Nuria Corral Sánchez Profesora del Grado en Historia, Geografía e Historia del Arte
Mié, 18/05/2022 - 11:00

Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra en una vidriera de la catedral de San Pedro de Poitiers. Fuente: Wikimedia.Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra en una vidriera de la catedral de San Pedro de Poitiers. Fuente: Wikimedia.

Serie: 'Haciendo Historia' (LXXXI)

Viajemos en el tiempo 870 años atrás. Es 18 de mayo de 1152 y Burdeos presencia un acontecimiento que marcará la historia del Occidente medieval: el matrimonio de una mujer nacida en Poitiers, de unos 30 años, con un hombre natural de Le Mans, 11 años más joven. Ella es duquesa por derecho propio de Aquitania y Guyana, pero también condesa de Gascuña; él, duque de Normandía y de Anjou, se convertirá en el primer monarca de Inglaterra de la dinastía Plantagenet. Comienza una nueva era en la Europa atlántica, pero la historia de ella, de Leonor, debe remontarse todavía un poco más lejos. En este artículo resaltaremos alguno de los aspectos fundamentales de la vida de esta "tres veces" reina: primero fue reina consorte de Francia, después reina consorte de Inglaterra y, por último, regente de este mismo reino en nombre de uno de sus hijos. Nos centraremos, finalmente, en su notable legado político y cultural.

El fuerte carácter y la marcada personalidad de Leonor contribuyeron a la creación de leyendas desde muy pronto. Las crónicas medievales la dibujan como un personaje algo inconsistente, revoltoso, probablemente por su independencia e iniciativa frente a la autoridad del marido, cuando de una mujer se esperaba lo contrario. Después, al no poder discernir a menudo entre leyenda y realidad, el mito en torno a ella ha ido creciendo. Sobre ella se ha escrito mucho, tanto en libros de historia como en novelas. Su sombra se ha alargado incluso al cine, con algunas producciones que sobresalen entre la historia del séptimo arte.

Óleo sobre lienzo, ejemplo de arte prerrafaelita del siglo XIX que representa a Leonor de Aquitania (Frederick Sandys, 1858). Fuente: Elretohistorico.

Nieta de Guillermo IX el Trovador e hija de Guillermo X, duques de Aquitania, Leonor creció en un ambiente cultural marcado por la presencia trovadoresca. Esto sin duda influiría en su personalidad y en sus inquietudes, marcando el resto de su vida. En 1137, a la muerte de su progenitor, heredó sus posesiones, lo que haría de ella una de las mujeres con mayor dote territorial de la época. Ese mismo año se celebró su primer matrimonio con quién sería, a partir de 1145, Luis VII de Francia.

En la corte de París la llegada de Leonor ocasionó más de un choque cultural: las costumbres, modas, gustos y actitudes de su Aquitania natal diferían bastante de las normas sociales, más rígidas, que imperaban en París. Por otro lado, el matrimonio con Luis no parecía funcionar bien y su participación, junto a su marido, en la segunda cruzada no solucionó estos problemas. Su unión quedó definitivamente anulada por el Papa en 1152, argumentando la consanguineidad existente entre los contrayentes. Poco después del divorcio se celebraba la citada boda entre Leonor y Enrique Plantagenet. Juntos tuvieron ocho hijos, dos de ellos, futuros reyes de Inglaterra y dos de ellas, reinas consortes.

Sello de Leonor, como duquesa de Aquitania. Fuente: Wikimedia.

Sello de Leonor, como duquesa de Aquitania. Fuente: Wikimedia.

Tampoco el nuevo matrimonio de Leonor fue un camino de rosas. Las aventuras amorosas de Enrique y otras desavenencias conyugales llevaron a Leonor a respaldar a sus hijos en un movimiento contra el monarca que desembocó en una auténtica rebelión entre 1173 y 1174. Una vez que el levantamiento fue aplacado, Enrique decidió castigar a Leonor: ordenó encerrarla en la torre de Salisbury, donde permaneció quince años, hasta el fallecimiento del rey. Estos son quizá algunos de los episodios más conocidos de la biografía de Leonor y aparecen reflejados en numerosas creaciones, como el filme “El león en invierno” (Anthony Harvey, 1968), donde podemos disfrutar de una inolvidable Leonor con el rostro de Katharine Hepburn.

