Sheila López Pérez Directora del Grado en Filosofía, Política y Economía
Vie, 18/03/2022 - 10:00

Dos niñas abrazándose

Dos niñas abrazándose en un parque.

Serie: 'El ABC de la Psicología' (X)

Cabría pensar que algo tan a-temporal y a-espacial como la Felicidad ha tenido el mismo significado para todos los seres humanos a lo largo de la historia. No obstante, fácilmente podemos comprobar que no ha sido así.

Las diferentes Felicidades para los griegos

“Felicidad” proviene de la palabra griega Eudaimonia, que significa eu –“bueno” y daimon –“espíritu”-. Este primer acercamiento filológico nos permite hacernos una idea de qué era la felicidad para los griegos: un estado del espíritu, un modus vivendi que nada tenía que ver con qué se poseía exteriormente, sino con cómo se vivía con aquello que se poseía. No obstante, la manera de lograr este estado de espíritu era diferente para cada escuela helena.

Aristóteles

Aristóteles aludía con el término “feliz” a todo aquello que tenía su fin en sí mismo, en la función que realizaba, en su lugar en el mundo. Este término englobaba, tanto a un pescador que se dedicaba a pescar como a un árbol que florecía en primavera o como a una flauta que estaba correctamente afinada. La Felicidad, por tanto, era una virtud: que cada cosa encontrase su fin, su justificación, su labor en sí misma, en su hacer, en la expresión de su particularidad.

Pirro

Para el filósofo Pirro, la Felicidad era la “indiferencia de las cosas”. Esto significaba que para ser felices, debíamos suspender nuestro juicio respecto a todo elemento exterior, impedir que las cosas nos provocasen un estado del alma no elegido por nosotros mismos. Al ser todos los elementos que pueblan el mundo inestables, decía Pirro, lo mejor era que nuestra felicidad no dependiera ni de ellos ni de sus cambios.

Epicuro

Para Epicuro la Felicidad era sinónimo de placer. Debemos obtener de cada cosa todo el placer que contiene, decía el filósofo hedonista, y debemos alejarnos del dolor que nos pudiera provocar. Uno mismo es el encargado de procurarse una buena vida cargada de placeres, una buena vida alejada de la desgracia y con suficiente inteligencia como para distinguir qué nos va a provocar placer y qué nos va a provocar dolor. Debemos ser virtuosos a la hora de analizar qué cosas desprenden bondades y cuáles infortunios, y si no lo somos la culpa será enteramente de nuestra inteligencia.

Estoicos

Los estoicos eran muy cuidadosos en lo que a recibir -y basar su felicidad en- estímulos externos se refería: pensaban que lo mejor para no vernos turbados por la oscilación del mundo era no adherirnos personalmente a ninguno de sus elementos. No se trataba de ser indiferentes a las cosas, tal y como creía Pirro, sino de controlar nuestra adhesión a ellas. Una vida feliz es una vida controlada, una vida que no dependa de más, una vida sin vicios que pudieran llegar a escurrírsenos de las manos. La disciplina es la mejor herramienta del ser humano, dicen los estoicos, pues solo la disciplina nos puede salvar de la dependencia y del sentimiento de abandono que esta provoca.

¿Cómo re-pensar la Felicidad en los tiempos actuales?

La Felicidad ha sido a lo largo de la historia el Bien Supremo, aunque la pregunta “¿qué es el Bien Supremo?” ha obtenido diferentes respuestas dependiendo de la época en la que se plantease. No se puede -ni se debe- intentar dar una respuesta definitiva a qué es el Bien Supremo, ni para todas las épocas ni para todos los individuos; no obstante, sí se puede -y se debe- preguntar constantemente qué pone en primer lugar cada época y cada individuo. Se les debe preguntar sin vacilación qué están priorizando, porque eso -y no lo que desearían- es su Bien Supremo, lo hayan decidido conscientemente o no. Aquello que está obteniendo un mayor tiempo, una mayor energía y una mayor preocupación por parte de cada época y de cada individuo, eso es su Bien Supremo.

Si aquello que postulamos como Bien Supremo -aun sin darnos cuenta de ello- se aleja considerablemente de lo que nos gustaría que fuese nuestro Bien Supremo, ¿no debemos re-pensar dónde se encuentra el desvío de nuestra Eudaimonia y qué lo ha provocado?

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1832

Burgos, España

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