Adolfo López Novas Profesor del Grado en Filosofía, Política y Economía
Mié, 13/03/2024 - 10:24

Infografía realizada por Adolfo López en Bing para ilustrar el blogInfografía realizada por Adolfo López en Bing con IA.

Serie: 'Las ideas que nos vertebran' (V)

Mujeres y hombres deben oponerse al uso de la violencia como forma de control social en todas sus manifestaciones: la guerra, la violencia de los hombres contra las mujeres, la violencia de las personas adultas contra la infancia, la violencia adolescente, la violencia racial, etc. Los esfuerzos feministas para terminar con la violencia de los hombres contra las mujeres deben ampliarse a un movimiento que busque acabar con todas las formas de violencia. 

Gloria Jean Watkins, conocida como bell hooks

El feminismo es hoy un terreno de batalla donde, internamente, diferentes corrientes están pugnando por que sus marcos sean los hegemónicos, y, externamente, la crítica es un ruido de fondo permanente. No son buenos tiempos para los movimientos feministas. Hablamos en plural porque si hay un momento en el que queda más patente la diversidad familiar teórica e ideológica del feminismo, es hoy. Son muchas las voces que resuenan en los movimientos feministas, voces que no dialogan. Más gritos que voces.

Adoptar la estrategia de la confrontación bajo los parámetros del dualismo amigo o enemigo schmittiano, puede servir a intereses políticos -lo que se ha denominado atrincheramiento ideológico-, pero de poco o nada sirve cuando implica generar enemigos contra los derechos e intereses comunes de una sociedad. Las luchas del feminismo, se quiera o no, son para mejorar a nuestra sociedad.

Feminismo para todo el mundo

Por ello, es necesario rescatar una de las voces feministas que más abogó por la inclusión de todos y todas en el movimiento, como fue bell hooks. Su obra, El feminismo es para todo el mundo (2017), interpela directamente desde su título. Bell hooks defiende la idea de que el feminismo es una herramienta crítica contra el sexismo, un sexismo que nos atraviesa a todos, teniendo como principales damnificadas a las mujeres. Pero, y esto es lo llamativo de su propuesta, bell hooks no considera que todas las mujeres sean inocentes, ni todos los hombres culpables; que hay mujeres que pueden reproducir el sexismo y hombres que sean importantes aliados contra él; que hay mujeres que defendiendo un feminismo más radical y hostil han contribuido a que desde los medios no hayan hecho una buena pedagogía y se hayan limitado a los aspectos más controvertidos de algunas ideologías antihombres, residuales en los movimientos feministas pero ruidosos. Así, defiende una definición del feminismo como «un movimiento para acabar con el sexismo, la explotación sexista y la opresión» (p. 21).

Gloria Jean Watkins, conocida como bell hooks

Gloria Jean Watkins, conocida como bell hooks en 2004. Fuente: Wikipedia.

Bell hooks considera que si el feminismo se hubiera centrado en su toma de conciencia en el concepto del sexismo, y no tanto en el estilo de vida y en su estrategia en algunas ocasiones hostil, hubiera sido más difícil la conformación de un movimiento antifeminista: «Si se hubiera hecho hincapié en los grupos masculinos que enseñaran a los niños y a los hombres qué es el sexismo y cómo puede transformarse, a los medios de comunicación de masas les habría resultado imposible retratar al movimiento como antihombres. También habría evitado la formación de un movimiento masculino antifeminista» (pp. 33-34).

La voz de Clara Serra

Otra voz crítica de este feminismo de trincheras resuena en los últimos meses en el panorama nacional. Clara Serra, en El sentido de consentir (2024), nos propone una mirada crítica al concepto de consentir mostrando las oscuridades metodológicas que presenta. Este concepto está en la base del feminismo contemporáneo y de sus intentos de reforma legislativa.

Serra describe el feminismo de la dominación como una corriente que puso la idea del consentimiento como base para ofrecer una explicación crítica y feminista de la violencia sexual. Esta corriente, cuyo máximo exponente sería Catherine Mackinnon, defiende que las relaciones de las mujeres están insertas en una estructura patriarcal donde la dominación del hombre atraviesa toda relación entre hombres y mujeres. Frente a esta dominación, la mujer no puede distinguir si su consentimiento es real o si es un “falso positivo”: «[…] bajo los marcos del feminismo de la dominación -dice Serra-, el concepto de consentimiento es una trampa ideológica que sirve para encubrir lo que siempre se da en condiciones de fuerza» (p. 34).

Este tipo de doctrina, junto con el contractualismo sexual neoliberal, que define toda relación sexual en los parámetros de la transparencia y de las relaciones económicas, sitúa al feminismo contemporáneo, nos dice Serra, en relación con una idea de la mujer que no puede ser totalmente autónoma en ningún caso, puesto que la mujer, en última instancia, estaría ciega o coaccionada en su toma de decisiones.

Las teorías feministas contemporáneas en su búsqueda de una reformulación de las leyes bajo una mirada feminista, estarían tendiendo a una judicialización de la sexualidad de la mujer preocupante. En última instancia, un nuevo tutelaje. Cuando no es un juez, el tutelaje proviene de un Estado que decide cuál es el modelo de buena mujer o de mala mujer a la cual ofrecer sus servicios de protección social o no. Ninguna de estas opciones es óptima, dice Serra. «Confundir el poder con la violencia no solo conduce directamente a un moralismo culpabilizador y castigador para las mujeres, sino que también le estamos abriendo la puerta a una deriva punitiva imparable» (p. 56).

Búsqueda de un nuevo feminismo

Hay una necesidad para que el feminismo retome una idea de autonomía que se desvincule de las ideas de transparencia neoliberal o de la judicialización de la sexualidad femenina. Ni el deseo, ni el consentimiento, ni la voluntad son conceptos que se puedan subsumir y reducir a un mero eslogan, sino que son más oscuros e imprecisos a la hora de definirlos. Retomar la crítica del sexismo y reconfigurar estrategias hacia un feminismo más incluyente, como pedía bell hooks, sin perder radicalidad y crítica, sería un inicio para recuperar la base social perdida por el movimiento feminista. Es el momento de aglutinar a todas aquellas voces dispuestas a discutir ideas, como hacen estas autoras, y convertir y convencer a aquellas que niegan el valor a toda idea que no sea la suya, tan imbuidas de su propia hibris que están ciegas ante las guerras internas que ellas mismas han abierto, poniendo en peligro todo avance conquistado.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN: 3020-1411

Burgos, España

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