Génesis con una alumna trabajando en el proyecto

Génesis Aileen Guerrero con uno de los alumnos preparando el trabajo sobre violencia de género.

30 de junio de 2025. En el corazón de Arnedo, un grupo de estudiantes de cuarto de la ESO del IES Sagrado Corazón de Arnedo (La Rioja), guiados por docentes y el departamento de orientación, ha transformado su sensibilidad artística en un potente cortometraje contra la violencia de género. Génesis Aileen Guerrero, estudiante en prácticas del Máster de Formación de Profesorado de la Universidad Isabel I, ha sido una de las piezas clave del proyecto. El cortometraje no solo ha sido reconocido con un premio regional, sino que ha generado una reflexión profunda dentro de la comunidad educativa. En esta entrevista, Génesis nos cuenta cómo se gestó la idea, cuál fue su papel como orientadora en formación y qué impacto ha tenido esta experiencia tanto en los jóvenes como en su propia visión profesional.

¿Cómo surgió la idea de participar en un proyecto sobre violencia de género durante tus prácticas?

Todo empezó en el departamento de orientación del centro, cuando la profesora Belén Domínguez, de Expresión Artística, pidió colaboración para trabajar la violencia de género con su alumnado. Querían enfocar el tema desde una perspectiva que los adolescentes pudieran entender y sentir cercana.

Fuimos a la clase de los alumnos de 4º de la ESO para hablar sobre cómo percibían la violencia de género, qué sabían del tema, qué ejemplos veían en su día a día. Queríamos que sintieran que el tema les toca, que no es algo ajeno. A partir de ahí, fuimos construyendo ideas junto con las composiciones artísticas que se habían trabajado previamente en clase para encaminarlas al cortometraje.

¿La idea del cortometraje surgió en ese momento?

La idea del cortometraje se planteó a todos los centros de La Rioja y como competencia curricular del centro, se les presentó la idea al alumnado como parte de una iniciativa regional. Como ya habían trabajado composiciones artísticas en el trimestre anterior, se aprovechó ese material y se les propuso a los alumnos de cuarto unir todo en un proyecto audiovisual. Ellos aceptaron con mucho entusiasmo, y ahí empezó el desarrollo del guion y el cortometraje.

¿Cuál fue tu principal contribución al proyecto y cómo integraste los conocimientos del máster?

Sobre todo, aporté una implicación personal. Compartí experiencias y patrones que conocía, tanto de mi entorno como de campañas de prevención que había visto, para ayudarles a identificar situaciones de violencia psicológica, como la sutileza de la manipulación. Quise que me vieran como alguien cercana, no como una profesora que da una lección, sino como una persona con la que podían hablar de tú a tú.

Desde lo aprendido en el máster, enfoqué el trabajo en fomentar la igualdad de género y mostrar que la violencia puede detectarse también en lo cotidiano, en lo que ven en redes sociales, en cómo se relacionan. Les ayudé a ver que este tipo de educación no se limita a una asignatura, sino que puede estar presente en varias áreas como la científica o la literatura y que puede canalizarse a través de la expresión artística.

Los alumnos trabajando en el proyecto con sus profesoras

Los alumnos trabajando en el proyecto con sus profesoras.

¿Cómo fue el proceso de creación del guion con el alumnado?

Al ser un grupo pequeño, trabajaban por parejas formadas por un chico y una chica, para que pudieran aportar diferentes puntos de vista. Planteábamos una situación problemática y pensábamos juntos una respuesta constructiva. Queríamos que los chicos también reflexionaran desde la empatía y el apoyo, no desde la crítica o el juicio.

A partir de ahí, ellos proponían ideas y nosotros les ayudábamos a ordenarlas en un guion, respetando siempre su lenguaje, para que el mensaje fuera natural y cercano a su realidad. Luego eligieron qué composiciones artísticas acompañaban a cada parte del guion, y grabaron el cortometraje mostrando solo sus manos. No querían mostrar sus rostros para que el mensaje fuera más universal y no se centrara en una persona concreta.

¿Cuál era el mensaje central que queríais transmitir con el cortometraje?

