Mujeres mayores felices

Mujeres mayores felices.

10 de noviembre de 2025. La formación en fortalezas como el humor, el perdón, el disfrute y el sentido y propósito vital puede ser una herramienta clave para mejorar el bienestar de las personas mayores. Así lo concluye un estudio publicado el pasado 15 de septiembre en la Revista de Estudios sobre la Felicidad (Journal of Happiness Studies), volumen 26, artículo número 122, en el que ha participado Isabel María Salces-Cubero, profesora de la Universidad Isabel I, junto a las investigadoras Encarnación Ramírez-Fernández y Ana Raquel Ortega-Martínez.

La investigación, de carácter original, analizó a 300 personas mayores de entre 60 y 97 años, tanto institucionalizadas como no institucionalizadas, residentes en las provincias de Jaén y Córdoba. El objetivo era evaluar si entrenar en estas fortalezas específicas tenía efectos diferenciales en su bienestar psicológico y emocional.

Incrementar el bienestar a medio plazo

Según explica la profesora Isabel María Salces-Cubero,entrenar a los mayores en estas competencias no solo les permite afrontar con mayor resiliencia las dificultades de la vida diaria, sino que también incrementa su bienestar a medio plazo”.

Los resultados mostraron que todas las intervenciones (basadas en humor, perdón, saborear la vida y encontrar un propósito) fueron igualmente efectivas, y que los efectos positivos se mantuvieron en general hasta tres meses después de finalizar los programas de formación. Entre las variables analizadas se incluyeron la ansiedad, el estado de ánimo depresivo, el nivel de perdón, la capacidad de disfrute, el sentido vital y el bienestar general.

Salces añade que este hallazgo es especialmente relevante porque “trabajar una sola fortaleza produce beneficios en varias áreas al mismo tiempo; por ejemplo, entrenar el perdón no solo ayuda a dejar atrás rencores, también incrementa la sensación de propósito vital”.

Fortalecer una medida, mejora las demás

Las conclusiones del estudio coinciden con investigaciones previas que demostraban que el humor podía reducir la ansiedad, que el perdón aumentaba la satisfacción vital o que saborear el presente estaba relacionado con menores síntomas depresivos. En palabras de la profesora, “lo más interesante es que vimos que, aunque cada grupo trabajaba una fortaleza distinta, también mejoraban en las otras, lo que sugiere que todas ellas están conectadas”.

Además, el hecho de que las intervenciones se realizaran en grupo tuvo un efecto adicional: “muchos participantes, sobre todo los que vivían en residencias, encontraron en las dinámicas grupales un espacio de conexión social que dio todavía más sentido a la experiencia. Esto refuerza la idea de que las relaciones sociales son una fuente clave de bienestar en esta etapa de la vida”, destaca la investigadora.

Este trabajo abre nuevas perspectivas de futuro, ya que será necesario comprobar si los efectos se mantienen a largo plazo y si las intervenciones grupales son más beneficiosas que las individuales. Con investigaciones como esta, la Universidad Isabel I refuerza su compromiso con la promoción del bienestar a lo largo de todo el ciclo vital, ofreciendo evidencias aplicables tanto en contextos clínicos como en residencias y programas comunitarios destinados a la población sénior.