Víctor Rodríguez González - Mié, 27/04/2016 - 12:08
Hay varias teorías criminológicas que estudian al ser humano cuando demuestra su mayor nivel de agresividad en varios campos específicos, como puede ser al volante de un coche o cuando su equipo juega ese partido tan importante contra su rival de siempre.
Se puede deber a que en estas situaciones (al igual que en otras muchas) la gente se frustra por culpa de actos que escapan a su control, lo que conlleva un nivel de agresividad que aumenta por momentos. Cuando este nivel de agresividad supera los niveles de autocontrol, se producen las conductas agresivas al volante, las peleas y agresiones en los estadios.
Pues bien, hay entornos en los que no deberían producirse dichas conductas (en realidad, en ninguno), como es el sanitario, en el que las personas acuden para ser ayudadas y tratadas por profesionales que les ayuden a estar mejor a nivel físico o mental.
La media de agresiones en el ámbito sanitario es de casi una al día en Castilla y León, y estas agresiones no solo se producen en hospitales, sino también en centros de atención primaria, centros de especialidades o servicios de ambulancias.
¿Cuál es el motivo de dichas agresiones? ¿No deberíamos agradecer a las personas que nos ayudan su colaboración en vez de agredirlas?
En muchas ocasiones, no son los propios pacientes los que agreden, sino familiares o acompañantes que se estresan debido a las circunstancias o a que creen que no se trata adecuadamente al paciente.
El personal sanitario, en muchas ocasiones, se ve saturado y trabaja contra reloj, por lo que atiende a los pacientes según la gravedad de sus lesiones (triaje) y no por orden de llegada. Esta circunstancia puede hacer que nuestro dolor de rodilla sea tratado varias horas después de nuestra llegada al centro hospitalario, debido a que hay personas que pueden estar más graves y necesitan una atención más temprana.
Conozco de primera mano casos de agresiones a personal sanitario por parte de personas a las que se les estaba socorriendo y no tenían motivo alguno para llevar una acción similar. Bien es cierto que algunas veces estas agresiones se ven facilitadas por el consumo de cierto tipo de drogas que distorsionan la realidad o por algún tipo de trastorno psiquiátrico, pero, para evitarlas, se debe cumplir una serie de protocolos de seguridad, que en muchas ocasiones no existen, y se encargan los propios profesionales, que gracias a sus experiencias previas saben cómo actuar.
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