Rubén Tino Ramos Profesor de Máster en PRL y Máster en Dirección y Gestión de Proyectos
Mié, 15/06/2022 - 11:02

Cabecera retocada, reunión de proyectos

Serie: 'A Global Outlook for Projet Managers (XI)

Los 25 errores de razonamiento

Como ya apuntábamos en nuestra anterior entrada, los procesos mentales por los que se derivan conclusiones a partir de premisas, esto es, las inferencias, se estudian mediante la lógica.

Y es que, cuando una inferencia es aceptable, lo es por su estructura lógica, y no por el contenido específico del argumento o el lenguaje utilizado. Por esta razón la lógica se considera una ciencia formal, como la matemática, en vez de una ciencia empírica.  Sin embargo, no siempre es así. Muchas veces nos equivocamos al tomar decisiones y caemos en los conocidos errores de razonamiento. Continuemos viendo algunos ejemplos más.

La Petición de Principio o argumento circular.

En este caso el error se produce porque se coloca la conclusión dentro de las premisas o principios que se evalúan para sacar la conclusión. Como ejemplo, todos hemos oído alguna vez algo parecido a esto: haz lo que te diga tu padre, porque lo dice tu padre, y tu padre siempre tiene razón. Otros argumentos circulares conocidos son: le estoy diciendo la verdad, porque yo nunca miento. El día está nublado porque hay muchas nubes. Las mujeres representan mejor a las mujeres que los hombres porque los hombres no son mujeres.

Esta es un tipo de falacia muy curioso, porque lo probado puede ser falso, pero también verdadero. El error aquí es el procedimiento de razonamiento. No puede probarse que Dios es justo porque no comete injusticias. Se necesita probar con otros argumentos.

las fichas de dominó caen sobre el empresario

La Pendiente deslizante o bola de nieve.

Este error, también denominado efecto dominó, se produce cuando se utiliza como argumento una consecuencia de forma reiterada presuponiéndola inevitable, es decir, sin discutir esa “inevitabilidad”.

Es muy utilizada esta falacia para rechazar argumentos. Por ejemplo: si bajamos la velocidad de circulación de 120 km/h a 100 km/h seguirá habiendo accidentes, por lo que volveremos a bajar la velocidad de nuevo, pero seguirá habiendo accidentes y consecuentemente, se volverá a bajar la velocidad, por lo que finalmente no se podrán utilizar los vehículos, lo que no puede ser. Por lo tanto, se propone no bajar la velocidad de 120 km/h.

Esta falacia es también la del cultivo de la política del miedo: si no haces lo que digo, dice el empresario a los trabajadores, se hundirá la empresa, luego el sector, y por último toda la economía del país. O también: si permitimos que el niño vaya al parque se juntará con niños traviesos, que le ofrecerán tabaco y luego drogas, por lo que dejará los estudios y se hará un desgraciado.

Genial es la ironía de De Quincey, que utiliza este recurso de forma magistral, dejándolo en evidencia: 

Si uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente.

Evitar caer en este error es tan laborioso como fácil: es necesario justificar cada uno de los pasos propuestos de forma individualizada, no dejándose llevar por la “bola de nieve”.

hombre frente a varias puertas

La cuestión compleja o falacia de las muchas preguntas.

En esta falacia el error es incluir dentro de una pregunta, o de una batería de ellas, algo que aún no está probado, de tal forma que se tratan diversos puntos a la vez sin ninguna reflexión o estudio que contradiga realizarlo de este modo y solo permitiendo aceptar o rechazar todos los puntos a la vez, y no por separado.

Esta falacia sucede, por ejemplo, cuando se pregunta ¿aún os peleáis tú y tu hermana?, lo que presupone que alguna vez os peleabais. ¿te arrepientes de tus pecados?, ¿Dónde escondió su cadáver?, ¿sigues saliendo con esa chica?, ¿sigues trabajando en Madrid?

Cualquier respuesta a estas preguntas incluyen aceptar algo sin plantear directamente, independientemente del sentido de la respuesta. Así, al responder afirmaríamos que se han cometido pecados, que existe un cadáver, que en algún momento saliste con esa chica y que alguna vez trabajaste en Madrid.

Por lo tanto, preguntas aparentemente inocuas que nos hacemos o que hacemos a nuestros colaboradores pueden encerrar una gran complejidad, y es necesario enunciarlas adecuadamente. Por ejemplo, en un proyecto podríamos preguntar a un colaborador: ¿has corregido los cálculos?, con lo que se está presuponiendo que los cálculos están mal. Es necesario respetar la secuencia de acciones y comprobarla, esto es, conocer primero si los cálculos están realizados, si se han comprobado, si el resultado de dicha comprobación fue que era erróneo, y finalmente, si todo lo anterior se cumple, preguntarnos si se han realizado las correcciones.

