Adolfo López Novas Profesor del Grado en Filosofía, Política y Economía
Jue, 16/11/2023 - 11:19

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Serie: 'Las ideas que nos vertebran' (II)

Nadie por ser joven vacile en filosofar ni por hallarse viejo de filosofar se fatigue. Pues nadie está demasiado adelantado ni retrasado para lo que concierne a la salud de su alma.

Epicuro

La pregunta más recurrente que habrán hecho a uno desde que empezó a estudiar Filosofía es “¿La Filosofía para qué sirve?”. Pregunta que realizan personas en todas las franjas de edad, desde niños que lo ven con extrañeza, amigos en la juventud que no le encuentran utilidad, padres y madres y adultos en general que lo encuentran algo ocioso y denso, y señoras y señores mayores para quienes esas cosas son ininteligibles. Es una pregunta, como vemos, transversal que denota lo que considero un mal de nuestra sociedad: la pregunta por la utilidad de cualquier cosa.

En nuestra sociedad podemos encontrarnos diferentes formas de pensar que conllevan determinados modos de vida, entre ellas, encontramos un cierto hedonismo, un pragmatismo que tiene mucho que ver hoy con la falta de tiempo libre, y el desarrollo en las últimas décadas de una sociedad técnica en detrimento de las humanidades. Para estas tres visiones de la vida y de la praxis humana, importa aquello que es útil para algo: útil para la obtención de placeres y satisfacción de deseos, útil para la consecución de objetivos concretos, útil para conseguir una mayor productividad y eficiencia. En la época contemporánea, la reflexión en torno a la técnica ha sido y es muy acuciante. Una reflexión que va más allá de la mera crítica a la dependencia tecnológica y los males que se le vinculan, sino que hay una reflexión más profunda sobre cómo la tecnificación de la cotidianidad ha transformado tanto nuestra mente como nuestro estilo de vida. Nuestra existencia ha sido tecnificada, y todo conocimiento está supeditado a su utilidad para la producción y consecución de objetivos específicos.

En este punto, es pertinente la reflexión que realizaba Bertrand Russel (1988) en torno a la Filosofía, a la cual define como una disciplina del conocimiento humano que no puede aportar conocimientos precisos ni seguros, pues cuando lo hace, se convierte en ciencia. Esta reflexión de Russell se fundamenta en que una gran parte de lo que hoy conocemos como ciencia ha nacido directamente de filósofos. El método científico es un descubrimiento filosófico, de Isaac Newton (1642-1727), quien más que un científico tal y como lo conocemos hoy sería un filósofo interesado en la física, las matemáticas y cuestiones místicas, temas de interés que son fundamentales ya en Platón o Aristóteles. Este método fue precedido por el método empírico, basado en la observación y la experiencia directa para la obtención de conocimiento, de Francis Bacon (1561-1626), otro filósofo.

Podemos decir que la Filosofía ha moldeado las sociedades occidentales a lo largo de la historia, incluso en nuestros días, pues también el desarrollo de una corriente de pensamiento que promueve la tecnificación proviene de un pensamiento eminentemente filosófico que hunde sus raíces en la Revolución industrial en 1760.

Bertrand Russell también realizará una crítica a la sociedad técnica y pragmatista de su época, poniendo foco de atención a lo que él denomina el “hombre práctico”, alguien que considera a la Filosofía como una ocupación “frívola e inútil”, una tipología de persona que reconoce las necesidades materiales de los individuos, pero no las espirituales, donde según Russell se encontraría la Filosofía como su ámbito específico. Define que quien no reflexiona filosóficamente es aquel que repite las opiniones de otros y los prejuicios anquilosados de la tradición heredada, aceptando acríticamente cuanto se le ha dicho y dado. La Filosofía otorga diferentes y diversas respuestas, tiene el valor de mostrar “posibilidades insospechadas”. La apertura de las respuestas ofrece una problematización que abre a la pregunta y a la reflexión, a una práctica de la filosofía reflexiva que no se conforma con una respuesta simplificadora de la realidad.

