Carmen Viejo Díaz - Jue, 07/12/2023 - 10:06
Director de instituto impartiendo clase
Serie: 'El reto del profesor en formación' (LXVIII)
La responsabilidad de un director escolar abarca diversas áreas, desde supervisar la implementación de programas de estudio hasta organizar las instituciones educativas. Además, desempeña un papel crucial en el desarrollo del personal docente, la promoción de la investigación y la innovación en pedagogía, así como en la comunicación con padres y el público en general. Actúa como intermediario entre las escuelas y el Ministerio de Educación, establece relaciones con instituciones privadas y construye conexiones a nivel regional.
La función principal del director es organizar la enseñanza, asegurando su calidad y progreso. En este sentido, se enfatiza la importancia de otorgarles libertad en la selección de su personal, permitiéndoles formar un equipo cohesionado. Un director de escuela secundaria enfrenta la compleja tarea de organizar diversos cursos, especialmente los opcionales, considerando las variadas necesidades y elecciones de los estudiantes. Además, debe supervisar el trabajo de un considerable número de profesores y estudiantes, establecer una disciplina educativa sólida y flexible, y gestionar relaciones entre profesores, alumnos y padres.
Antecedentes, Evolución Histórica y Profesionalización
En España, desde 1985, se estableció un sistema de gestión escolar temporal que, aunque participativo, carecía de enfoque profesional. Este enfoque basado en la elección entre pares entre profesores resultó poco operativo. Sin embargo, la respuesta a estas limitaciones se manifestó en la reforma de 1995. En esta etapa, se implementó la exigencia de acreditación previa para los directores de los centros y se introdujo una cultura de evaluación. Este cambio marcó un intento significativo de infundir profesionalismo en la gestión educativa. Por ejemplo, se introdujeron programas de formación continua para directores, proporcionándoles herramientas y habilidades necesarias para liderar de manera efectiva. Además, se instauraron procesos de evaluación que permitían medir el desempeño de los directores, proporcionando una base objetiva para la mejora continua.
La idea de profesionalizar los equipos directivos, manteniendo la elección del líder por parte del consejo directivo, se ha consolidado en la educación pública. A pesar de este avance, existe un fenómeno peculiar en España, donde aproximadamente un tercio de los colegios son privados o concertados. Este hecho coloca a nuestro país como el segundo en términos del número de alumnos educados de forma privada, después de Bélgica. A pesar de que la ley de 1985 regula la educación privada, solo el 68% de los estudiantes están matriculados en la educación primaria pública. Esta cifra disminuye en la educación secundaria pública. En este contexto, se podrían incluir soluciones políticas que promuevan la igualdad de acceso y financiamiento equitativo para las instituciones públicas y privadas. Además, podrían fomentarse colaboraciones entre colegios públicos y privados para compartir buenas prácticas y recursos.
Desafíos actuales y estrategias futuras
A pesar de los esfuerzos realizados durante la década de 1990 para adoptar medidas de acreditación, informes de evaluación y esfuerzos de profesionalización, persiste la falta de atractivo para la profesión. Se podría abordar esta cuestión mediante la revisión de incentivos económicos y el diseño de programas de reconocimiento que destaquen los logros y contribuciones de los líderes escolares. Asimismo, podrían implementarse medidas para reducir la burocracia, simplificando los procedimientos administrativos y permitiendo a los directores centrarse más en liderar y mejorar la calidad educativa.
La gestión escolar en instituciones públicas españolas ha enfrentado diversas dificultades en las últimas décadas. A pesar de los esfuerzos de reforma, la colegialidad no ha llevado a una mayor participación docente ni a una distribución equitativa de responsabilidades. Para abordar esta situación, se podrían implementar modelos de gestión participativa, involucrando activamente a los docentes en la toma de decisiones clave. Además, podrían establecerse programas de mentoría para fomentar la colaboración entre directores experimentados y nuevos, permitiendo una transferencia de conocimientos y habilidades.
La hibridación entre gestión escolar y docencia en el sistema educativo español presenta una complejidad única. Tras haber sido elegido por sus compañeros, el director del centro, después de cuatro u ocho años de servicio, vuelve a ser profesor. Este ciclo crea tensiones y conflictos de roles difíciles de conciliar. Para abordar este problema, podrían implementarse programas de desarrollo profesional continuo que ayuden a los directores a equilibrar sus responsabilidades docentes y de gestión. Además, se podrían establecer políticas que reconozcan y valoren la contribución dual de los directores como educadores y líderes.
El Ministerio de Educación y Formación Profesional ha desarrollado un marco profesional para el liderazgo educativo, inspirado en experiencias internacionales. Este marco se enfoca en habilidades para el ejercicio de un liderazgo efectivo. Para implementar estas habilidades de manera efectiva, se podría establecer un programa nacional de desarrollo profesional para directores, centrado en áreas clave como la resolución de conflictos, la toma de decisiones estratégicas y la promoción de la innovación pedagógica.
El desafío actual radica en garantizar la estabilidad del liderazgo escolar mediante líderes comprometidos y calificados. Esto podría lograrse mediante iniciativas para hacer más atractiva la profesión, como la creación de un plan de incentivos que reconozca el papel vital de los líderes escolares. Además, se podrían establecer colaboraciones con universidades para ofrecer programas de formación específica en liderazgo escolar, brindando a los directores las herramientas necesarias para liderar con éxito.
En conclusión, el camino hacia una gestión escolar más efectiva y un liderazgo educativo sólido en España requiere un enfoque multifacético. La combinación de políticas que promuevan la equidad, programas de desarrollo profesional continuo, y la simplificación de procedimientos administrativos podría marcar un cambio significativo hacia un sistema educativo más eficiente y centrado en la calidad.
Bibliografía
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1859
Burgos, España
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