Natalia Rodríguez Suárez - Jue, 12/12/2019 - 16:44
Serie Haciendo historia (XXVI)
Toda ciencia, para constituirse como tal, requiere de un proceso de análisis y reflexión sobre sí misma, que la permita individualizarse, establecer un objeto de análisis y un método de trabajo probado. Solo de esta manera se alcanza el valor científico intrínseco a las distintas disciplinas del conocimiento.
Este es un proceso lento y evolutivo, por la solidez que cada uno de estos planteamientos requiere. En este proceso destacan eminentes figuras que, por su relevancia intelectual, ayudaron a forjar las distintas ciencias.
Don Joaquín María de Navascués y de Juan fue una de estas figuras. Con sus reflexiones ayudó a perfilar el concepto, el objeto y el método de la Epigrafía; y es preciso ponerlo en valor y publicitarlo, pues, muchos son los que beben y han bebido de sus investigaciones, y no todos son conscientes de ello o lo reconocen.
Don Joaquín María nació en Zaragoza junto con el comienzo de siglo XX, el 17 de febrero de 1900. Su interés por la historia le llevaría a ingresar en la sección de Historia en la Universidad de la ciudad que le vio nacer y posteriormente a comenzar el doctorado, en esta materia, en la Universidad de Madrid, en el curso 1919-20. Sin embargo, la búsqueda de cierta estabilidad le hizo presentarse a las oposiciones del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, aprobándolas solo un año después. Esto le permitió forjarse y formarse en el trabajo de campo, pasando por distintos puestos en este cuerpo, que le permitieron viajar al extranjero y trabajar de la mano de figuras tan relevantes como Emilio Camps, Juan Cabré o el que sería su director de tesis y gran amigo don Manuel Gómez-Moreno, quien saldría en su defensa cuando don Joaquín fue encarcelado por desafección al régimen.
“Al finalizar la Guerra se convirtió en uno de los personajes más influyentes de los mundos de la arqueología y de los museos” (De Francisco, 2019, p. 19). Llegando a acaparar numerosos cargos de prestigio. Como anécdota y evidencia de su relevancia cabe mencionar que fue él quien tuvo la iniciativa y solicitó la recuperación de la Dama de Elche o las coronas del tesoro de Guarrazar.
Joaquín María de Navascués y de Juan. Autor: De http://www.man.es/man/museo/historia/personal/directores/navascues.html, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=46162168
Con todo ello, la lectura de su tesis hubo de demorarse hasta enero de 1949, pero el resultado bien valió la espera. En su tesis sobre las inscripciones latinas de Mérida estructura todo un método de trabajo. Su calidad científica le llevó solo un año después a hacerse con la cátedra de Epigrafía y Numismática de la Universidad de Madrid y en ese mismo año, a propuesta de don Manuel Gómez-Moreno, entre otros, ingresó en la Real Academia de la Historia. El discurso de ingreso y la respuesta al mismo por don Manuel, suponen un hito para el concepto de la Epigrafía universal. Pero como veremos no será el único, aunque, hasta ahora, si el único publicado[i].
Como decíamos al comienzo, toda ciencia debe precisar su concepto, su objeto y su método de estudio y fue precisamente en todos estos aspectos en los que don Joaquín María contribuyó a perfilar la Epigrafía, tanto en nuestro país como fuera de él[ii].
Sobre el concepto de Epigrafía ya en el año 1949, advierte que la tradicional definición -desgraciadamente aún repetida por algunos-, de Epigrafía como ciencia que estudia la escritura sobre materias duras resultaba del todo inadecuada, pues los mismos tipos gráficos aparecen en distintos objetos con independencia de la dureza del soporte.
Sobre el objeto de esta ciencia plantea, acertadamente o no, que el objeto de la Epigrafía es la escritura, rompiendo la separación tradicional entre Epigrafia y Paleografía[iii]. Planteamiento que su compañero Jean Mallón reivindicaba en 1945.
Calco epigráfico. Fuente https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Calco_del_ep%C3%ADgrafe.png
Pero será en la aplicación del método de estudio en la que don Joaquín abriera un abanico de posibilidades que permitieron darle un sentido científico a esta ciencia. Su rectitud y pulcritud personal quedaron reflejados en el método de trabajo que él propuso. Dicho método, que empleó en su tesis y describió en su memoria de cátedra, plantea como gran novedad, respecto a los estudios anteriores, la necesidad no solo de la lectura del epígrafe sino del análisis de sus caracteres externos[iv].
Solo a partir del estudio de estos elementos se puede llegar a conocer el origen y evolución de la escritura y lograr datar inscripciones sin fecha.
El método propuesto plantea que el epigrafista debe iniciar su investigación revisando la historia de cada epígrafe, su hallazgo, localización, etc. Todo ello permite explicar “las circunstancias en las que se produjo el hecho epigráfico” (Navascués, 1953, p. 109)[v]. Así mismo, se ha de comenzar cualquier estudio por las inscripciones fechadas, para tras establecer unas conclusiones al respecto, aplicarlas a las piezas sin datar. Establece, el profesor Navascués, que se debe realizar siempre un estudio directo del epígrafe analizando primero su materia y forma “pues de ella depende el procedimiento de la escritura” (Navascués, 1953, p. 110).[vi] Posteriormente, se estudiarán todos los caracteres gráficos (distribución, altura, longitud, interlineados, espejo epigráfico, caracteres, abreviaturas, etc.). Por último, se realiza el análisis textual.
