David Mota Zurdo - Mié, 02/06/2021 - 11:30
Monumento en bronce de los Beatles en Liverpool
Serie: 'Haciendo Historia' (XLV)
Portada Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band Fuente: El Rock es cultura
El cambio social en la segunda mitad del siglo XX: pieza clave en la evolución del espacio cultural
Es difícil no caer en el estereotipo cuando se explican los procesos sociopolíticos y culturales acaecidos en Europa occidental durante la década de 1960. Fueron años marcados por la Guerra Fría, el cambio social, la conflictividad, la juventud, la libertad sexual, la nueva izquierda, el auge de la cultura popular o la reclamación de diferentes derechos sociales. La prosperidad económica de los años cincuenta trajo consigo bienestar y mejoras en la nutrición, lo que favoreció un aumento demográfico muy significativo: un baby boom (Judt, 2010: 88).
Junto con el crecimiento de la población joven hubo un aumento de la demanda de productos culturales que se concibieron en contraposición a los padres, como elemento transgresor. La radio y, por supuesto, la televisión, se convirtieron en los ejes de este nuevo nicho cultural, que se vio ampliamente favorecido por su progresiva internacionalización (Judt, 2010: 89).
La generación del baby boom tuvo un nuevo concepto del lugar que ocupaba en el mundo. Fue un cambio social, un punto de no retorno para la historia del siglo XX, que colocó a los jóvenes en el centro del relato: la juventud fue la protagonista de la historia de la segunda mitad de la centuria. Hasta la década de 1950, lo habitual había sido que la juventud se adentrara progresivamente en un mundo dominado por personas de avanzada edad, que representaban al establishment, del que debían ganarse su favor porque su influencia era determinante para lograr avances sociales y políticos colectivos e individuales.
Chuck Berry. Fuente: Revista Diapasón
Todo cambió gracias a las transformaciones que se fueron produciendo en el ámbito cultural. Por ejemplo, en el terreno del ocio, pese a las resistencias de los sectores de poder, los cambios fueron frenéticos en el ámbito normativo, de valores y de estilos. La música y los espacios de sociabilidad se centraron en 'lo joven': programas, revistas, tiendas, productos, incluso industrias enteras se dirigieron en exclusiva a la juventud. Hubo una simbiosis entre cultura juvenil y de masas que tuvo su impacto más directo en la vestimenta, la música o el peinado. Los mass media hicieron el resto: propiciaron la expansión de esta nueva cultura desde el mundo anglosajón al resto del globo, salvo en determinados casos en que hubo una prohibición explícita de esta nueva moda (u ola) o se promovió una alternativa local, como sucedió en determinados países del sur y este de Europa (Judt, 2006: 575-576).
Esta nueva industria del ocio y la sociabilidad tuvo un objetivo claro: atraer a la juventud de clase media y a sectores sociales con capacidad adquisitiva para sufragarse la entrada a un concierto o la compra de discos. Se conformó así una cultura juvenil de contrapoder que afectó a diferentes ámbitos. En Reino Unido, los músicos se fijaron en el sonido del Rhythm & Blues afroamericano y construyeron canciones, cuyas letras eran sobre lo cotidiano, que se realizaron en un tono coloquial y que se centraron en las vivencias de la clase trabajadora. Se gestó así la música popular y con ella una nueva cultura que en poco tiempo superó la frontera británica y que arrastró consigo a toda la juventud (Ladrero, 2016).
El impacto del cambio fue tremendo. Tony Judt (2006) ha señalado que la ejecución y el uso de un tono desobediente, con letras insustanciales, hizo que en los países centroeuropeos como Austria (una de las cunas de la música clásica) la interpretación de música pop británica o norteamericana constituyera 'una falta de respeto hacia los atónitos padres, de la generación de Hitler. La música, por decirlo así, protestaba por ti' (p. 577). En efecto, que los temas que rodearon las canciones fueran la droga, la lucha de clases o la libertad sexual, y que los músicos que las interpretaron vistieran con looks excéntricos como el Carnaby Street o el asexual hippie contribuyó a que inicialmente no se tomara en consideración a la música popular y se la considerara una simple irreverencia de la juventud (Marwick, 2005: 781).
Carnaby Street. Fuente: Wikipedia
Música POPular: Reino Unido cuna europea del cambio. De Elvis a los Beatles
La música popular y de masas tuvo un impacto determinante en todo el bloque occidental, pero fue Reino Unido, cabeza de puente de su postrera propagación por el viejo continente, el país europeo en el que se produjeron más sinergias y simbiosis culturales. La II Guerra Mundial y, sobre todo la reconstrucción de posguerra, contribuyó a que hubiera un movimiento constante de personas de diferentes partes del mundo, aunque en su mayoría procedieran de las colonias británicas y de Estados Unidos. Este trasiego de personas dejó una impronta cultural notable que favoreció la hibridación musical. Por ejemplo, los soldados norteamericanos exportaron el rock & roll y el skiffle (un estilo improvisado de jazz, blues y folk), teniendo un fuerte impacto en la juventud británica de la década de 1950 (Heatley, 2007: 54).