La noción de problematización es importante en el filósofo francés Michel Foucault (1999), quien en su conferencia titulada “¿Qué es la Ilustración?”, pronunciada en el College de France en 1984, la considera como una noción clave de la práctica filosófica. La actitud del filósofo ha de ser el de cuestionar, interrogar y desafiar las estructuras de conocimiento establecidas, alejándose de toda tentativa de proporcionar soluciones definitivas. La Filosofía, así entendida, es una actividad de la pérdida de certezas absolutas. La actitud de la problematización y reproblematización deviene en un modo de ser filosófico a la que Foucault vincula una ética de la reflexión y de la acción, pues la Filosofía es más que una mera teoría contemplativa, sino también guía de la praxis humana.

Este último sentido de la Filosofía como guía de la acción nos viene dada desde la Grecia clásica en filósofos como Aristóteles y su noción de prudencia (phrónesis), pero sobre todo, posteriormente con las escuelas helenísticas del estoicismo y del epicureísmo. Nos vamos a detener un momento en la noción de la escuela de Epicuro, para quien la Filosofía era un fármaco para el alma. En una época, la de finales del siglo IV a. C., marcada por la fuerte inestabilidad de las ciudades griegas y el advenimiento del Imperio macedonio de Alejandro Magno, Epicuro consideraba que el individuo griego estaba necesitado urgentemente de Filosofía. Comprendía a ésta como un saber para la vida: «[…] el filósofo no es sólo el buscador impertinente de una sabiduría para la vida, sino el que sabe vivir con su saber», dice de la filosofía epicúrea Carlos García Gual (2013, p. 71). Epicuro buscará con su filosofía eliminar los elementos que producen sufrimiento en los individuos de su época: los miedos infundados, en este caso, a la muerte y a los dioses. Este saber filosófico ayuda a alcanzar un estado de imperturbabilidad del alma, así como a la felicidad. Así, sólo a aquel individuo que decide recorrer el camino de la filosofía se le ofrece la vía para la liberación y la serenidad, pues la doctrina epicúrea no está diseñada para la sociedad, sino para el individuo o, como mucho, la comunidad de amigos.

Quienes sí dirigen su filosofía para la sociedad son María Zambrano (2022) y Martha Nussbaum (2010). Ambas vinculan estrechamente a la Filosofía como una herramienta intelectual que otorga una voz crítica ante las injusticias, nos abre hacia la empatía, al interés por lo distinto y ajeno y fortalece la conciencia de la responsabilidad individual. La actitud filosófica, unida a los valores que promueve la reflexión ética, debe generar espacio de libertad que desea por sí misma ampliarse, generando una conciencia ciudadana universal y cuyo desarrollo sólo puede alcanzarse en el seno de una democracia. La formación de ciudadanos críticos pero también responsables es el objetivo vital tanto en las humanidades como en la Filosofía, una ciudadanía reflexiva para comprender la realidad y activa para transformar el mundo. Este, y no otro, es el verdadero proyecto de la Filosofía de nuestros días.

 

Hay que considerar a la ontología crítica de nosotros mismos, no ciertamente como una teoría, como una doctrina, ni siquiera como un cuerpo permanente de un saber que se acumula: hay que concebirla como una actitud, como un ethos, como una vida filosófica en la que la crítica de lo que somos es, simultáneamente, un análisis histórico de los límites que nos son impuestos y un experimento de la posibilidad de rebasar esos mismos límites.

Michel Foucault

 

Bibliografía:

Epicuro (2012). Obras completas. Cátedra, Madrid.

Foucault, Michel (1999). Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales, Vol. III. Paidós, Barcelona.

García Gual, Carlos (2013). Epicuro. Alianza, Madrid.

Nussbaum, Martha (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Katz, Madrid.

Russell, Bertrand (1988). Los problemas de la filosofía. Labor, Barcelona.

Zambrano, María (2022). Persona y democracia. Alianza, Madrid.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN: 3020-1411

Burgos, España

 

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