Una vez viuda, Leonor trató siempre de ayudar a sus vástagos. Incluso llegaría a actuar como regente en los periodos en los que su hijo, Ricardo Corazón de León, se encontraba fuera del reino. Tras la prematura muerte de este, Leonor también asistió al establecimiento en el trono de su hijo más joven, Juan I –conocido como Juan sin Tierra–, frente a la oposición nobiliaria.

Estirpe de Leonor y Enrique II.

Estirpe de Leonor y Enrique II. Fuente: Archivosdelahistoria.

No obstante, su involucración en la política de la época no se ciñó a la corona inglesa. También es muy conocida su participación en pactos y movimientos políticos fuera de las islas. De hecho, su hija Leonor llegó a ser reina consorte de Castilla al contraer matrimonio con Alfonso VIII. Cuando contaba con una edad ya bastante avanzada, Leonor viajó hasta este reino para elegir, entre sus nietas, una esposa para el heredero al trono francés, el futuro Luis VIII. Con ello pretendía reconciliar la dinastía francesa de los Capeto con los Plantagenet. La elegida para llevar a cabo la unión resultó ser Blanca, quien llegaría a ocupar la regencia de Francia debido a la corta edad de su primogénito, Luis IX –futuro santo– a la muerte de su esposo. Los problemas entre ambos reinos, no obstante, no se solucionarán con este intento y seguirán ocasionando enfrentamientos.

Blanca de Castilla, reina de Francia y madre de San Luis

Blanca de Castilla, reina de Francia y madre de San Luis. Fuente: Mujeresenlahistoria.

Por otro lado, el papel cultural de Leonor tampoco debe pasarse por alto. Hemos de recordar aquí que Leonor vivió el renacimiento del siglo XII, reivindicado por autores como Charles Homer Haskins por las significativas contribuciones intelectuales que se dieron a lo largo de él. También se ha subrayado el "redescubrimiento de la sensibilidad" en este siglo, especialmente en torno al amor cortés, que quedaría, junto a la caballería, como reducto de la aventura y la pasión. El gusto de Leonor por la poesía debió de pasar a sus hijos. De hecho, es muy conocida la canción que Ricardo, en su faceta de rey trovador, compuso para su hermana, María de Champaña.

Durante mucho tiempo se consideró que el patronazgo de Leonor fue clave para el desarrollo de esta cultura trovadoresca en las cortes parisina e inglesa. Este papel ha sido relativizado parcialmente en las últimas décadas por algunos autores, pero, teniendo en cuenta su gusto por la literatura y conociendo a otras mujeres mecenas de la época, sí parece posible que impulsara la cultura allá donde vivió, aunque no sepamos si se trató de un "mecenazgo" estricto.

Leonor de Aquitania moriría en el año 1204, a los 82 años. Su cuerpo quedó en la abadía de Fontevraud y allí se encuentra aún su tumba, junto a la de Enrique II, su segundo esposo, y la de Ricardo I, a su hijo. Ella misma fue quien eligió este lugar de descanso para todos ellos. Si consideramos la relevancia de la muerte y del papel propagandístico e ideológico del aspecto funerario en la mentalidad de estos siglos, este último dato parece confirmar nuevamente la influencia y poder de quien fue, por derecho propio, duquesa de Aquitania.

Féretros en piedra policromada de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, que sostiene un libro en sus manos

Féretros en piedra policromada de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, que sostiene un libro en sus manos. Fuente: Wikimedia.

Para saber más:

Flori, Jean (2005): Leonor de Aquitania: la reina rebelde. Barcelona: Edhasa.

García Gual, Carlos (1997): El redescubrimiento de la sensibilidad en el siglo XII. El amor cortés y el ciclo artúrico. Madrid: Akal.

Rodríguez López, Ana (2014): La estirpe de Leonor de Aquitania: mujeres y poder en los siglos XII y XIII. Barcelona: Planeta.

Pernoud, Regine (2009): Leonor de Aquitania. Barcelona: Acantilado.

Editor: Universidad Isabel I

Burgos, España

ISSN: 2659-398X

 

 

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