Coches eléctricos

24 de junio de 2025. Álvaro Bayón, profesor del Máster en Divulgación Científica de la Universidad Isabel I, ha analizado recientemente los resultados de un estudio que plantea una cuestión inquietante: ¿podría el silencio característico de los vehículos eléctricos estar aumentando el riesgo de accidentes en las ciudades? Así desarrolla esta pregunta en su blog.

Publicado en la prestigiosa Journal of Epidemiology and Community Health, el estudio revela que la tasa de atropellos en Reino Unido es más del doble en vehículos eléctricos que en los de combustión, y hasta tres veces mayor en zonas urbanas. Aunque la hipótesis más intuitiva apunta al bajo nivel sonoro de estos automóviles —que los hace difíciles de detectar para los peatones—, Álvaro Bayón advierte sobre los peligros de saltar a conclusiones apresuradas.

Correlación no implica causalidad. Es tentador pensar que el silencio es el culpable, pero el estudio no analiza causas, solo presenta los datos”, explica el profesor Bayón. De hecho, los autores del artículo, Phil Edwards, Siobhan Moore y Craig Higgins, también señalan las limitaciones del trabajo, cuyos datos proceden del periodo 2013-2017, una etapa en la que los coches eléctricos eran todavía poco comunes y apenas conocidos por los peatones.

El profesor Bayón explora otras posibles explicaciones: desde la concentración de vehículos eléctricos en entornos urbanos más transitados, hasta el hecho de que los conductores de estos automóviles suelen ser más jóvenes, con menos experiencia al volante. Incluso plantea que el fenómeno podría deberse a un “artefacto estadístico”, una falsa imagen causada por la antigüedad de los datos o el diseño del estudio.

El vehículo eléctrico como símbolo del cambio

Lejos de ver el silencio de estos vehículos como un inconveniente, Bayón lo interpreta como una de sus mayores virtudes: “La reducción del ruido en las ciudades debería ser una meta colectiva. El verdadero debate no es si los coches eléctricos son peligrosos por ser silenciosos, sino cómo adaptamos nuestras infraestructuras y comportamientos a esta nueva realidad”.

La Unión Europea ya ha abordado esta cuestión exigiendo que los vehículos eléctricos incluyan sistemas de alerta acústica (AVAS) que simulen un sonido a baja velocidad. Sin embargo, Bayón insiste en que la solución no debe limitarse a añadir ruido artificial, sino en educar tanto a peatones como a conductores, y profundizar en la investigación para obtener conclusiones más sólidas.

El problema no está en los coches silenciosos, sino en cómo nos relacionamos con ellos en entornos urbanos cada vez más complejos”, concluye Bayón. Mientras tanto, recuerda que la prudencia, tanto al volante como al cruzar una calle, sigue siendo nuestra mejor aliada.