Mujer medico cansada con traje de protección frente al covid

20 de julio de 2021. El último volumen de la revista especializada Apuntes de Psicología, publica el artículo “Inflexibilidad psicológica gestionada por profesionales sanitarios durante el estado de alarma vinculado al COVID-19”, del que Marta Martínez Vicente, investigadora y docente en el Máster de Neurociencia y Educación y en el Grado de Educación Primaria de la Universidad Isabel I, es coautora, junto a docentes e investigadores de otras universidades españolas y en colaboración con el Instituto Clínico y de Investigación Interdisciplinar en Neurociencias (ICIIN) de Santander (Cantabria).

El artículo se basa en un estudio realizado una semana después del inicio del confinamiento declarado por el estado de alarma, que entró en vigor a mediados del mes de marzo de 2020 como consecuencia del coronavirus COVID-19. El objetivo inicial del estudio realizado fue analizar la posible incidencia de la inflexibilidad psicológica en los profesionales sanitarios ante el incremento progresivo de pacientes y, por lo tanto, de asistencia sanitaria requerida, comparando los resultados con otros grupos equiparables en formación académica como son los profesionales del sector educativo. Para ello se planteó un estudio no experimental y transversal en el que participaron 1.019 personas, de las que fueron seleccionadas 316 agrupadas en tres grupos: profesionales sanitarios (médicos, enfermeras y auxiliares), profesionales relacionados con las ciencias de la salud (psicólogos, fisioterapeutas, farmacéuticos y gerocultores) y profesionales del sector educativo (docentes de distintas etapas educativas, orientadores y educadores sociales).

Los datos se recogieron a través de un formulario Google en el que se incluían variables sociodemográficas (como edad, sexo y profesión), y otras sobre el sentimiento de miedo a la pandemia, afrontamiento ante una prolongación, la salida a la calle con o sin compromiso laboral, la práctica de ejercicio físico/deporte en casa, la situación personal percibida, las conductas novedosas autopercibidas, las expectativas positivas y las sugerencias constructivas derivadas de tal situación. El análisis de los resultados obtenidos, indicaron que, a priori, no había diferencias significativas entre los tres grupos mencionados en los sentimientos de miedo y la prolongación de la pandemia, si bien, comparando dos a dos, fueron los sanitarios quienes informaron de menor miedo comparando con los profesionales del sector sanitario.

Teniendo en cuenta el sexo, se evidenció la tendencia de mayores sentimientos de miedo en las mujeres, así como también una mayor capacidad de afrontamiento de ellas en comparación con los hombres. Se constató en todos los participantes como expectativas positivas y sugerencias constructivas, mejores valores derivados de la situación dramática vivida en ese periodo como consecuencia de la propagación imparable del virus.

Estos resultados refuerzan otros previos que indican que enfrentarse a situaciones adversas supone oportunidades de aprendizaje y de desarrollo personal en las que se visibilizan comportamientos prosociales y altruistas, se crean relaciones solidarias y positivas a través de habilidades interpersonales como la sensibilidad, la empatía y la compasión que se manifiestan a través de redes de colaboración y de apoyo hacia los demás. En el caso de los profesionales sanitarios la existencia de un brote de estas características provoca un mayor estrés emocional que puede afectar su productividad laboral por lo que es esencial que desarrollen herramientas y participen de intervenciones preventivas que incrementen la flexibilidad psicológica ante el estrés y el cansancio emocional en situaciones en las que la despersonalización se convierte en un mecanismo de evitación experiencial.