Comunicación - Vie, 12/07/2019 - 12:23
El análisis, gestión e implementación de cantidades masivas de datos es ya una realidad. El big data ha llegado para quedarse y transformar para siempre todos aquellos ámbitos en los que el análisis inteligente puede suponer una mejoría. Existen diversos ejemplos de Big Data aplicados a la vida diaria. Sin embargo, por su impacto y el beneficio que reporta, un proyecto de Big Data en Medicina, o el uso de Big Data en el sector de la salud, son claros ejemplos de cómo puede el análisis inteligente mejorar nuestra vida y por qué es una buena idea formarse de manera transversal en esta materia, con un Máster en Big Data.
Aplicaciones del Big Data en Biomedicina
Aunque en países como España, la aplicación del análisis inteligente en este campo aún espera legislación específica, en Estados Unidos o Canadá ya han experimentado los increíbles beneficios de utilizar el Big Data en disciplinas y prácticas biomédicas. No hay sino que reflexionar sobre la gran cantidad de información relativa a cada paciente que puede generarse en cada hito asistencial: grupo sanguíneo, alérgenos, antecedentes familiares de determinadas patologías, niveles de glucosa, valores de presión sanguínea promedio, información de una resonancia magnética.
Esta información, combinada con datos relativos a la distribución geográfica, la edad, el género, la ocupación, los hábitos alimenticios o el grado e intensidad de actividad física -por poner algunos ejemplos sencillos- pueden ayudar (de hecho, ya lo hacen) a diseñar políticas de atención sanitaria, tratamientos y protocolos que deriven en una aproximación biomédica centrada en el paciente. Por no hablar del inmenso abanico de posibilidades que comporta la codificación del genoma y el tratamiento de patologías hereditarias o enfermedades actualmente incurables.
Además, el sistema sanitario (tanto público como privado) ha evolucionado a una digitalización global donde se utiliza el Big Data y la inteligencia artificial en la mayoría de sus ámbitos desde la parte más administrativa como asistencial. Como es el caso de la cirugía ortopédica asistida por robot, o el uso de asistentes virtuales para enfermería.
La información, haciendo aliados al Big Data y la biotecnología
Por el mismo motivo, la tecnología puede sacar provecho y utilizar el análisis inteligente para predecir determinados escenarios, que el Big Data hace posible, para que podamos llevar una vida mejor. Ya no se nos hace extraña la implantación de dispositivos subcutáneos para mejorar nuestra salud gracias a la información que recogen de nuestro estado.
Tampoco la utilización de nuestra información biométrica como medida de seguridad, la integración de dispositivos tecnológicos en las prendas de vestir que usamos -que pueden monitorizar nuestras constantes vitales las 24 horas del día- o la aplicación del análisis inteligente en el desarrollo de robótica quirúrgica cada vez más avanzada.
Además, el Big Data tiende a retroalimentarse: gracias al análisis inteligente son posibles mejores dispositivos biotecnológicos que, a su vez, recogen una cantidad y calidad mayor de información que -lógicamente- permiten un avance mucho más rápido en este campo.
También la mayor capacidad de procesamiento y almacenamiento de información, unido con la evolución de los algoritmos ha permitido que se pueda procesar y generar modelos de una forma más rápida como es en el caso del análisis de los patrones o secuencias de ADN.
El Big Data en el sector de la salud y el deporte
También el deporte y la actividad física han experimentado una importante mejora gracias a la utilización del análisis inteligente de información y datos. Tanto en los estadios más profesionalizados como a nivel de un usuario básico, podemos conocer nuestro consumo de oxígeno, nuestra saturación, la frecuencia cardíaca, la calidad de la sangre que alimenta nuestra musculatura, cómo nos recuperamos de un esfuerzo y cuánto tardamos en hacerlo, etc.
Este uso masivo del big data en el mundo de la salud en los últimos años también es debido a la explosión de la tecnología, es decir, al uso de sensores (wearables) que permite hacer un seguimiento en real time del estado de salud de las personas. Por ejemplo, muchos de nosotros tenemos pulseras de seguimiento de nuestra actividad física tomando datos de forma constante sobre nuestras pulsaciones, tensión, etc., así como otros dispositivos smart body analyser o los iBGStar (para los casos de seguimiento de niveles de diabetes).
Esto no sólo es útil para saciar nuestra curiosidad o alimentar nuestras ansias competitivas. Permite analizar al detalle nuestro comportamiento ante el ejercicio, decidir qué rutinas son las más apropiadas para nuestro organismo, diseñar y monitorizar rutinas de entrenamiento y establecer programas específicos de trabajo y recuperación adaptados a una persona en particular. Si la práctica deportiva está íntimamente ligada a un buen estado de salud, gracias al Big Data podremos exprimir al máximo los beneficios que nos proporciona la actividad física, sin importar el escenario que se nos presente.
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