Jorge Rafael González Profesor del Máster del Profesorado y del Máster en Dirección y Gestión de Proyectos
Jue, 07/07/2022 - 12:50

Carátula de la entrevista con Julia Estíbaliz de la CruzEntrevista con Julia Estíbaliz de la Cruz Conty.

Serie: 'Entrevista con Jorge Rafael González' (V)

Jorge Rafael González, docente del Máster en Formación del Profesorado, entrevista a Julia Estíbaliz de la Cruz Conty, investigadora del Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón. Este centro es una institución multidisciplinar dedicada a la investigación, formación e innovación en el ámbito sanitario. Está especializada en Laparoscopia, Endoscopia, Microcirugía, Diagnóstico y Terapéutica Endoluminal, Anestesiología, Farmacología, Bioingeniería y Tecnologías Sanitarias, Terapia Celular y Reproducción Asistida. Julia Estíbaliz de la Cruz centra su trabajo en la investigación de una nueva generación de stents ureterales biodegradables.

Sus publicaciones y su investigación principal están focalizadas en torno a una nueva generación de stents ureterales biodegradables. Nos podría indicar si esta iniciativa ¿ha obligado a la ciencia a avanzar en los materiales por la necesidad de diseñar stents biodegradables?

Cuando comencé mis estudios predoctorales me incorporé a un grupo de investigación muy consolidado, enfocado en el desarrollo de catéteres y stents ureterales que mejoren la calidad de vida de los pacientes que los requieren. Los dispositivos actuales generan un gran impacto en la misma debido a la alta incidencia de efectos adversos y complicaciones asociados a su uso.

Efectivamente, la capacidad de degradación se había descrito anteriormente como una de las características que ha de poseer un stent ureteral ideal. Si bien la iniciativa partió de una necesidad ya reconocida, tanto los diseños como la combinación de materiales empleados con ese fin, han constituido una novedad en el campo de la urología.

La punta de lanza en materia de catéteres y stents está representada por el área cardiovascular, campo en el que se realizan y aplican la mayoría de las innovaciones. Lamentablemente, las particularidades del sistema urinario, y de la propia orina, hacen de él, un entorno muy hostil para los dispositivos médicos. Esto conlleva al fracaso de muchos de estos avances, puesto que el comportamiento de este medio es totalmente diferente al de la sangre y del endotelio.

Por ello, se intenta centrar gran parte de los esfuerzos en el desarrollo de biomateriales específicos que se degraden de forma segura, controlada, que inhiban en la medida de lo posible el desarrollo de infecciones urinarias y biofilm y, que mantengan a su vez, la funcionalidad del propio dispositivo.

El grupo al que pertenezco se encuentra entre los tres grupos de investigación más relevantes actualmente con respecto a stents ureterales biodegradables. No obstante, nuestros resultados se circunscriben a día de hoy a evaluaciones preclínicas, siendo el salto a ensayos clínicos imprescindible para que todos estos esfuerzos puedan tener un impacto positivo en los pacientes, en los urólogos y en el Sistema de Salud.

¿Cómo realizan el estudio de los avances científicos en el campo de los materiales para aplicarlos a la cirugía, siendo campos que están separados en su formación (Ingeniería contra Medicina/Veterinaria)?

Afortunadamente en el Centro de Cirugía de Mínima Invasión contamos con una Unidad de Bioingeniería, formada por un grupo amplio de expertos ingenieros y tecnólogos que, además de trabajar en sus propias líneas de investigación, nos sirve de apoyo al resto de Unidades los aspectos más técnicos de nuestros proyectos.

Es más, ha sido este departamento el que ha llevado a cabo las simulaciones computacionales relativas al flujo urinario, que permiten conocer cómo modificaciones del diseño de un stent pueden repercutir en el mismo.

Estas pruebas se han efectuado de forma previa a todas las validaciones in vitro e in vivo de los stents, con el objetivo de optimizar recursos y salvaguardar el bienestar animal, reduciendo el número de ensayos y ejemplares en las pruebas in vivo.

