Jorge Rafael González - Mar, 22/02/2022 - 11:20
La galaxia vista desde un satélite cercano a la Tierra.
Desde que el hombre dejó de ser nómada, y las civilizaciones comenzaron a surgir en la faz de la Tierra, la humanidad se vio interesada en los astros celestes, aquellas diminutas luces en la inmensa oscuridad nocturna. Por lo tanto, la astronomía es tan ancestral como la historia del ser humano. Desde aquellos tiempos inmemorables, los ciclos constantes e inmutables de las estrellas durante cortos períodos de tiempo era una herramienta útil para predecir ciclos climáticos o simplemente estaciones para su actividad agrícola.
La astronomía ha sido usada por todas las culturas humanas desde la prehistoria, quedando monumentos arquitectónicos que son recordados como maravillas de la Humanidad como Stonehenge.
El disco celeste de Nebra es la primera representación más antigua conocida de la bóveda celeste y hay indicios que la civilización china fue la primera que agrupo las estrellas por constelaciones, y los griegos fueron quienes las agruparon por signos del zodiaco donde Sagitario es la que apunta al centro de la Vía Láctea.
La magnitud pudo ser la gran primera aportación de la Astronomía a las ciencias físicas. El mundo persa evolucionó la astronomía observacional para producir precisos calendarios al igual que los mayas y las rutas marítimas fueron creadas para que ayudaran a los portugueses y españoles en la Edad Medieval para su navegación. Copérnico, Brahe, Galileo, Kepler y otros hicieron las primeras aportaciones a las ciencias físicas con la determinación de los movimientos planetarios.
Edwin Hubble descubrió a principios del siglo XX, la existencia de otras galaxias y Albert Einstein expuso la célebre Teoría de la Relatividad General, que define que el universo está en expansión y el sacerdote Lemaitre fusionó las investigaciones de Slipher, Hubble y Einstein para afirmar la existencia del Big Bang y su expansión. El último gran hallazgo en el siglo XXI (2017) ha sido la confirmación de la existencia de ondas gravitacionales, existen en el planeta Tierra por la concurrencia de agujeros negros, temperaturas extremas y campos magnéticos inmensos.
A partir del pasado 25 de diciembre, con el lanzamiento del telescopio James Webb, el ser humano seguirá explorando el universo a nivel espacial y temporal, estando situado a 1 .5 millones de kilómetros de la tierra y 100 veces mas potente que su antecesor, el famoso Hubble.
La humanidad dará un paso hacia el pasado, cuando el telescopio James Webb empieza a funcionar captando sus primeras fotos, donde su capacidad de captación de luz podrá fotografiar las primeras estrellas y galaxias formadas 250 millones después del Big Bang.
Este telescopio contiene una genialidad tecnológica, y es la capacidad de la captación de la luz infrarroja, siendo su arma para viajar por el tiempo. Este viaje en el tiempo se produce debido al fenómeno físico de corrimiento al rojo. La luz es un espectro que se divide desde bajas energías hasta las más altas, donde solo una pequeña parte de espectro es la luz visible que somos capaz de ver cada día. La radiación electromagnética se desplaza hacia el rojo, que a menudo son luces viejas. Este fenómeno nos permitirá observar los cuerpos más lejanos de la Tierra y que adicionalmente se signa alejando de nosotros.
Se espera que para el verano del 2022 la NASA empiece a compartir las primeras imágenes del monstruo tecnológico y ver las estrellas más antiguas que jamás hayamos visto para ver el pasado y descubrir el futuro.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1794
Burgos, España
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