El Argumento de la Popularidad.

Esta falacia, también conocida como sofisma del populismo, consiste en aceptar una idea como verdadera porque un gran número de personas la dan por verdadera.

Por ejemplo, en la antigüedad todo el mundo pensaba que la tierra era plana y que la tierra era el centro del universo. Otro interesante ejemplo fue cuando se desarrollaron los medios de transporte y se afirmaba que no se podría sobrevivir más allá de una velocidad de 40 Km/h...

¡Cuántas creencias aceptadas antes por la inmensa mayoría se revelaron ser completamente falsas! ¿Y cuántas aún se aceptan hoy día?

El problema para evitar este error es que muchas veces hay que ir contracorriente, y hay que demostrar el error evitando que la gente se ponga en contra ya desde el inicio, ya que, porque muchas personas afirmen algo equivocado, no va a convertirse en algo correcto.

Es muy utilizado en discursos populistas y discusiones cotidianas apoyándose en algún tipo de datos, sondeos o encuestas, respaldando el argumento. También es común asociarlo a la costumbre (porque siempre se ha hecho así). 

Causa falsa.

Este error es muy extendido y cotidiano, siendo a veces muy evidente y otras no. Se denomina falacia post hoc, ergo propter hoc, y no es más que el fruto de una coincidencia. Así, se origina por creer que una cosa es consecuencia de otra por el simple hecho de haber ocurrido antes. Así por ejemplo es muy común en el plano de las supersticiones:

  • Rompí un espejo y a los dos días me ocurrió algo malo.
  • Soñé un número y luego me tocó ese número en la lotería.

Lo que sucede es que a veces no es tan evidente. Siempre hay que buscar si existe una relación entre la causa y la consecuencia. Así, sucede por ejemplo en los siguientes ejemplos:

  • Hubo un accidente de tráfico, todos los que estuvieron implicados en el accidente habían bebido agua, luego la culpa es claramente de ellos por haber bebido agua.
  • Sin embargo: Hubo un accidente de tráfico, todos los que estuvieron implicados en el accidente habían bebido alcohol, luego la culpa es claramente de ellos por haber bebido alcohol.

El error se evita evaluando si la relación entre la primera y la segunda premisa es casual o existe de verdad un nexo. Así en el primer caso no existe nexo, es casual, mientras que en el segundo sí existe un nexo, pues el beber alcohol disminuye la capacidad del conductor. Habría, eso sí, que evaluar si el nexo es suficiente para que la primera premisa sea la única responsable de la segunda, así como que, necesariamente si se produce lo primero (beber alcohol), necesaria e inevitablemente se deba producir la segunda (tener un accidente por causa exclusiva del alcohol).

Argumentum ad logicam.

Se comente este error cuando se cree que algo necesariamente es falso porque no es lógico el razonamiento por el cual se ha llegado a la conclusión.

Así por ejemplo podemos seguir un razonamiento que evidentemente es absurdo (los cálculos están bien porque la forma de presentación y el tipo y tamaño de letra son los pedidos), pero no por ello la conclusión tiene necesariamente que ser incorrecta (los cálculos pueden estar mal o bien, independientemente del razonamiento anterior). Evitamos caer en este error analizando la conclusión de forma independiente al primer razonamiento por el cual se llegó a ella.

La falacia del hombre de paja.

Es muy típico cometer el error de la falacia del hombre de paja, que es un derivado del ad logicam, cuando existe una gran carga emotiva en una discusión. Así, lo que se hace para cometer este error es directamente simplificar o tergiversar el argumento que da la persona de nuestro equipo con la que estamos manteniendo la discusión, de forma que cuestionamos un argumento totalmente diferente, tergiversado, respecto al planteado, haciendo parecer que se ha refutado este, al ridiculizarlo.

Por ejemplo, este error se cometería si alguien de tu equipo afirma que una forma muy buena para realizar el seguimiento del proyecto es utilizar diagramas Gantt en una hoja de cálculo y para dar la respuesta se tergiversa el argumento dado: estás diciendo que los softwares de seguimiento de proyectos no valen para nada (lo que no es cierto, pues tienen muchas funcionalidades que son verdaderamente útiles). Evidentemente, esto no es lo que se ha querido decir, no se está respondiendo a la premisa dada.

La llamada a la emoción.

