Carlos Francisco Molina del Pozo

El catedrático Carlos Francisco Molina del Pozo.

25 de junio de 2025. El profesor Carlos Francisco Molina del Pozo, catedrático Jean Monnet “Ad Personam” de Derecho de la Unión Europea en la Universidad de Alcalá, catedrático de Derecho Administrativo y presidente del Instituto Eurolatinoamericano de Estudios para la Integración (IELEPI), es una de las voces más autorizadas en el ámbito del derecho de la integración y las relaciones UE-CELAC. En esta conversación, mantenida durante el III  Congreso UE-CELAC, organizado en la Universidad Isabel I, analiza con rigor crítico y profundo conocimiento la situación actual del vínculo birregional, los desafíos jurídicos y políticos que impiden el avance del acuerdo UE-MERCOSUR, y el papel crucial que la academia puede desempeñar en la consolidación de un espacio común eurolatinoamericano.

Profesor Molina, recientemente hemos visto quizás un renovado impulso en las relaciones entre la Unión Europea y la CELAC. ¿Cree usted que estamos ante un nuevo ciclo de cooperación más estratégico y estructurado?

Sí, yo diría que sí, aunque no se trata aún de un producto acabado ni perfectamente estructurado. Desde la tercera cumbre hasta ahora, ha habido avances importantes: reuniones de ministros, contactos bilaterales, diálogo político… Es cierto que el contexto mundial es muy desestructurado —en lo comercial, lo geopolítico, lo ambiental— y todavía hay muchos temas por abordar. Pero algo se ha movido. El reto ahora es que los acuerdos no solo se firmen, sino que se ratifiquen en sus compromisos. Hay que concretar, dar nombre y apellido a cada uno de ellos; y eso es más complicado.

¿Cuáles considera que son los principales desafíos jurídicos y políticos que deben superar ambos bloques para consolidar una alianza efectiva?

Esa es la gran pregunta. Y la respuesta pasa necesariamente por los políticos. Son ellos quienes tienen la capacidad y responsabilidad de hacer las reformas necesarias. La ciudadanía está expectante, pero limitada en su acción. Además, vivimos una coyuntura muy compleja.

China está ganando terreno en América Latina, llenando vacíos que otros han dejado. Y muchos latinoamericanos valoran esa presencia porque se traduce en inversiones reales. Pero ahí Europa tiene una oportunidad única: existe una historia común, una lengua compartida, una cultura semejante. Eso pesa. La mayoría de los ciudadanos latinoamericanos se sienten cercanos a Europa, más allá de discursos aislados sobre neocolonialismo. La mayor parte de los ciudadanos quieren, saben que Europa es lo suyo y es su ancestro, son europeos y luchan por conseguir el pasaporte europeo, además del suyo. En fin, que hay una relación, que eso es claramente favorable a Europa.

Usted ha defendido en múltiples ocasiones la necesidad de reforzar el marco normativo común entre la UE y la CELAC. ¿Qué instrumentos jurídicos permitirían avanzar hacia esa convergencia?

Los acuerdos birregionales son fundamentales. Ya existen marcos con México, Chile, la Comunidad Andina, el SICA… y seguimos esperando el gran acuerdo con MERCOSUR, que lleva casi 30 años negociándose. Pero más allá de los tratados individuales, yo apuesto por un acuerdo estratégico común UE-CELAC, entre los 33 países de América Latina y Caribe y los 27 de la Unión Europea. Eso daría un marco jurídico estructural para nuestras relaciones. Pero, hay que establecer y firmar un acuerdo estratégico común entre los 33 países de la CELAC más 27 países de la UE. Eso sería lo ideal.

En relación al acuerdo UE-MERCOSUR, ¿Cuáles son los principales obstáculos que lo están ralentizando y qué consecuencias tiene este retraso?

Las consecuencias son nefastas. Estamos perdiendo tiempo y oportunidades de estrechar una relación que sería beneficiosa para ambas partes. Hay obstáculos jurídicos, como la acusación de extraterritorialidad de las normas europeas —sobre todo en lo medioambiental—, pero muchas veces son excusas políticas.

La UE no impone sus reglas: está aplicando compromisos firmados por todos en el Acuerdo de París. Lo que pasa es que algunos, como Brasil o Argentina, ven estos estándares como imposiciones. Pero no lo son. Se trata de respetar acuerdos multilaterales que ellos mismos firmaron.

En el Acuerdo Birregional Mercosur-UE, yo asistí a la apuesta de la primera piedra, que fue el 15 de diciembre del 95. Me acuerdo perfectamente porque fue en presidencia española de la Unión Europea, la segunda presidencia que tuvimos del Consejo. Y recuerdo perfectamente de esa tarde y la felicidad que emanaban ambas regiones. Han pasado 30 años y al margen de algunas declaraciones de intenciones, todavía no se ha hecho realidad.

Carlos Francisco Molina del Pozo

El profesor Molina del Pozo durante la entrevista.

¿Y desde el lado europeo? España podría ser un interlocutor válido en esa conexión.

Aquí el principal freno lo están poniendo algunos sectores, como los agricultores franceses, que temen la llegada de productos del MERCOSUR. Del otro lado, algunos latinoamericanos temen la entrada de productos industriales europeos. Pero todo acuerdo comercial implica concesiones. Lo importante es que el beneficio colectivo supera con creces cualquier perjuicio parcial. El acuerdo es equilibrado, establece límites, y crearía un mercado conjunto de más de 800 millones de personas.

¿Ve cercano ese acuerdo?

Tengo esperanza de que se firme por fin en la próxima cumbre. La situación global, con la deriva aislacionista de Estados Unidos, está forzando a muchos a buscar alianzas sólidas. La UE y MERCOSUR pueden convertirse en un bloque fuerte. Confío en que la cumbre lo logre, aunque luego quede el paso complejo de la ratificación en los parlamentos nacionales —33 en América Latina y 27 en Europa—, además del Parlamento Europeo y el Parlasur (Parlamento de Mercosur).

Hablemos del papel de la universidad. Usted ha trabajado durante décadas en la promoción de la integración desde una perspectiva académica. ¿Qué aportes concretos puede hacer el mundo universitario a la consolidación del espacio eurolatinoamericano?

Estoy convencido de que la academia es un pilar esencial. Desde el IELEPI trabajamos activamente por la consolidación de una universidad eurolatinoamericana. Porque la universidad genera pensamiento, aporta ideas y actúa con más independencia que los gobiernos. Los académicos tenemos el privilegio de poder pensar en el largo plazo. No estamos sujetos al ciclo político. Y eso nos permite dar soporte reflexivo y conceptual a los procesos de integración. Aquí mismo, en este congreso, en menos de 48 horas han surgido ideas que podrían ser semillas de iniciativas reales.

 

La visión del profesor Carlos Francisco Molina del Pozo es la de un europeísta y latinoamericanista convencido, pero también profundamente realista. La integración entre ambos bloques no es una quimera ni una utopía: es una necesidad urgente. Frente a la geopolítica cambiante, a la emergencia climática y a la incertidumbre comercial, la alianza estratégica entre la Unión Europea y América Latina aparece como una de las pocas respuestas coherentes y sostenibles. Para alcanzarla, hace falta voluntad política, reformas jurídicas, y sobre todo, pensamiento académico. Y en ese terreno, la voz del profesor Molina sigue siendo una brújula.