Sandra Lado Departamento de Comunicación. Universidad Isabel I
Jue, 18/12/2025 - 08:49

Metáfora sobre la brecha salarial en el día mundial que promueve la igualdad en esta materia.

Metáfora sobre la brecha salarial en el día mundial que promueve la igualdad en esta materia.

El derecho a percibir una remuneración igual por un trabajo de igual valor continúa siendo una asignatura pendiente a escala mundial. A pesar de décadas de avances legislativos y sociales, la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue reflejando desigualdades estructurales profundamente arraigadas en los sistemas económicos y laborales.

Cada 18 de septiembre, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemora el Día Internacional de la Igualdad Salarial, una fecha clave para recordar la necesidad de garantizar salarios justos y equitativos, teniendo en cuenta competencias, responsabilidades, condiciones laborales y cualificaciones profesionales, con independencia del género. Esta reivindicación se enmarca en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, especialmente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 5 y 10, centrados en la igualdad de género y la reducción de las desigualdades.

La igualdad salarial no es únicamente una cuestión económica: es un derecho humano fundamental. Su reconocimiento internacional se remonta al Convenio sobre Igualdad de Remuneración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 1951, aprobado en el contexto de la posguerra para facilitar la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral. Este convenio identificó la desigualdad salarial como una forma de discriminación y sentó las bases normativas para avanzar hacia la equidad de género en el empleo.

¿Qué es la brecha salarial?

La brecha salarial de género se define como la diferencia promedio entre los ingresos de hombres y mujeres, expresada generalmente como un porcentaje del salario masculino. No implica necesariamente que dos personas que ocupan el mismo puesto cobren diferente —aunque esto también ocurre—, sino que refleja un conjunto de desigualdades acumuladas a lo largo de la vida laboral.

Estas diferencias están vinculadas a factores como:

  • La segregación horizontal y vertical del empleo.
  • La mayor presencia de mujeres en sectores peor remunerados.
  • La penalización salarial asociada a la maternidad y a los cuidados.
  • La mayor parcialidad y temporalidad en el empleo femenino.
  • La infrarrepresentación de mujeres en puestos de liderazgo y decisión.

En conjunto, estos elementos configuran una brecha que va más allá del salario mensual y afecta también a pensiones, prestaciones sociales y estabilidad económica a largo plazo.

Datos internacionales sobre la brecha salarial de género

A pesar de los avances registrados en las últimas décadas, la brecha salarial de género se mantiene en torno al 23 % a nivel mundial en 2025, según datos actualizados de la ONU. Esto significa que, de media, las mujeres siguen ganando casi una cuarta parte menos que los hombres por su participación en el mercado laboral.

Esta desigualdad se ve intensificada por factores estructurales como la pobreza, la informalidad laboral y la segregación sectorial. Las mujeres continúan concentrándose en empleos menos protegidos y peor remunerados, especialmente en regiones con economías frágiles. La pandemia de la COVID-19 no solo evidenció estas desigualdades, sino que las profundizó, afectando de manera desproporcionada a las mujeres.

En la actualidad, alrededor del 60 % de las mujeres trabajadoras en el mundo se emplea en la economía informal, sin acceso a salarios estables, protección social ni derechos laborales básicos (ONU, 2025). Esta situación limita gravemente su autonomía económica y su capacidad de salir de la pobreza.

En este contexto, la Universidad Isabel I, a través de su Observatorio de Igualdad, impulsa acciones de sensibilización, investigación y transferencia de conocimiento orientadas a visibilizar la brecha salarial y promover políticas de igualdad efectiva. Estas iniciativas contribuyen directamente al cumplimiento del ODS 5, centrado en la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas.

Entre los avances globales más significativos destacan el aumento de la escolarización femenina, la mayor presencia de mujeres en espacios de liderazgo y la mejora progresiva de la legislación laboral en materia de igualdad salarial y transparencia retributiva.

Datos clave para reflexionar sobre la igualdad salarial en 2025

Indicadores negativos

  • Solo el 13 % de las tierras agrícolas del mundo pertenece a mujeres, lo que limita su acceso a recursos productivos.
  • En el norte de África, las mujeres acceden únicamente a 1 de cada 5 empleos remunerados en los sectores de industria y servicios.
  • 750 millones de mujeres y niñas se casan antes de los 18 años, lo que condiciona su acceso a educación y empleo digno.
  • Hasta el 30 % de la desigualdad de ingresos proviene de diferencias dentro de los hogares, afectando especialmente a las mujeres, que tienen mayor riesgo de vivir con menos del 50 % del ingreso medio (ONU, 2025).

Indicadores positivos

  • Más de 100 países han implementado mecanismos de seguimiento de presupuestos con perspectiva de género, entre ellos España.
  • En 46 países, las mujeres ocupan más del 30 % de los escaños parlamentarios, incrementando su capacidad de influencia en la toma de decisiones políticas y económicas (ONU, 2025).

Estos datos muestran una realidad ambivalente: avances relevantes conviven con desigualdades persistentes que requieren respuestas estructurales y sostenidas en el tiempo.

Retos y avances hacia la igualdad salarial de género

Avanzar hacia la igualdad salarial efectiva exige abordar retos complejos y multidimensionales. Uno de los principales problemas sigue siendo la falta de transparencia salarial, que dificulta detectar discriminaciones retributivas dentro de las organizaciones. En respuesta, cada vez más países están aprobando normativas que obligan a las empresas a realizar auditorías salariales y a informar sobre diferencias retributivas por género.

Otro reto clave es la corresponsabilidad en los cuidados. Mientras las mujeres continúen asumiendo de forma mayoritaria las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas, su trayectoria profesional seguirá viéndose interrumpida, afectando a su salario, promoción y estabilidad laboral. Las políticas de conciliación, permisos parentales igualitarios y servicios públicos de cuidados son esenciales para reducir esta penalización.

Entre los avances más destacados se encuentra la incorporación de la perspectiva de género en las políticas económicas y presupuestarias, así como el impulso de la educación y la formación en igualdad desde edades tempranas. Asimismo, la digitalización y el acceso a nuevas competencias están abriendo oportunidades para que más mujeres accedan a sectores estratégicos y mejor remunerados.

La implicación del sector privado, las universidades y la sociedad civil resulta igualmente fundamental. La igualdad salarial no se logra únicamente con leyes, sino con cambios culturales, liderazgo comprometido y una vigilancia constante del cumplimiento de los derechos laborales.

Hacia un futuro más equitativo

El Día Internacional de la Igualdad Salarial representa una oportunidad para reflexionar, visibilizar desigualdades y promover políticas concretas que garanticen que hombres y mujeres reciban el mismo salario por trabajos de igual valor. La combinación de educación, legislación eficaz, transparencia retributiva y evaluación continua de las políticas públicas es clave para reducir la brecha salarial de género.

Lograr la igualdad salarial no solo mejora la vida de las mujeres, sino que también fortalece las economías, reduce la pobreza y contribuye a sociedades más justas e inclusivas. Avanzar en este objetivo es una condición indispensable para cumplir la Agenda 2030 y garantizar un desarrollo sostenible basado en la equidad y los derechos humanos.

 

Referencias bibliográficas