
La escuela en el hospital.
23 de octubre de 2025. Un equipo de investigadores de la Universidad Isabel I y la Universidad de Sevilla ha puesto de relieve cómo la educación puede convertirse en una herramienta terapéutica de primer orden para los niños hospitalizados. Su trabajo, publicado en la revista Bordón, revisa más de una veintena de estudios internacionales y concluye que las acciones educativas, desde los juegos hasta la expresión artística o digital, ayudan a reducir significativamente los niveles de ansiedad y miedo en los menores ingresados. La profesora Ana Padillo Andicoberry, coordinadora de los Grados de Infantil y Primaria de la Universidad Isabel I es una de las investigadoras participantes de este proyecto.
La hospitalización infantil, especialmente entre los 3 y los 12 años, puede ser una experiencia profundamente desestabilizadora. Según el estudio, entre el 30 % y el 50 % de los niños ingresados muestran síntomas de ansiedad, irritabilidad o regresión conductual. La ruptura con su entorno familiar y escolar, junto con la falta de herramientas emocionales para entender lo que ocurre, agrava este impacto.
Importancia de las aulas hospitalarias
En este escenario, las aulas hospitalarias se consolidan como espacios esenciales no solo para continuar el aprendizaje, sino también para proteger el bienestar emocional de los menores. Las investigadoras han identificado tres tipos principales de intervenciones que han demostrado eficacia: actividades lúdicas, acciones expresivo-artísticas y recursos digitales interactivos.
Los juegos, aplicados de forma cotidiana, destacan como las estrategias más efectivas para reducir la ansiedad, especialmente cuando los niños enfrentan procesos médicos complejos o prolongados. También se observan efectos positivos en experiencias con animales o dramatizaciones con marionetas, que permiten canalizar emociones y restablecer la sensación de normalidad. En paralelo, el uso de herramientas digitales, como la realidad aumentada o las aplicaciones educativas, ofrece nuevas vías de distracción, aprendizaje y apoyo psicológico durante la estancia hospitalaria.
A pesar de la evidencia, los investigadores advierten de la falta de estudios con una mirada pedagógica más profunda. Buena parte de las investigaciones revisadas proceden de ámbitos clínicos —pediatría o psicología— y emplean metodologías cuantitativas, lo que deja sin explorar aspectos cualitativos esenciales como la percepción del niño o la influencia del contexto familiar. Además, casi todos los trabajos se centran en menores de 12 años, por lo que la etapa adolescente sigue siendo una gran desconocida en este campo.
Sensibilidad del profesorado
El estudio también destaca el papel determinante del profesorado hospitalario, cuya labor va mucho más allá de impartir contenidos curriculares. La relación humana que establecen con el alumnado se convierte en un factor protector frente a la ansiedad y el miedo. Su capacidad para adaptar la enseñanza al estado físico y emocional de cada niño, así como su formación y sensibilidad, resultan cruciales para el éxito de las intervenciones.
“La educación no solo mantiene el vínculo con la escuela; puede ser una herramienta terapéutica en sí misma”, subraya Ana Padillo Andicoberry, coordinadora de los Grados de Infantil y Primaria de la Universidad Isabel I. Para la profesora, la clave está en concebir la enseñanza hospitalaria desde una perspectiva integral y humanista, que atienda tanto a la dimensión cognitiva como a la emocional del niño.
El trabajo concluye con una llamada a seguir profundizando en esta línea de investigación y a reforzar el reconocimiento del papel educativo dentro de los entornos sanitarios. Las aulas hospitalarias, recuerdan los autores, no solo enseñan: también curan, acompañan y devuelven a los niños la tranquilidad que necesitan para sanar.