Marta Sánchez Viejo - Mié, 19/10/2022 - 10:53
Mujeres conectadas al metaverso en una playa al amanecer.
Serie: 'A vueltas con la Economía' (LXXXX)
Marshall McLuhan, filósofo y experto en teoría de la comunicación, cultura y tecnología, defendía que, cuando se desplegaban nuevas formas de comunicación, se producía un fuerte impacto en la construcción del individuo y la sociedad, hasta el punto de entender estas nuevas herramientas como una extensión del propio cuerpo orgánico.
El uso de los medios electrónicos constituye un límite ruptura entre el hombre fragmentado Gutenberg y el hombre integral, así como la alfabetización fonética era un límite de ruptura entre oral-hombre y hombre tribal visual – Marshall McLuhan, 1969.
Imprenta antigua.
De esta manera, en 1969, guiándose por lo ocurrido de años atrás con el alfabeto fonético o la imprenta moderna, ya concebía la tecnología como un agente revolucionario y de cambio de paradigma. También, consideraba que todos estos avances suponían una capacidad biológica acelerada más allá de la propia capacidad corporal (rueda como extensión del pie, ropa de la piel, sistema de circuitos electrónicos como sistema nervioso central, etc.) y que, por tanto, tenían la suficiencia de cambiar la conciencia y crear nuevos universos de significado: todos estos medios no quedarían al margen o marcarían una barrera, serían parte de la autocomprensión humana.
El metaverso
Con relación a esto, es clave comprender, a la hora de definir el metaverso, que no se trata únicamente de un tipo de tecnología. Es, más bien, una conjunción de factores tecnológicos que tienen incidencia en la comprensión de espacios y formas de relacionarnos con el todo, y que dan paso a la nueva era de Internet y a desdibujar el confín de mundo digital y material.
La teoría de los multiversos, surgida de la cosmología y física teórica, produce un fuerte impacto en la construcción presente de los metaversos o entornos virtuales. En ellos, los usuarios llevan a cabo una serie de actividades lúdicas o laborales que contribuyen a la edificación y despliegue de mundos alternativos, que pretenden ser experimentados como una realidad intersubjetiva paralela. De esta forma, el metaverso se configura como un mundo virtual 3D en el que, por medio de la VR y la AR, se constituye una integración del mundo físico y digital.
La aparición del COVID-19
La llegada del COVID-19, y la factibilidad del desarrollo de distintas actividades por medio del espacio virtual, ha acelerado y acercado esta idea a las personas: los metaversos van un paso más allá, construyéndose como espacios simbólicos para el desarrollo de labores políticas, sociales o económicas. Todo esto, puede diluir las barreras materiales y simbólicas o la racionalidad antrópica y modificar el carácter propio de las sociedades modernas.
Con respecto a la economía, se ha de entender que todos los aspectos que se vinculan al metaverso no se pueden desligar de la economía del mundo físico: aunque el metaverso tenga su correspondiente economía virtual, infraestructura o gobernanza, acaba necesitando una conexión funcional con el mundo tangible. Esto no impide que haya unas claras diferencias entre el comercio del metaverso con respecto a otros dados con anterioridad, como el directo en el mundo físico o el comercio online o e-commerce. En este aspecto la interoperabilidad y NFTs (Non-Fungible-Tokens) serían aspectos determinantes para definir esta nueva forma de negocio. Los NFTs se definen como tokens criptográficos indivisibles, irremplazables y únicos en los que se almacena información y que pueden ser utilizados como identidad digital o propiedad intelectual. Todo ello ya se está concretando en distintos proyectos e iniciativas como Decentraland, Sandbox, Axie Infinity o Blocktopia.
También, recientemente Facebook ha decidido modificar su nombre a “Meta” y otras empresas, como Microsoft o Amazon, poseen su línea de proyectos vinculada al metaverso. Esta cuestión ha levantado dudas sobre el carácter centralizado de estas empresas y la naturaleza de la descentralización que se vincula al propio metaverso. Abre el debate sobre si el resto de los proyectos abiertos y descentralizados van a tener hueco en un espacio en el que gigantes tecnológicos van a estar presentes y compitiendo contra ellos.
Dimensión física y virtual
Además, todos estos avances tecnológicos producen un cambio en el paradigma social y de comprensión del entorno y relaciones y, por tanto, necesitan gestionarse de forma sostenible para que no produzcan una amenaza. La dimensión virtual no deja aislada a la dimensión física, se relaciona y es parte o extensión de esta. Uno de los mayores conflictos a los que se enfrenta el metaverso es la capacidad de asegurar y mantener una privacidad: en este cambio de forma de interactuar y relacionarse con el mundo, pocas cuestiones quedarán aisladas de la monitorización y expuestas a la explotación comercial o futura venta de información.
El metaverso irrumpe y transforma la experiencia de aspectos como la asistencia a conciertos o museos, capacidad de ver de manera más realista a personas en cualquier parte del mundo, reuniones de trabajo, clases por medio de simulaciones o las características de la economía, pero toda esta inmersión también acarrea riesgos y exposición a peligros equiparables a los del mundo físico.
El metaverso.
Al igual que cualquier otro avance y cambio de estructura, el desarrollo del metaverso supondrá una desestabilización en el modelo social. Es clave que estos cambios vayan de la mano de una legislación propicia o modificaciones en los modelos de regulación política. La creación de sociedades virtuales supone una necesidad imperiosa de abordar y acercarse de manera jurídica, económica o política a ellas de un modo diferente, que permita tender puentes entre ambas realidades y posibilitar, con suerte, otras aún no conocidas.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-3971
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