Niño hospitalizado con ansiedad.

Niño hospitalizado con ansiedad.

30 de julio de 2025. La profesora Ana Padillo Andicoberry, coordinadora de los Grados de Infantil y Primaria de la Universidad Isabel I, en colaboración con investigadoras de la Universidad de Sevilla, ha arrojado luz sobre un tema crucial en la atención pediátrica: el impacto positivo de las acciones educativas en la salud emocional de los menores hospitalizados. La investigación, publicada en la revista Bordón, analiza 23 estudios experimentales y cuasi-experimentales que, en conjunto, evalúan a más de 1.500 menores hospitalizados en edades comprendidas entre los 3 y los 12 años.

Un entorno hostil para la infancia

La hospitalización en edades tempranas supone una experiencia potencialmente traumática. Estudios recientes señalan que entre el 30 % y el 50 % de los menores ingresados pueden experimentar ansiedad, miedo, irritabilidad o síntomas psicosomáticos como regresiones conductuales, alteraciones del sueño o dificultades alimentarias. La falta de recursos emocionales para afrontar la situación, unida a la ruptura de la rutina escolar y social, incide directamente en su bienestar psicológico y en su desarrollo académico.

Las aulas hospitalarias: espacios clave de acompañamiento

En este contexto, las aulas hospitalarias (AAHH) emergen como recursos fundamentales para apoyar a los menores durante su ingreso. Las investigadoras han identificado tres grandes tipos de intervenciones educativas con efectos positivos en la reducción de la ansiedad: actividades lúdicas (con o sin animales), acciones expresivas-artísticas (como la dramatización o la musicoterapia) y actividades digitales. Todas ellas no solo distraen, sino que permiten a los menores expresar emociones, mantener rutinas cognitivas y reforzar sentimientos de seguridad.

Las actividades lúdicas basadas en juegos fueron las más estudiadas. Aplicadas de forma diaria durante uno o varios días, estas estrategias muestran una reducción significativa de los niveles de ansiedad, especialmente en casos graves. Aunque menos numerosas, las acciones con animales y las dramatizaciones con marionetas también mostraron efectos positivos, y  los resultados fueron algo más dispares. Por su parte, las herramientas digitales (como aplicaciones educativas o realidad aumentada) se consolidan como un recurso prometedor para la distracción, el aprendizaje y la mejora del estado de ánimo durante la hospitalización.

A pesar de la evidencia positiva, el estudio señala importantes lagunas. La mayoría de las investigaciones revisadas proceden del ámbito sanitario (pediatría, enfermería o psicoterapia) y tienen un enfoque cuantitativo. Son escasos los trabajos desde la perspectiva pedagógica, así como los que emplean metodologías mixtas que permitan comprender mejor el contexto y las experiencias subjetivas de los menores y sus familias. Además, la mayoría de los estudios se centran en niños menores de 12 años, quedando prácticamente inexplorado el impacto de estas acciones educativas en adolescentes hospitalizados. Tampoco se han realizado seguimientos a largo plazo para evaluar si los efectos positivos se mantienen tras el alta hospitalaria.

El papel del profesorado hospitalario

La revisión subraya la importancia del personal docente que trabaja en las aulas hospitalarias. No solo deben adaptar las actividades al estado físico y emocional de cada niño, sino que sus propias características personales y profesionales (formación especializada, experiencia, estilos educativos) pueden influir directamente en la efectividad de las intervenciones. La calidad de la relación interpersonal entre el docente y el menor se revela como un factor clave para mitigar el miedo y la ansiedad.

Esta revisión pone de manifiesto que las aulas hospitalarias no solo cumplen una función académica, sino también terapéutica. Las acciones educativas diseñadas con base en la evidencia pueden convertirse en herramientas poderosas para apoyar la salud mental de los niños hospitalizados. Las investigadoras proponen profundizar en este campo desde una perspectiva educativa más integral y humanista, que tenga en cuenta las particularidades de cada niño y de su entorno familiar y hospitalario.