Metáfora de mujer sufriendo opresión

Metáfora de mujer sufriendo opresión.

25 de noviembre de 2025. La psicopedagoga y directora del Máster de Psicopedagogía de la Universidad Isabel I, Miriam Calvo Ruiz, ha obtenido la calificación de sobresaliente cum laude por su tesis doctoral sobre la prostitución como institución social. Su investigación, basada en once historias de vida de mujeres explotadas sexualmente en Burgos, de las cuales, nueve de ellas han sido víctimas de trata, sitúa la prostitución como un espacio donde se reproducen el sadismo, el odio y un poder medieval que anula las normas sociales y democráticas. En esta entrevista, Miriam Calvo explica su trayectoria, los desafíos éticos y emocionales del trabajo de campo, los mecanismos de violencia, el papel del feminismo abolicionista y la urgencia de un cambio político que deje de sostener la esclavitud sexual en nuestras sociedades.

1. ¿Qué experiencias profesionales te llevaron a plantear esta investigación y a centrarla en la prostitución como una institución social?
Fui muchos años profesora de Sociología, y desde ahí comprendí que una institución social tiene un espacio donde se desarrolla, roles definidos y prácticas institucionalizadas. La prostitución cumple esos requisitos igual que una institución educativa, solo que aplicada a un sistema de opresión. Tras mi experiencia en intervención social y orientación laboral con mujeres prostituidas, entendí que debía estudiar la prostitución como una institución donde se reproduce el abuso, la desigualdad y la violencia extrema contra las mujeres.

2. ¿Hubo algún momento o caso concreto que marcara el inicio de este proyecto de tesis?
Venía de realizar una maestría de investigación en México y quería continuar con el doctorado. Al incorporarme a trabajar, por casualidad entré en contacto directo con mujeres prostituidas. Siempre había querido entender este mundo, pero antes era un tema hermético y el foco académico estaba centrado sobre todo en la violencia de género en la pareja. El acceso a la prostitución como realidad social era muy limitado.

3. ¿Por qué consideras necesario seguir investigando este fenómeno en el contexto actual?
Porque, igual que abolimos la esclavitud o avanzamos en la lucha contra la violencia de género, este debería ser el siguiente paso para lograr la igualdad real. La prostitución debe desaparecer como institución porque sostiene la desigualdad estructural de las mujeres.

4. Tu tesis incluye 11 historias de vida. ¿Cómo fue el proceso de selección y acercamiento a las participantes?
Ha sido extremadamente complejo. En Adoratrices tenemos contacto superficial con unas mil mujeres al año; unas 250 llegan a la oficina, y yo trabajo estrechamente con 70 u 80. Pero para la tesis me marqué criterios éticos muy estrictos:

  • No invadir sus espacios de prostitución, porque no son espacios públicos y muchas investigaciones los tratan como si lo fueran.
  • Excluir a mujeres con problemas de drogadicción, ya que es imprescindible que comprendan lo que supone una investigación.
  • Que pudieran concertar una cita, algo difícil porque la prostitución destruye la capacidad de organización.
  • No revictimizarlas, eligiendo mujeres con fortaleza emocional suficiente.

Dos mujeres se negaron: una estaba en proceso de nacionalidad y otra no era capaz ni de acudir al psicólogo. Fueron entrevistas durísimas. Eso revela el nivel de devastación emocional.

5. ¿Qué desafíos éticos y emocionales encontraste trabajando con testimonios tan duros?
Muchos. Hubo entrevistas que se detuvieron por crisis emocionales de las mujeres y otras porque yo no podía seguir escuchando tanto sadismo. Eliminé fragmentos de violencia extrema porque ya había suficientes ejemplos en la tesis. No quería convertir el dolor en espectáculo, sino mostrar el fenómeno con rigor y sin deshumanizar a nadie.

6. ¿Por qué escogiste la metodología cualitativa basada en historias de vida?
Un enfoque cuantitativo es inviable: las mujeres no pueden rellenar cuestionarios extensos y muchas viven adicciones y situaciones límite. Mi directora de tesis, Isabel Menéndez, vio desde el principio que debían ser historias de vida, y luego el antropólogo Ignacio Fernández de Mata me ayudó a construirlas.

