a grupos de los 90, que tratan de legitimar en sus letras atrocidades -como el genocidio judío o que (reciban ataques) por pensar de una determinada manera- o que pertenezcas a un colectivo como el LGTBI), nos pone en una tesitura compleja, porque eso también es 100% condenable”.

“Éramos testigos ciegos, sordos y mudos de lo que estaba sucediendo, dice Edurne Portela en su obra ‘Eco de los disparos’ y quiero pensar que simplemente teníamos una venda en los ojos”, explica el historiador, ya que ETA estaba en el contexto de muchos conciertos. Para el experto en historia contemporánea existe una relación directa entre lo que se está transmitiendo en los conciertos y lo que se dicta desde el atril político.

David Mota Zurdo considera en el documental que es necesario hacer una reflexión sobre determinados hechos que se narran en las canciones, que algunas personas celebraron en los 80 y aún lo siguen haciendo. Es el caso de la fuga de un preso de ETA de la cárcel, con la canción Sarri, sarri’ de Kortatu. En muchos conciertos se coreaba el grito de ‘Gora ETA militarra’ (Viva ETA militar).

En estos años se efectuó una cosificación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por parte de algunos grupos musicales vascos, lo que contribuyó a la deshumanización de la víctima.  El profesor de la Universidad Isabel I, haciendo hincapié en esta cuestión, pone de ejemplo una canción de La Polla Records cuyo estribillo es ‘era un hombre, ahora es un poli’; un síntoma evidente del discurso del odio subyacente en determinados sectores de la sociedad vasca hacia los cuerpos de seguridad, que pasaron a ser identificados como “enemigos” para esta parte de la población próxima al discurso ideológico del nacionalismo vasco radical. Y es que, estas letras contribuyeron al discurso del “algo habrá hecho”, que fue utilizado por estos y otros estratos sociales para asumir los asesinatos, e incluso, justificarlos.

Muchas canciones del rock radical vasco en los 80 “generaron una situación de agravio para las personas que sufrieron la violencia de la banda terrorista”. Para Mota Zurdo es fundamental realizar una reflexión para avanzar en la convivencia. “Cuando tienes 20 años piensas en la música rápida que te haga vibrar y saltar en los conciertos. Da igual la letra. Pero el ejercicio interesante ahora es reflexionar sobre aquello y dejar de mirarlo con nostalgia para no distorsionar y curar viejas heridas, que aún supuran”.