Carmen Cecilia Roz Faraco Profesora de la Universidad Isabel I.
Jue, 25/11/2021 - 10:20

Fotografía enviada por Cecilia de tres chicas saltando en el aire al atardecer

Tres chicas saltando en una playa al atardecer.

Serie: 'El reto del Profesor en Formación' (XV)

La práctica psicomotriz vivenciada es una gran herramienta pedagógica, preventiva y terapéutica que se utiliza en todas las etapas educativas, y que posee un gran beneficio en la etapa de la adolescencia, Bernard Aucutorier (2006) la define como “la construcción somatopsíquica del ser humano con relación al mundo que lo rodea” (p.17).  Esta construcción se lleva a cabo a lo largo del desarrollo del individuo. Siendo el adolescente una figura que pasa por diversos cambios físicos, psicológicos y emocionales durante esta etapa, tomando en cuenta que cada vez más en España la adolescencia es un cambio que en correlación con la edad cronológica es cada vez más prematura (estamos hablando de sujetos de 9 años de edad cronológica, los cuáles pueden presentar ciertas dificultades para relacionarse con sus iguales). Algunos niños, como lo manifiesta De González (2009) en su estudio, ya que tienen dificultad para ser aceptados por sus compañeros de clase.  

Dichas estructuras somatopsíquicas pueden o no estar preparadas para los cambios que están por venir, convirtiéndose la práctica psicomotriz vivenciada, en un recurso que, no sólo aborda el movimiento, sino la imagen corporal, la cognición, el aspecto emocional social, la relación entre iguales, y como el adolescente siente y aborda sus propias necesidades.

Tal cual lo menciona en sus estudios de caso Gómez y Arboleda (2021) en donde corrobora que la práctica psicomotriz vivenciada de Bernard Aucouturier (1985) aporta un crecimiento en el ámbito emocional de los individuos, destacándose por brindar al sujeto la posibilidad de una actividad motriz espontánea, centrándose en los aspectos socio-afectivos; siendo el acompañamiento del psicomotricista de gran importancia como observador e intérprete de los hechos que experimenta el individuo durante una serie de procesos, a través de los diversos momentos y espacios, que se llevan a cabo en el circuito psicomotriz, (tomando en cuenta su edad cronológica, su nivel de maduración y sus predilecciones), recoge Bernaldo, 2012.

Bernard Aucouturrier (2006) plantea, que todos los individuos tenemos una historia en nuestra corporalidad desde que somos gestados. Dichas fantasías de acción evolucionan con los sujetos a lo largo de su desarrollo, y es por ello, que la sala de psicomotricidad se convierte en ese espacio de regresión a la etapa intrauterina. Diversas angustias arcaicas acompañan al desarrollo emocional del sujeto, y dicha práctica vivenciada es un recurso invaluable para la prevención de diversas dificultades emocionales por las cuáles atraviesa el adolescente.

Tal cual lo menciona Michaux, (2013) en su investigación de casos clínicos, el psicomotricista es una figura que se compromete con todo su cuerpo, su mirada, su conducta tónico postural, su sonrisa, y sus emociones para realizar dicho acompañamiento, siendo el objetivo principal de su intervención garantizar el estatus simbólico de la interacción del individuo. La palabra clave en la intervención psicomotriz vivenciada es el “Acompañamiento” para poder observar los cambios que son transitorios o establecidos en la etapa de la adolescencia; les ayudan a poder mediar con sus emociones: la autoaceptación, la autorregulación de las emociones descontadoras que les afecta en dicha etapa o en la búsqueda de ¿Quién soy? y ¿Qué quiero ser?

Pero ¿Cómo podemos llevar a cabo la práctica psicomotriz vivenciada?

La práctica psicomotriz se establece a través de una planificación con estructura, pero flexible, que responderá a las necesidades del grupo o del sujeto. La misma está integrada por 5 espacios, los cuáles se definen como: ritual de entrada, espacio sensorio motriz, juego simbólico, espacio de representación y espacio de relajación.

¿En qué consiste cada uno de esos espacios o fases?

  • Ritual de entrada: es un espacio que le permite a los adolescentes poder manifestar sus emociones a través del acompañamiento y el compartir entre iguales. En este ritual los adolescentes pueden sentarse en una rueda de compartir de emociones manifestando a través de una palabra ¿Cómo se sienten? y ¿Por qué lo sienten?. Posteriormente, se dispondrá de el derribo de la barrera para poder trasladar el placer de actuar al placer de pensar y evocar el momento del parto.
  • Espacio sensorio motriz: a través de este espacio se establece un circuito motriz que les permite experimentar diversos placeres, estructurar el pensamiento, y concretizar esquemas, generalmente es un circuito en forma de cuadrado en donde los adolescentes ejercen diversos movimientos que el psicomotricista considere que los ayude en ese proceso de reacomodación.
  • Juego simbólico: en este punto el adolescente puede disfrutar del movimiento libre, explorar, observarse en el espejo mientras juega. Una de las premisas más importantes de la práctica psicomotriz vivenciada es que da la oportunidad al sujeto, en todas las etapas, de evocar sus etapas anteriores, darle un significado a su construcción de deseos, situaciones, ya sea de forma individual o grupal.
  • Espacio de representación: en dicho espacio el psicomotricista puede recrear una situación a través de la música, la historia, la mímica, brindando la oportunidad de expresar emociones, autorregularse, sentar las bases necesarias para una restructuración de los cambios psicológicos propios de la etapa. En este espacio el juego cooperativo o grupal tienen gran incidencia en la relación que puedan establecer con sus juegos, sin embargo, siempre es propicio dejar que el individuo represente de forma individual si así lo desea.
  • Espacio de relajación: en este espacio, el especialista de la sala aplica diversas técnicas para el grupo, con el fin de disminuir el estado de excitación que pueda manifestarse, cerrar ciclos y canalizar toda la energía.

Para una mayor experiencia, puedes consultar el vídeo de la especialista Ana Eugenio Maneiro, del instituto Psicopraxis.

Referencias bibliográficas:

  • De González, N. C. (2009). Las habilidades sociales en la adolescencia temprana: perspectivas desde la Psicología Positiva. Psicodebate. Psicología, cultura y sociedad, (9), 45-64.
  • Gómez, E. M., & Arboleda, I. G. (2021). Análisis de la psicomotricidad a través de la práctica psicomotriz de Bernard Aucouturier: estudio de casos (Analysis of psychomotricity through the psychomotor practice of Bernard Aucouturier: cases study). Retos, (39), 620-627.
  • Bernaldo, M. (2012). Psicomotricidad. Guía de evaluación e intervención. Madrid: Pirámide.
  • Aucouturier, B. (2004). Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz. Barcelona: Graó
  • Michaux, D. (2013). Les primícies de la intimitat: una filigrana de la Pràctica Psicomotriu Aucouturier. IN. Investigació i Innovació Educativa i Socioeducativa, 4(1), 84-94.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1859

Burgos, España

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