El estilo musical del rock nació en los primeros años de esa década de la mano tanto de Bill Haley and His Comets y su 'Rock around the clock' como de Elvis Presley y su 'That’s all right'. Ahora bien, el término rock & roll ya se utilizaba en años previos para denominar al boogie woogie, al blues, al jazz, al rhythm and blues, al folk, al gospel y al country estadounidense y de raíces afroamericanas (Blanning, 2011: 478). Poco a poco el término fue siendo asumido por la sociedad, al calor de la programación de canciones de este estilo en la radio, pero, sobre todo, por la atención que los jóvenes de raza blanca comenzaron a prestarle. De este modo, excelentes músicos afroamericanos como Little Richard, Fats Domino o Chuck Berry pasaron de ser catalogados como «race music» y, por tanto, relegados a un plano subsidiario, a darse a conocer con la etiqueta de rock & roll.
No hay duda de que Elvis Presley fue el cantante más representativo del rock, porque se convirtió en un fenómeno de masas que superó las fronteras norteamericanas. Sin embargo, antes que él hubo grandes compositores como Buddy Holly, Bill Haley o Jerry Lee Lewis. Estos artistas blancos recibieron un impulso estratégico por determinados lobbys racistas para poner freno a la música afroamericana. De este modo, se colocaron en primer plano y su influencia traspasó fronteras: en Reino Unido emergieron grupos como The Shadows o artistas como Billy Fury que se fijaron en ellos (Perone, 2009: 27; Ladrero, 2016: 103; García Lupiola, 2007: 79).
Elvis Presley. Fuente: Prensa Libre
Este nuevo género musical se difundió muy rápido, hasta el punto de que tanto Estados Unidos como la Unión Soviética lo consideraron un elemento subversivo peligroso. Los primeros lo interpretaron como una herramienta más del socialismo para pervertir a la juventud con soflamas políticas y los segundos un instrumento del capitalismo para socavar la voluntad de los jóvenes soviéticos. En Reino Unido, por su parte, varios músicos de vanguardia lo vieron como una amenaza: 'una trampa para músicos poco dotados', según se publicó en New Left Review (Norton, 1998: 71-72; Kutschke y Barley, 2013: 173).
Pero la capacidad de subversión del rock pronto se vio mermada cuando figuras de primer orden como Presley, que habían predicado contra el establishment, se alistaron en el ejército para servir a su país. Los mass media instrumentalizaron esta circunstancia y las discográficas utilizaron a su favor el discurso del rock en su propio beneficio: se explotó la imagen del rebelde que a la hora de la verdad volvía a la vereda, al camino correcto, para servir a su patria. Todo era plástico y artificio. El desencanto por la pérdida de la autenticidad inicial de este movimiento musical fue significativo, pero no determinante.
En Reino Unido, lo subversivo pasó a ocupar todo el espacio musical juvenil: una buena muestra de ello es la eclosión de bandas como The Animals, The Kinks, The Zombies, The Who, The Beatles o The Rolling Stones. Muchos de estos explotaron su imagen de rebelde antisistema, pero pocos de ellos fueron de origen humilde; es decir, que la rebeldía tenía tanto de impostura como de recurso transgresor con el que marcar diferencias con la generación de sus padres. Por ejemplo, si se contrapone la extracción social de los Rolling (que utilizaron su imagen de rebeldes hasta la saciedad) con la de los Beatles (más comedidos), se comprueba que los primeros eran de la clase media londinense, mientras que los de Liverpool (salvo McCartney) eran de extracción obrera (Judt, 2006: 576; Marwick, 1986: 136).
El fenómeno beatle y el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band
Aunque los Rolling tuvieron un importante papel en la difusión del rock, lo cierto es que los Beatles se convirtieron rápidamente en un fenómeno de masas, cuyo sonido invadió todo Occidente. De hecho, con ellos se propagó la música Pop (acrónimo de popular). Su capacidad de convocatoria atestigua este hecho hasta el punto de que el grupo de los de Liverpool se convirtió en el modelo a seguir para la juventud británica. El Gobierno del 10 de Downing Street y la monarquía británica aprovecharon las circunstancias y con la finalidad de ganarse el favor de la juventud fueron recibidos en el Palacio de Buckingham en 1965, donde les concedieron la Medalla del Imperio Británico: el objetivo era actualizar a la institución regia y hacerla más moderna y pop.
The Beatles cruzando Abbey Road. Fuente: France 24
Pero el fenómeno beatle no tuvo parangón, ni precedente en Europa. De hecho, la capacidad de atracción de los del condado de Merseyside hizo que todo lo que rodeó a Paul McCartney, John Lennon, Ringo Starr y George Harrison (vida privada incluida) fueran noticia. Sus conciertos concentraron a miles de personas y con ellos se generalizó el fenómeno de groupie, fans que seguían a los músicos allá donde actuaban y en la mayor parte de los casos, aparte de acudir a los conciertos, les esperaban a su salida, en la puertas de los hoteles o les seguían por las calles (algo que ya había vivido Elvis Presley).
