
Reno en el Ártico.
20 de mayo de 2025. Diego Arceredillo, profesor del Máster en Divulgación Científica de la Universidad Isabel I, ha participado recientemente en la publicación de un artículo científico sobre los hallazgos en el yacimiento de la Cueva de Baio, situada en la provincia de Guipúzcoa. Este enclave paleontológico ha aportado restos fósiles de gran valor para el estudio de las faunas frías asociadas a la última gran glaciación, ofreciendo nuevas claves sobre la distribución meridional de especies como el mamut o el reno, así como sobre los ecosistemas del Paleolítico Superior en la península ibérica.
“El estudio de faunas adaptadas al frío en el contexto ibérico es esencial para entender cómo estas especies alcanzaron latitudes tan al sur, y cuál fue su relación con las ocupaciones humanas”, destaca Arceredillo. Los restos localizados incluyen herbívoros como el reno (Rangifer tarandus) y el ciervo rojo (Cervus elaphus), además de carnívoros y pequeños roedores. Estos fósiles han sido datados en el Châtelperroniense y el Auriñaciense Tardío, momentos cruciales en la transición del Paleolítico Medio al Superior.
El interior de la Cueva de Baio
La Cueva de Baio se sitúa en un entorno geológico favorable para la conservación de restos paleontológicos, lo que ha permitido recuperar evidencias que se suman a otros hallazgos similares en la cornisa cantábrica. El patrón de acumulación sugiere una predominancia de la acción de carnívoros, con una intervención humana escasa y con procesos tafonómicos naturales también implicados. “Se trata de un yacimiento donde la naturaleza ha sido la principal agente de acumulación, lo que le otorga un valor especial para el estudio de los ecosistemas y la fauna en ausencia de impacto humano significativo”, añade el profesor de la Universidad Isabel I.
Este tipo de registros fósiles no solo permite reconstruir los paisajes climáticos del pasado, sino también comprender cómo las especies adaptadas al frío, hoy extinguidas o desplazadas hacia el norte, coexistieron durante milenios con los últimos grupos de neandertales y los primeros humanos modernos. La datación del yacimiento lo sitúa en un momento de fuerte inestabilidad climática, coincidiendo con episodios de retroceso glaciar, cambios en la vegetación y profundos impactos en la distribución de la fauna.

Entrada de la Cueva de Baio (Guipúzcoa).
Además de su valor paleontológico, la investigación en la Cueva de Baio refuerza la importancia de los estudios interdisciplinarios en arqueología, paleoecología y divulgación científica. El profesor Arceredillo destaca que “este tipo de trabajos no solo aporta conocimiento científico especializado, sino que permite acercar al público general una historia profunda de nuestro territorio, ligada a los cambios climáticos del pasado y sus efectos en la vida”.
La Cueva de Baio se suma así a otros yacimientos clave del norte peninsular, como El Castillo o La Viña, que han permitido avanzar en la reconstrucción del comportamiento humano, la dinámica faunística y el clima durante los últimos 50.000 años. El trabajo publicado forma parte de un esfuerzo colectivo por documentar con rigor científico cómo fue la vida en la Europa glacial y cómo los ecosistemas respondieron a los cambios drásticos del entorno.