Este método permite analizar factores sociales y culturales que llevan a una mujer a asumir como normal una vida marcada por violencia familiar, sexual, psicológica y de género. Es la única manera de comprender la opresión patriarcal y la opresión de clase que atraviesan sus trayectorias.

7. Definiste la prostitución como un “espacio social de barbarie”. ¿Qué elementos te llevaron a esta conclusión?
La prostitución rompe El contrato social de Rousseau y todas las normas democráticas. Dentro de un club o un piso, todo es posible: consumir drogas, pedir que la mujer lo cuide durante la intoxicación, grabarla, golpearla, violarla… incluso matarla. Nada de eso sería aceptable en cualquier otro espacio social. El fuerte domina al débil en un sistema que reproduce un poder medieval. Es la barbarie.

8. ¿Qué patrones de odio y sadismo hacia las mujeres observaste de forma reiterada?
El patrón básico es que quien paga se siente con derecho absoluto: opinar sobre su cuerpo, humillarla, imponer prácticas, ejercer el rol de amo frente a una esclava. Una mujer contó que pidió barrotes en una habitación porque temía que un prostituyente quisiera tirarla por la ventana. Ese nivel de conciencia del riesgo es brutal.

9. ¿Cómo se manifiestan los diferentes tipos de violencia en la prostitución?

De todas las formas posibles:

  • Física: golpes, agresiones.
  • Psicológica: insultos, humillaciones (“vieja”, “gorda”) por parte de los hombres.
  • Sexual: intentos constantes de quitarse el preservativo, prácticas forzadas como penetración anal.
  • Digital: intentos de grabarlas sin consentimiento.

Todo esto ocurre solo en prostitución. Fuera sería delito.

10. ¿Qué papel cumplen el consumo de drogas y la manipulación en el control de las mujeres? ¿Tienen capacidad real de reacción?
El discurso de que hay “libertad” es falso. ¿Qué libertad hay entre dormir en la calle o prostituirse? Provienen de pobreza, miseria y violencia; la prostitución solo reproduce ese escenario pero con rentabilidad para el sistema. Las únicas que logran salir antes son las que tuvieron entornos familiares afectivos, protección y amor. Las demás pasan 15 o 20 años en explotación.

11. Dices que los prostituyentes refuerzan su masculinidad. ¿Cómo se articula esa relación entre poder, género y violencia?
En los espacios colectivos humillan a las mujeres para exhibir poder ante otros hombres. Pero en privado muchas veces solicitan prácticas asociadas a la pasividad sexual. La masculinidad hegemónica funciona como una ficción performativa.

Mujer en la sombra

Mujer en la sombra.

12. ¿Pudiste recoger discursos de prostituyentes?
No los entrevisté, pero escuché a muchos hombres en prisión durante mi trabajo con Adoratrices. Allí hablan con sinceridad. Se sienten con derecho a todo, incluso víctimas cuando “tienen que pagar”. Muchas veces explotan a mujeres de sus propias comunidades sin el más mínimo rastro de empatía.

13. Nueve de las once mujeres eran víctimas de trata. ¿Qué patrones encontraste en su captación?
Al principio ni yo sabía que tres de ellas eran trata, pese a conocerlas desde hacía años. Algunas sabían que venían a prostituirse, pero se las engañó con un discurso glamuroso: “tendrás muchos novios, ganarás mucho dinero, en un año tendrás casa”. Llegan a un club y aparece una deuda interminable. No se sienten víctimas, pero en trata el consentimiento queda invalidado.

La trata es cada vez más sofisticada. Hay trata del crimen organizado y una trata informal ejercida incluso por familiares, en contextos de corrupción e impunidad.

14. ¿Qué impacto psicológico deja la prostitución?
La destrucción total del ser. Cuanto más tiempo se permanece, peor. No es solo trauma; es desintegración identitaria.

15. ¿Qué aporta el feminismo abolicionista al análisis de la prostitución?
Desde Mary Wollstonecraft, el feminismo entiende la prostitución como violencia contra mujeres vulnerables. El sufragismo, Concepción Arenal, Simone de Beauvoir y las feministas radicales conceptualizaron claramente la prostitución como abuso y violencia estructural. Mi tesis se inserta en esa genealogía.

