Jose Manuel Pulido Palomo - Mar, 30/12/2025 - 08:47
Localidad cacereña de Hervás.
Serie: 'Bites of wisdom' (XXII)
En las Escuelas de Idiomas y en la Facultades de Filología, hay una tendencia a mirar hacia afuera: aprendemos inglés, francés, alemán o italiano. Sin embargo, a veces se nos olvida mirar a nuestro propio patrimonio lingüístico. Os propongo viajar al oeste de la península para hablar de una realidad desconocida y por momentos, incomprendida: el dialecto extremeño (o estremeñu).
Muchas personas etiquetan el habla de Extremadura simplemente como "castellano mal hablado", español con acento rural o lo confunden con el dialecto andaluz. Nada más lejos de la realidad. El habla de los pueblos de las Hurdes o la Sierra de Gata no es una deformación del castellano, sino una cuestión de supervivencia histórica.
Una encrucijada filológica
Si miramos al mapa, Extremadura es tierra de frontera. Históricamente, tras la Reconquista, la zona fue repoblada por gentes del norte (Reino de León) que trajeron con ellos el asturleonés.
El extremeño (especialmente el Altoextremeño, hablado en el norte de Cáceres) es, filológicamente hablando, el hermano del sur del bable asturiano y del mirandés portugués. Es una lengua de transición donde se mezclan la base del latín vulgar, la influencia del asturleonés antiguo, el contacto permanente con el portugués (sobre todo en la zona de la Raya, fronteriza con Portugal) y la presión normativa del castellano.

Fuente: Informe sobre la lengua extremeña. OSCEC.
¿Cómo suena el "estremeñu"?
Para un estudiante de lingüística, analizar cómo funciona el extremeño desde un punto de vista oral puede ser considerado un ejercicio de arqueología auditiva. Algunos de sus rasgos más característicos no pueden ser considerados errores, sino evoluciones fonéticas históricas:
El sufijo –ino: Uso extendido del diminutivo leonés (chiquinino, muchachino).
Artículo + Posesivo: Una estructura arcaica procedente del castellano medieval y leonesa (la mi cocina, el mi niño).
La transitividad y los verbos: quizás lo más llamativo sea el cambio de significado en verbos comunes:
- Haber por tener: "Habemos dos días de vacaciones" (tenemos).
- Haber por ser/estar: "En casa habemos cuatro personas" (somos/estamos).
- Quedar por olvidar: "Me he quedado el libro en casa" (se me ha olvidado).
- Caer por tirar: "Cuidado, no vayas a caer el vaso" (tirar/derramar).
- Entrar por meter: "Entra el coche en el garaje".
- Coger por caber: "Ya no cogen más personas en el tren"
El léxico del extremeño
Más allá de la fonética, en el extremeño contamos con un vocabulario peculiar con leonesismos, andalucismos, arcaísmos, lusismos y extremeñismos:
- Leonesismos: achiperres (trastos viejos), fusca (suciedad al barrer), hienda (grieta).
- Andalucismos: doblao (desván), lasca (rodaja o loncha).
- Arcaísmos: “Está la orilla fría” (“hace frío”, para referirse al tiempo atmosférico).
- Lusismos: agila (espabila, muévete del portugués “agilidade”), tomar las once (ir al bar a tomar algo a media mañana, proveniente de la costumbre portuguesa "xícara de chá"
¿Por qué debemos protegerlo?
La UNESCO incluyó en el 2009 el extremeño en su Atlas de las Lenguas en Peligro. En un mundo globalizado como en el que vivimos parece ilógico tender hacia la uniformidad (el "español neutro" o el “inglés americano”) cuando los dialectos y lenguas minoritarias son una fuente de riqueza y diversidad cultural. El estudio y el respeto del extremeño, de otras lenguas o dialectos en España o fuera de ella, nos tiene que hacer reflexionar sobre si usamos las lenguas, idiomas o dialectos para unir y respetar o, por el contrario, para imponer y discriminar. En este sentido, los filólogos y amantes de los idiomas tenemos la responsabilidad de poner en valor todas las formas de comunicación. El extremeño, con todas sus características, nos cuenta la historia de quiénes fuimos y quiénes somos.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 3020-321X
Burgos, España