Este razonamiento engañoso es similar al argumento de autoridad. Supone que todo argumento que causa una emoción positiva no puede ser sino verdadero, o que su contrario se asocia a emociones negativas. La utilización más extendida de este tipo de razonamiento es la que implica la existencia de Dios, Buda, Alá... Por ejemplo:

Dios debe existir ya que la creencia en Él hace que la vida valga la pena vivirse.

investigación de un sabueso

Falacia “ad hoc”.

Este es un error difícil de detectar muchas veces. Consiste en introducir elementos nuevos para apoyar la conclusión.

Son argumentos que solo valen “para esto” (ad hoc) no generalizables, que explican algo después de que ha ocurrido. No tiene por qué ser cierto.

Por ejemplo: dirige bien porque tiene talento (ignorando que es necesaria la formación, el esfuerzo, la constancia, etc.).

Error inverso.

Aquí sucede que equivocadamente se piensa que, si una premisa antecedente es verdadera, su consecuencia también se puede considerar como verdadera por necesidad. Así, se puede afirmar que como está nevando, hace frío, pero no se puede asegurar lo contrario: como hace frío, está nevando. Hay múltiples ejemplos de esto. Gracias a la reunión del viernes, reducimos plazo y acabamos el proyecto a tiempo, por lo que, para acabar el siguiente proyecto a tiempo, debo reunirme un viernes (y no existe ni otro día ni otra forma para acabar a tiempo).

En definitiva, todo argumento con esta forma es falso: si A es verdadera, entonces B es verdadera por lo que si B es verdadera A es necesariamente verdadera. Esto se soluciona identificando bien las premisas y la inversión realizada para cometer la falacia. Por ejemplo:

  • Premisa A: si contaminamos el río
  • Premisa B: entonces habrá un aumento de la mortalidad de los pescados,
  • premisa B: por lo que si hay un aumento de la mortalidad de los pescados
  • Premisa A: es porque hemos contaminamos el río (¡y no por otra causa!)

trabajar ante el ordenador para descubrir las claves del proyecto

Negar un antecedente.

Consecuencia de la anterior es presuponer que, si negamos la primera premisa, la segunda es necesariamente inválida.

En el ejemplo anterior diríamos igualmente que, si está nevando, hace frío, por lo que, si no estuviera nevando, cometiendo este error, llegaríamos a la conclusión de que no hace frío y, en definitiva, que solo hace frío si nieva, lo cual no es correcto.

Es necesario apuntar que sí es correcto utilizar la negación del consecuente, en nuestro caso, si no hace frío, no puede estar nevando, aunque no es la única premisa necesaria, puesto que además de una temperatura baja son necesarias unas ciertas condiciones meteorológicas para que nieve.

Falacia dirigida a las consecuencias.

Un error parecido al inverso es el argumento ad consequentiam, en el cual se infiere que una premisa es verdadera solamente porque su consecuencia es positiva, o al revés, es falsa porque su consecuencia es negativa.

Por ejemplo: tiene que jugar bien al futbol, si no, no jugaría en primera división. O, tiene que ser buen gestor, si no, no llevaría tantos proyectos. En definitiva, lo que se está haciendo aquí es categorizar la consecuencia en positiva o negativa, y no el hecho en sí.

Para evitar este error es necesario plantearse que una consecuencia, porque sea positiva o negativa, buena o mala, deseable o no, no hace a su premisa más verdadera o real.

muñeco sobre un interrogante gigante

La confusión de inexplicado con lo inexplicable.

Que actualmente no exista una explicación para algo no significa que no pueda explicarse.

Este error es muy común entre los aficionados a lo paranormal, que tienden a utilizar explicaciones sobrenaturales para explicar cuestiones a las que no han encontrado respuesta, pero también al elaborar y redactar proyectos.

 A todos nos ha pasado al manejar un nuevo software que de repente algo no sale como queremos, perdemos datos o tenemos algún otro incidente similar que, aparentemente, no tiene explicación. La respuesta es sencilla y para nada sobrenatural ni por supuesto inexplicable: algo hemos tocado.

Conclusión: para sembrar más dudas (la duda total).

Se entiende a la Lógica como la disciplina que estudia el pensamiento en concepto, juicio y raciocinio con la finalidad de elaborar razonamientos correctos y verdaderos. Existe una gran diferencia entre lo que es correcto y lo que es verdadero. En Lógica lo correcto se refiere, a la manera en cómo están construidas nuestras deducciones, pensamientos y aseveraciones, pero no al contenido de verdad o falsedad de los mismos.

Para conocer otros errores, sigue la primera parte de este blog en: 25 errores a evitar en la toma de decisiones (I).

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2697-2077

Burgos, España

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