16. ¿Qué aportaciones hace tu investigación al debate actual?
No descubro nada nuevo en términos teóricos, pero aporto testimonios difíciles de obtener. El discurso dominante es el del “trabajo sexual”; los relatos de violencia extrema apenas se escuchan porque las mujeres no quieren revivir el trauma. Mi trabajo permite darles voz desde el respeto.

17. ¿Qué significó para ti la defensa y la calificación de sobresaliente cum laude?
Más que la nota, me emocionó que un tribunal tan prestigioso, con Rosa Cobo entre sus miembros, valorara el trabajo y el contexto: hice la tesis mientras trabajaba y la terminé embarazada. También valoraron la complejidad y el rigor ético del proceso.

18. ¿Cómo integras estos conocimientos en el Máster en Psicopedagogía de la Universidad Isabel I?
Tenemos optativas tanto educativas como sociales. En orientación laboral trabajamos estos perfiles, para que el alumnado entienda las trayectorias vitales, los factores de exclusión y las herramientas necesarias para acompañar procesos de autonomía.

19. ¿Qué debe saber un profesional de la intervención social sobre este fenómeno?
Empatía, sí, pero no paternalismo. El paternalismo impide ver la potencia de las mujeres. Evito leer informes previos para no sesgarme ni sobreproteger. Mi tarea es acompañarlas hacia la autonomía y exigir lo necesario para que reconstruyan su vida, aunque sea duro para ambas partes.

20. ¿Cuentan con apoyos reales para rehacer sus vidas?
Sí hay redes y asociaciones, pero el trauma psicológico es devastador. Muchas no duermen, viven con miedo, tienen flashbacks. Aun así, muchas reconstruyen su vida y ofrecen oportunidades nuevas a sus hijos e hijas. La fortaleza que tienen es extraordinaria.

21. ¿Qué líneas de investigación te gustaría desarrollar en el futuro?
Necesito un descanso emocional, pero mi lucha continúa hasta lograr un sistema abolicionista en España. También investigo sobre género, educación y mujer migrante, que es otro de mis campos de trabajo.

22. ¿Qué medidas políticas son necesarias para acabar con la esclavitud sexual?
Hay varios modelos:

  • Prohibicionista: penaliza a mujeres y prostituyentes; termina castigando a las más vulnerables.
  • Regulacionista: da apariencia de derechos, pero en la práctica camufla la trata, como mostró el caso de Suiza.
  • Despenalización parcial (España): permite prostituirse, pero dificulta perseguir proxenetismo y trata.
  • Abolicionista (el que defiendo):
    • No criminaliza a las mujeres.
    • Persigue a prostituyentes.
    • Prohíbe los espacios donde se lucra con su explotación.
    • Ofrece protección, recursos y alternativas reales.

El problema de países como Francia es que aplicaron el modelo sin presupuesto suficiente. Sin recursos, no hay protección. El objetivo es que el miedo cambie de bando: que lo tengan quienes ejercen violencia, no las mujeres.

23. ¿La sociedad mira hacia otro lado ante este problema?
Sí. Solo vemos redadas puntuales. Pero la prostitución demuestra que seguimos siendo el segundo sexo. Falta implicación social y política para afrontar la barbarie que supone.

La prostitución, continuidad de vulnerabilidad

La investigación muestra con contundencia que la prostitución no es un “trabajo”, sino un sistema estructurado que perpetúa la violencia, el sadismo y la desigualdad. Las historias de vida revelan trayectorias marcadas por pobreza, violencia y desarraigo, donde la prostitución actúa como una continuidad de esa vulnerabilidad. El modelo abolicionista aparece como la vía más coherente para proteger a las mujeres, responsabilizar a los prostituyentes y desmantelar los espacios que lucran con la explotación. Esta tesis aporta un testimonio riguroso y valiente que interpela a las políticas públicas, a la sociedad y a la academia, y reivindica la necesidad urgente de poner fin a una institución que viola de forma sistemática la dignidad de las mujeres.