Queríamos mostrar que la violencia de género no es solo física, también puede ser psicológica, y que a veces esta última es más difícil de detectar y más dañina. Es un problema que necesita la implicación de toda la comunidad, no solo del alumnado, sino también del profesorado, las familias y la sociedad en general. La prevención es clave, y para eso hay que empezar desde edades tempranas.

¿Qué impacto ha tenido el proyecto en el alumnado?

Hubo mucho impacto. Algunos alumnos se daban cuenta de que ciertas conductas que vivían o veían eran ejemplos de violencia psicológica, aunque al principio se lo tomaban a broma. Al final entendieron que eran cosas serias. La interacción con ellos nos ayudó a detectar situaciones que merecían seguimiento, y también a generar conciencia. Algunos defendían esas situaciones como normales, pero al ver otras perspectivas, se replanteaban su realidad.

¿Cómo valoras la implicación de toda la comunidad educativa?

El proyecto empezó solo con cuarto de ESO, pero luego se sumaron otros cursos. Participaron alumnos de tercero, el director, el departamento de orientación… Incluso una alumna de primero de ESO, que ayudó con el diseño del título del cortometraje. Fue una colaboración total, que se fue extendiendo por el centro. El apoyo fue increíble. Al ver el resultado final, el centro entendió la importancia de proyectos así y se involucró aún más.

¿Cómo fue la experiencia de participar en el concurso regional y ganarlo?

Presentamos el cortometraje al concurso regional, y a las pocas semanas nos avisaron de que estábamos entre los finalistas. En la proyección en Logroño vimos todos los cortometrajes seleccionados. Cuando dijeron el segundo premio, nos dimos cuenta de que quedaba solo uno… y era el nuestro. Fue una alegría enorme, (dice entre risas) sobre todo por cómo reaccionaron los alumnos. Sin que nadie se lo pidiera, salieron a hablar, contaron lo que había significado para ellos el proyecto, lo que habían aprendido y la importancia que les supuso haber participado.

Los alumnos ganadores del premio

Los alumnos recogiendo el premio con sus profesoras. Génesis, la primera por la derecha.

¿Qué significa para ti que el cortometraje se exponga en el certamen Octubre Corto de Arnedo, tu pueblo?

A nivel personal, es muy importante. Me hace sentir que estoy aportando algo positivo a mi comunidad, visibilizando un problema real, no solo entre adolescentes, sino también entre adultos. Y profesionalmente, significa poner en valor la figura de la orientación educativa. No solo estamos en el aula o resolviendo conflictos, también podemos estar liderando proyectos que lleguen a toda la sociedad.

¿Crees que la educación audiovisual es una herramienta eficaz para trabajar estos temas con los jóvenes?

Totalmente. La sociedad es cada vez más visual y tecnológica. Los jóvenes se identifican más con vídeos, imágenes o contenidos interactivos. Las redes sociales influyen mucho en sus emociones. Si queremos llegar a ellos, tenemos que usar su lenguaje y sus canales. La educación audiovisual permite eso: que se identifiquen con los mensajes, que se reconozcan en las historias que se cuentan y que aprendan de forma más cercana y significativa.

¿Esta experiencia te anima a seguir impulsando proyectos similares en tu futura carrera profesional?

Sí, sin duda. Nunca pensé que acabaría participando en un cortometraje de estas características, pero ha sido una experiencia muy enriquecedora. Me encanta la tecnología, y si puedo combinarla con proyectos que promuevan valores y generen conciencia, voy a seguir haciéndolo siempre que tenga la oportunidad.

 

Génesis ha transformado una experiencia de prácticas en una lección de vida. El proyecto no solo ha visibilizado un problema real entre adolescentes, sino que ha demostrado que la orientación educativa y el arte, bien integrados, pueden generar cambios reales en la percepción y en la acción. Génesis, como futura orientadora, ha vivido una experiencia transformadora que le ha enseñado no solo a guiar, sino a implicarse desde lo humano, lo visual y lo colectivo. Porque cuando los jóvenes sienten que el mensaje también es suyo, la prevención empieza a tener sentido.

El cortometraje, premiado en el certamen regional contra la violencia de género, se proyectará próximamente en el Festival de Cine Octubre Corto de Arnedo.