
Patricio Pérez-Armijo, director del máster en nutrición y dietética para la práctica deportiva en los laboratorios de nutrición
3 de julio de 2025. El profesor Patricio Pérez-Armijo, director del Máster en Nutrición y Dietética para la Práctica Deportiva de la Universidad Isabel I, ha participado en un estudio multicéntrico que vincula directamente los patrones dietéticos con los estilos de vida sostenibles. El estudio se llevó a cabo entre marzo de 2023 y enero de 2024, con una muestra total de 6.412 participantes y la colaboración de una veintena de investigadores.
Los resultados se han publicado en un número especial de la revista Foods, una publicación científica de acceso abierto, reconocida por su impacto en el ámbito de la nutrición y la ciencia alimentaria, dentro de la colección Food Habits, Nutritional Knowledge and Nutrition Education.
La investigación, de carácter observacional, analítico y transversal, tuvo como propósito identificar la relación entre distintos patrones dietéticos (desde la dieta occidental hasta la vegana) y el grado de sostenibilidad del estilo de vida de los participantes. Para ello, se empleó un cuestionario autoadministrado online que evaluó variables sociodemográficas, tipo de dieta, índice de masa corporal (IMC) y una encuesta sobre estilos de vida sostenibles.
“El estudio evidencia que lo que comemos no solo influye en nuestra salud, sino también en la del planeta. Transformar nuestros patrones alimentarios es una necesidad urgente”, señala el Dr. Pérez-Armijo.
La dieta vegana, en el top de la sostenibilidad
El patrón dietético predominante fue el omnívoro (41,5%), seguido por el occidental (21,7%) y el mediterráneo (12,7%). España, por otro lado, está dominada por la dieta mediterránea, que incluye alimentos como frutas y verduras, cereales integrales, legumbres, nueces y semillas, y una abundancia de aceite de oliva. Sin embargo, las conclusiones muestran con claridad que los participantes con dietas veganas (β: 14,90; IC del 95%: 9,75 –20,05) y lacto-ovo-vegetarianas (β: 12,08; IC del 95%: 8,57 –15,58) obtuvieron las puntuaciones más altas en sostenibilidad.
En el otro extremo, la dieta occidental mostró una asociación negativa con la sostenibilidad (β: −5,63; IC del 95%: −7,20 a −4,06). Esta asociación negativa se reflejó también en subcomponentes como el impacto ambiental y los hábitos de consumo responsable. “Una dieta vegana se asocia sistemáticamente con niveles más altos de sostenibilidad en todas las áreas evaluadas”, apunta el estudio.
“Por el contrario, la dieta occidental muestra una asociación negativa significativa con la sostenibilidad”, matizó el profesor Pérez-Armijo.
Participación internacional
El estudio contó con participantes de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, entre otros países. Aunque no representó a la totalidad de la población general, logró captar una diversidad geográfica y cultural significativa, reflejando una amplia gama de prácticas alimentarias. Todos los investigadores son miembros de la Red Latinoamericana de Investigación en Alimentación y Nutrición (RedLIAN), lo que ha facilitado una colaboración científica sólida y coordinada entre los países participantes. “Esta investigación permite dar un paso más allá en el diseño de políticas públicas. Ya no se trata solo de promover una dieta saludable, sino también sostenible”, destaca Pérez-Armijo.
Dietas basadas en plantas
La investigación no sólo analiza la sostenibilidad ambiental de las dietas, sino también su impacto en la salud física y mental. Estudios complementarios citados en el trabajo muestran que las personas con una alimentación basada en plantas presentan menor riesgo de depresión, ansiedad y estrés psicológico. Además, las dietas con bajo contenido en carne y alto consumo de legumbres y cereales integrales están asociadas con una mayor esperanza de vida.
A nivel ambiental, se señala que las dietas occidentales (ricas en alimentos ultraprocesados, azúcares, carnes procesadas y grasas saturadas), contribuyen en gran medida a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), la deforestación, el desperdicio de alimentos y la pérdida de biodiversidad. “Garantizar una dieta saludable y sostenible debe ser una prioridad mundial. Los patrones alimentarios basados en plantas, adaptados a las culturas locales, son parte de la solución”, afirman los investigadores.
Plato de dieta equilibrado
Educación, equidad y problemas pendientes
Aunque el estudio destaca las ventajas de las dietas basadas en plantas, también reconoce algunos problemas para su adopción en América Latina: inseguridad alimentaria, deficiencias nutricionales (especialmente hierro, yodo y vitamina B12) y el acceso limitado a información confiable, ya que muchos vegetarianos y veganos obtienen sus conocimientos principalmente de internet, no de profesionales sanitarios.
Además, la investigación señala desigualdades por sexo y nivel educativo: las mujeres y las personas con mayor nivel socioeconómico, tienden a seguir patrones más saludables y sostenibles.
Entre las principales fortalezas del estudio, destacan la amplia participación internacional, el uso de encuestas validadas y el enfoque multidimensional del análisis. En cuanto a las limitaciones, se menciona el carácter autoinformado de los datos, la falta de representatividad estadística de la población general y una sobrerrepresentación femenina en las respuestas. Aun así, el estudio representa uno de los esfuerzos más amplios y sistemáticos en la región para comprender la relación entre alimentación y sostenibilidad.
Hacia un futuro más saludable y sostenible
Este trabajo se alinea con las metas de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, especialmente en lo referido a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con el consumo responsable, la salud y el bienestar, y la acción por el clima. “Los resultados apoyan firmemente la promoción de dietas basadas en plantas en América Latina y España, respetando las particularidades culturales, económicas y ambientales de cada país”, concluye el Dr. Pérez-Armijo.
En un contexto de crisis climática y desafíos nutricionales globales, este estudio pone de relieve el poder transformador de nuestras decisiones alimentarias, tanto a nivel individual como colectivo. Comer de forma sostenible ya no es una opción marginal, sino una urgencia planetaria.