Por otro lado, durante más de cuatro años, el Investigador Principal del grupo de investigación al que pertenezco, el Dr. Federico Soria, ha liderado una Acción COST (European Cooperation in Science and Technology). Se trata de una red europea que permite poner en contacto y crear grupos de trabajo multidisciplinar con un objetivo común, en nuestro caso la mejora de catéteres y stents urinarios. Esta Acción ha permitido ponernos en contacto con científicos de altísimo nivel de diversas áreas, lo que ha proporcionado, por un lado, un gran impulso en nuestras propias investigaciones, y ha resultado por otro, en la generación de proyectos conjuntos.

Lo que hemos aprendido a lo largo de este camino es que, en la creación de un dispositivo médico, es imprescindible crear grupos de trabajo formados por expertos de todas las disciplinas involucradas en el desarrollo de una innovación, incluyendo entre otras, ingeniería, química, medicina, veterinaria y microbiología; y no siendo menos importantes la industria, los clínicos y una representación de los pacientes.

Cuando tienen una necesidad o una idea pero no encontráis la capacidad tecnología para desarrollarla, ¿Cuál sería el proceso para solventarlo?

El proceso para solventarlo comienza, inicialmente, cuando se plantea una propuesta de proyecto. Contamos con el asesoramiento de expertos, (bien del propio grupo de investigación o externos), para conocer la viabilidad del planteamiento y la disponibilidad de medios para llevarlo a cabo.

Cuando la idea es viable pero no disponemos de la tecnología o la experiencia para algún proceso, se establecen colaboraciones con otros grupos de investigación que puedan complementar nuestras carencias. Este tipo de colaboraciones idealmente se pueden llevar a cabo a través de proyectos conjuntos, a mayor escala, con la creación consorcios y finalmente, también mediante subcontratación.

La Acción COST mencionada anteriormente ha supuesto para nosotros un gran salto de calidad en este sentido, pues hemos podido construir líneas de trabajo con otros grupos que, teniendo un objetivo similar al nuestro, lo abordan desde otra disciplina y en fases diferentes del desarrollo de una estrategia, terapia o dispositivo. Este tipo de uniones cuando se plantean adecuadamente y de forma realista, tienen un efecto sinérgico en las investigaciones planteadas, pues se establecen bajo el propósito de beneficiar a todas las partes implicadas.

Su investigación sobre materiales biodegradables tiene un compromiso con la sostenibilidad del medio ambiente, ¿está vocación la tenía antes de tu investigación o se fue fomentando al empezar tu trabajo investigadora?

Desde el punto de vista profesional, el objetivo que me impulsó a optar por una carrera en investigación en esta área se relaciona con una vocación hacia las ciencias de la salud.

Gracias a la implicación de la medicina veterinaria en diversos aspectos de salud pública y animal, los veterinarios tenemos un perfil muy versátil, que, en mi caso, me ha permitido involucrarme en una línea de investigación directamente relacionada con medicina humana.

En definitiva, aunque a nivel personal sí adapto mi estilo de vida en base a una gran preocupación por la preservación del medioambiente y la sostenibilidad en el uso de recursos, no fueron estas las razones por las que decidí involucrarme en investigación.

La repercusión del uso de materiales biodegradables a nivel médico no se limita únicamente al plano medioambiental. Los objetivos primarios en el caso de los catéteres y stents urinarios son mejorar la calidad de vida del paciente, omitiendo un segundo procedimiento quirúrgico para la retirada de los dispositivos, reduciendo también ciertas complicaciones y disminuyendo el impacto económico a nivel hospitalario.

 Afortunadamente, el uso de polímeros biodegradables con este fin permitirá desplazar el uso de materiales “bioestables”, que en su gran mayoría son plásticos, reduciendo así los residuos. Además, es imperativo que tanto el propio dispositivo como sus productos de degradación no sean tóxicos, ni supongan un riesgo para la salud.

Lógicamente, este uso racional y ahorro de recursos repercute de forma positiva en el medioambiente, pues, al fin y al cabo, estamos basándonos en el desarrollo y uso sostenible de herramientas seguras tanto para los humanos como para el entorno.

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