Javier López Otero Profesor del Grado en Historia, Geografía e Historia del Arte
Mié, 07/09/2022 - 11:55

Serie: 'Haciendo Historia' (LXXXVIII)

La actual guerra de entre Rusia y Ucrania representa un punto de inflexión que, unido al coronavirus y la guerra comercial entre EE.UU. y China, ha contribuido a alterar drásticamente las fronteras geoeconómicas del planeta en la actualidad. La integración de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001 había contribuido a globalizar la economía del planeta y, por primera vez desde el periodo colonial previo a la primera guerra mundial, el mundo se había integrado en una sola cadena productiva global, donde cada territorio se había especializado en aquello para lo que era más productivo. De este modo, gracias al desarrollo de las Tecnologías de la Innovación y la Comunicación (TIC), las innovaciones en el transporte aéreo y marítimo, y siguiendo la visión de David Ricardo, los distintos territorios del planeta se habían especializado en aquello para lo que eran más eficientes. Por lo tanto, mientras EE.UU.  Japón y Europa se habían especializado en la producción de I+D y diseño, otros territorios como China o varios países del este y sureste asiático se habían especializado en las actividades manufactureras.  

 

Figura 1. Crecimiento espectacular de China desde 1990. Siempre se ha mantenido por encima del 6%. Fuente: Banco Mundial (2022)

Todos estos centros productivos globales se unían mediante TIC para producir productos y servicios más baratos, más eficientes y de mayor calidad a los mercados. De este modo, muchos productos vendidos en cualquier país del mundo incluían materias primas obtenidas de unos países, su fabricación se había realizado en otros distintos y finalmente el ensamblaje y comercialización se había realizado en otros diferentes de los anteriores. Estas redes, con el desarrollo de las tecnologías TIC se fueron haciendo cada vez más densas y el número de territorios participantes en las mismas ha sido cada vez mayor. Los factores directores de este proceso ha sido la búsqueda de territorios con factores de producción más económicos y eficientes, sin embargo, este también ha sido un proceso buscado y consentido por occidente tras el fin de la guerra fría. Así como la interdependencia comercial de la UE había favorecido el fin de las hostilidades entre los países europeos, cabía esperar que esa misma interdependencia comercial favoreciese una reducción de las posibles hostilidades entre los regímenes autocráticos y las democracias occidentales, e incluso que favoreciese una liberalización social y económica de las potencias procedentes del bloque comunista de la guerra fría. Igualmente, la eliminación de las barreras geográficas al comercio y la actividad productiva favorecería el crecimiento económico y tecnológico de los territorios.

Estas expectativas se han satisfecho notablemente en lo que se refiere al crecimiento económico de muchas potencias emergentes como China o India, en este sentido, la pobreza extrema en el mundo se había reducido de 1.900 millones de personas en 1990 a unos 650 en 2018. Sin embargo, la mitigación de las posibles hostilidades con el bloque comunista o la liberalización social y económica de estos territorios ha demostrado ser un absoluto fracaso. De hecho, los nuevos avances tecnológicos que ha realizado China en materia de Inteligencia artificial parecen ser usados precisamente para realizar un control más efectivo de la población y, con ello, reducir las libertades y reforzar los regímenes autocráticos.

Ante esta situación, EE.UU. ha reaccionado limitando el acceso de China al conocimiento tecnológico de vanguardia generado en sus universidades, por ejemplo, limitando el número de visados a estudiantes chinos. Del mismo modo, se han establecido políticas que restrinjan la pérdida de conocimiento tecnológico desde las corporaciones de EE.UU. hacia China a través de la interdependencia industrial fomentada años atrás.

Sin embargo, la restricción en la globalización de los flujos de I+D y de transferencia de conocimiento no es el único muro que se ha erigido entre los regímenes autocráticos y las democracias occidentales en los últimos años.

La invasión y guerra de Rusia en Ucrania y la confrontación indirecta con las democracias occidentales ha favorecido una limitación ulterior de los flujos comerciales y de la interdependencia industrial. De este modo, la interrupción en el comercio de materias primas energías o componentes industriales es un recurso bélico que usan los países involucrados en dicha contienda.

Figura 2. La industria de los semiconductores está controlada por Taiwán y por Corea del Sur en segunda instancia. Fuente: CNBC (2021)

Asimismo, la abierta hostilidad que está creciendo entre las democracias occidentales y los regímenes autocráticos, está favoreciendo la revisión de la distribución geográfica de las cadenas de suministro industrial por parte de los países contendientes. Un claro ejemplo sería el de la industria de los semiconductores, que es estratégica y esencial para muchos sectores emergentes y tecnológicos como la inteligencia artificial, el bigdata, la ciberseguridad o la robótica, y se concentra en un 50% en Taiwán. La pretensión china de integrar esta zona en su territorio nacional puede suponer un riesgo muy elevado para la economía y seguridad de las democracias occidentales.

Es por ello, que el mundo se está conformando en dos hinterland o áreas de influencia de dos grandes territorios industriales y económicos: el formado por EE.UU. Japón y la UE y el formado por China y Rusia. En este sentido territorios como américa latina, que se encontraban alejados de las grandes cadenas de suministro, pueden pasar a integrarse de nuevo en el hinterland industrial del bloque de las democracias occidentales. Igualmente, cabe pensar que se perseguirá reforzar la densidad de relaciones con India, Corea o Singapur.

En cualquier caso, el resultado de esta nueva división en el mundo tras el fin de la guerra fría solamente puede ser uno: el incremento de los precios y, por ende, la reducción del crecimiento económico.

Referencias:

Baschuk (2022). Globalization 2.0 Will Realign Trade and Make Things More Expensive. Bloomberg

Regina M. Abrami (2020). The Geopolitics of Post-COVID-19 Supply Chains. Penn on the world after COVID-19

Salinas-Conte (2022). The dependency on China of Spain’s supply chains. Real Instituto Elcano

Shivakumar, S., Arcuri, G., Wessner, C. (2022). The Great Rewiring: How Global Supply Chains Are Reacting to Today’s Geopolitics. Center for strategic & international studies

Witt, M. A. (2019). China's challenge: Geopolitics, de-globalization, and the future of Chinese business. Management and Organization Review, 15(4), 687-704.

Editor: Universidad Isabel I

Burgos, España

ISSN: 2659-398X

 

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