La estructuración de este método supuso un gran hito ya que su aplicación permite establecer conclusiones y paralelismos que facilitan la identificación, por ejemplo, de piezas sin data o de talleres concretos de producción de epígrafes. Abriendo un nuevo camino a la investigación epigráfica.
Museo de León. Inscripción vadiniense
Acaba de salir a la luz una obra titulada Joaquín María de Navascués Obra epigráfica. En ellas Javier de Santiago Fernández, José María de Francisco Olmos y Elisabeth Menor Natal, como editores, recogen toda la investigación de este gran epigrafísta. La publicación nos permite recopilar toda la producción epigráfica de este insigne investigador, pero además incluye tres piezas inéditas o de muy difícil localización: su tesis doctoral, la memoria de acceso a la cátedra de Epigrafía y Numismática y su último trabajo que, a su muerte en 1975, dejó inédito y casi concluido. Se trata de las inscripciones vadinienses, que gracias a su familia han visto la luz.
La recopilación se acompaña de tres capítulos preliminares que nos ayudan a entender a este investigador español. En el primero, el profesor José María de Francisco Olmos presenta una profunda y documentada biografía del personaje repleta de curiosas anécdotas. En segundo lugar, el catedrático Javier de Santiago realiza un minucioso análisis de las aportaciones de este insigne personaje, escudriñando, con un exhaustivo estudio, no solo los hitos alcanzados por don Joaquín sino las repercusiones e influencias de Navascués en autores coetáneos y posteriores, y ofreciendo, de manera prudente, sus propias opiniones al respecto, lo que resulta de suma importancia si tenemos en cuenta que el profesor de Santiago es el actual propietario de la Catedra de Epigrafía y Numismática. Por último, don José Manuel Ruiz Asencio, nos descubre una parte de su propia biografía en la que compartió espacio con este personaje.
Como podéis comprobar, resulta una obra básica para cualquier especialista o aficionado al estudio de la escritura. Os invito a conocer más de este verdadero tratado de Epigrafía, que sus editores nos ofrecen en abierto Joaquín María de Navascués Obra epigráfica.
[i] Este apartado está inspirado en la lectura de Francisco Olmos, J. Mª de. (2019). Joaquín María de Navascués y de Juan. Trayectoria vital. En J. de Santiago Fernández, J. Mª. de Francisco Olmos y E. Menor Natal (Eds.), Joaquín María de Navascués Obra epigráfica (vol. I) (pp. 9-28). Madrid: NUMISDOC.
[ii] Hemos de recordar que incluso el propio Susini se reconoce deudor de sus teorías. Susini G. (1968). Il lapicida romano. Introduzione all´epigrafia latina, Roma: “L´Erma” di Bretschneider, p. 10-12.
[iii] M. Gómez-Moreno, en la respuesta al discurso de Navascués, nos ofrece una primera definición que permite distinguir ambas ciencias. Gómez-Moreno Martínez, M. (1953). El concepto de Epigrafía. Consideraciones sobre la necesidad de su ampliación. Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia por los señores D. Joaquín Mª. De Navascués y de Juan y D. Manuel Gómez-Moreno y Martínez en la recepción pública del primero, el día 18 de enero de 1953, Madrid: Real Academia de la Historia. El profesor García Lobo, en el discurso inaugural al curso académico 91-92 perfila estas diferencias entre las distintas disciplinas. García Lobo, V. (1991). Los medios de comunicación social en la Edad Media. La comunicación publicitaria. Lección inaugural Curso académico 1991-92, León: Universidad de León. Sobre el concepto de Epigrafía cf. Santiago Fernández, J. de (2004). La Epigrafía: Evolución conceptual y metodológica. Documenta & Instrumenta, (1), 193-226. Rodríguez Suárez, N. (2012). Un repaso a través de los conceptos de Epigrafía e Inscripción. Documenta & Instrumenta, (10), 29-36.
[iv] Sobre las aportaciones de don Joaquín María de Navascués a la ciencia epigráfica, es preciso aludir al profundo estudio que se desarrolla en Santiago Fernández, J. de (2019). Joaquín María de Navascués y la Epigrafía En J. de Santiago Fernández, J. Mª. de Francisco Olmos y E. Menor Natal (Eds.), Joaquín María de Navascués Obra epigráfica (vol. I) (pp. 29-62). Madrid: NUMISDOC. Este capítulo ha servido de inspiración para la redacción de esta parte de la entrada al blog.
[v] Navascués y de Juan, J. Mª. de, Memoria sobre el concepto, método y fuentes de la Epigrafía. Memoria presentada a la oposición de la Cátedra de Epigrafía y Numismática de la Universidad de Madrid, convocada por Orden Ministerial de 2 de febrero de 1949. En J. de Santiago Fernández, J. Mª. de Francisco Olmos y E. Menor Natal (Eds.), Joaquín María de Navascués Obra epigráfica (vol. I) (p. 67-139). Madrid: NUMISDOC.
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