La calidad musical y su sonido fresco y diferente hizo que todos sus discos fueran muy esperados. Canciones como 'Love me do' o 'Twist & Shout', muy rítmicas y alegres, poco tenían que ver con otras composiciones más nostálgicas como 'Yesterday'. Por eso, desde la publicación de Please Please Me (1963), Rubber Soul (1965) o Revolver (1966) los fans esperaron ansiosos nuevos productos musicales que consumir que hubieran sido elaborados por los de Liverpool. Precisamente, este el motivo por el que se trae a colación la efeméride que rememora este artículo: el 1 de junio (día 2 en Estados Unidos) de 1967 se publicó Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Considerado como uno de los mejores discos de la banda, Sgt. Pepper’s es el álbum que más ha influido en la historia de la música popular contemporánea, principalmente por la incorporación de sonidos híbridos que lo alejaron del pop rock, como ya habían hecho en Revolver. Sgt. Pepper’s inauguró un nuevo sonido para el pop-rock, situado entre la psicodelia y el music hall, con canciones como 'Lucy in the Sky with Diamonds' (una canción también con mucha historia por su vinculación con el descubrimiento de los primeros restos de australopiteco en Etiopía) o 'Good Morning, Good Morning'.
Pero los Beatles también estuvieron en el centro de la diana mediática por asuntos polémicos. Fueron atacados en los medios por organizaciones anticomunistas y por las fuerzas políticas conservadoras estadounidenses cuando un año después publicaron en el disco doble The Beatles la canción 'Back in the U.S.S.R.', un tributo a la canción de Chuck Berry 'Back in the U.S.A.', en la que describían una experiencia que tuvieron en un vuelo a la Unión Soviética. Esta canción les valió la etiqueta de propagandistas del comunismo. Incluso la Nueva Izquierda les tildó de pro-soviéticos (Denissof, 1986: 393).
Fruto de la influencia de este disco y del de Revolver hubo un regreso al espíritu combativo del rock. En Estados Unidos junto a los Pete Seeger, Woody Guthrie o Bob Dylan y su canción protesta, nacieron otros grupos y cantantes de letras con profundo compromiso político como los Jimmy Hendrix, The Doors, Janis Joplin o Frank Zappa que se opusieron a diferentes acontecimientos de la política internacional como la Guerra de Vietnam y que se mostraron partidarios de movimientos sociales como el de los derechos civiles. Para muestra el siguiente botón: en septiembre de 1969 John Lennon devolvió la medalla del Imperio británico en signo de protesta por la política intervencionista de su país en el África subsahariana.
Este gesto, junto con el macroconcierto de Woodstock (un evento músico-político), fue tan sólo una pequeña muestra de los cambios que se fueron produciendo en el ámbito musical a finales de los 60: un prólogo de lo que ocurriría en la década siguiente con diferentes grupos y cantantes cuyo compromiso político se vio en muchos casos contrapesado con su adicción a las drogas, ya que muchos de ellos fallecieron como consecuencia de su consumo. Si bien, esto es ya otra historia (Frith, 1981; Blanning, 2011: 484).
Concierto de Woodstock (1969). Fuente: Thraks
Referencias
Blanning, T. (2011). El triunfo de la música. Los compositores, los intérpretes y el público desde 1700 hasta la actualidad. Acantilado.
Croft, A. (ed.). A Weapon in the Struggle: The Cultural History of the Communist Party in Britain, Pluto Press.
Denissof, S. (1986). Tarnished Gold: The Record Industry Revisited, Transaction Publishers.
Frith, S. (1981). The Music That Can Set You Free: The Ideology of Folk and the Myth of the Rock Community, Popular Music, 1, 159-168.
García Lupiola, A. (2007). Economía y Rock. La influencia de las relaciones internacionales y la economía mundial en el rock. Universidad del País Vasco.
Heatley, M. (2007). Rock & Pop. La historia completa, Manontroppo.
Judt, T. (2006). Postguerra. Una historia de Europa desde 1945. Taurus.
Judt, T. (2010). Algo va mal. Taurus.
Kutschke, B. y Barley N. (ed.). Music and Protest in 1968, Cambridge University Press.
Ladrero, V. (2016). Músicas contra el poder: canción popular y política en el siglo XX La Oveja Roja.
Marwick, A. (1986). British Society Since 1945, Penguin Books.
Marwick, A. (2005). The Cultural Revolution of the Long Sixties: Voices of Reaction, Protest, and Permeation, The International History Review, 27-4, 780-806.
Perone, J. E. (2009). Mods, Rockers, and the Music of the British Invasion. Praeger.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-398X
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