Andrés Seoane Fuente Departamento de Comunicación
Mié, 09/08/2017 - 13:14

Asesinos en serie: Jeffrey Lionel Dahmer, el carnicero de Milwaukee

El asesino en serie Jeffrey Dahmer, escoltado al Tribunal. Fuente: Allen Fredrickson / Reuters

En la década de los años 70 del pasado siglo, el agente del FBI Robert K. Ressler fue el primero en emplear el término ‘asesino en serie’. Las únicas dos condiciones son cometer tres o más asesinatos, y que entre ellos exista un periodo de inactividad, denominado de enfriamiento o refractario. Sus más de 40 años de experiencia en este campo, y sus amplios estudios que han llegado a identificar criminales de estas características hasta en la Edad Media, han servido para dar caza a un gran número de asesinos en serie. De entre la multitud de ejemplos que existen a lo largo del mundo y la historia, aquí te contamos la vida del conocido como carnicero de Milwaukee.

El 21 de mayo de 1960 nacía Jeffrey Lionel Dahmer, fruto de un matrimonio conflictivo. Niño tímido y solitario, se sintió abandonado tras el divorcio de sus padres y vivó una infancia complicada, en la que ya mostraría interés por la anatomía animal. El 27 de enero de 1992, cuando tenía 32 años, comenzó el juicio por el que se le condenaría a un mínimo de 900 años de cárcel -15 cadenas perpetuas consecutivas-, tras acabar con la vida de 17 hombres entre 1978 y 1991. Y su sobrenombre deriva de sus prácticas necrófilas y caníbales.

Con 17 años pudo cometer su primer asesinato, cuando intentó asaltar a un joven que pasaba corriendo por delante de su casa por el que sentía una potente atracción física, pero afortunadamente cambió su ruta de ejercicio y no volvió a verle. No obstante, sólo un año después recogió a un autoestopista, lo llevó a su casa, lo asesinó y lo arrojó por un barranco dentro de una bolsa de basura. El detonante fue el abandono de su padre, que se marchó de casa para no regresar, un tiempo antes.

Sus habituales borracheras motivaron que le expulsaran de la universidad, primero, y del ejército, después. Tras estos episodios, se muda con su abuela y muestra signos de una posible reinserción, pero sólo fue un espejismo. Visitó saunas homosexuales para mantener relaciones esporádicas, en las que terminaba por drogar a sus parejas. Intentó desenterrar un cadáver para satisfacer su apetito sexual. Fue arrestado por exhibicionismo indecente en 1986. Tras un análisis de su conducta, se le diagnosticó personalidad peligrosa.


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Un año más tarde llegaría su segundo asesinato. Steve Touimi, un joven negro al que conoció en un bar gay. Después de emborracharse y marcharse a un hotel, Dahmer no recordaba nada de la noche cuando despertó. Su compañero estaba muerto. Llevó su cuerpo a casa de su abuela. Tuvo sexo con el cadáver, lo desmembró y lo tiró a la basura, salvo la cabeza. La hirvió para blanquearla y después exponerla en su habitación.

A sus siguientes víctimas las ofreció dinero por mantener sexo o sacarles unas fotografías, para después seguir un modus operandi similar. Asesinato, sexo, desmembramiento. Así hasta catorce veces más.

En mayo de 1991 estuvo a punto de ser descubierto, cuando su próximo objetivo, Konerak Sinthasomphone, logró huir en un despiste del carnicero de Milwaukee. Al correr desnudo, los vecinos alertaron a la policía, pero a causa del ácido que le había inyectado Dahmer, apenas podía hablar, y los agentes creyeron la versión del asesino, que aseguró que era su amante y estaba borracho. Como no registraron su casa no pudieron encontrar las múltiples evidencias de sus otros crímenes, y Sinthasomphone acabó ahorcado ese mismo día.

Apenas dos meses después de este episodio, Tracy Edwars, su última víctima, logró huir. La policía, esta vez sí, tomó cartas en el asunto. El jurado dictó su veredicto sobre Dahmer: 15 cadenas perpetuas, que cumpliría en el Columbia Correctional Institution, a pesar de que se sugirió internarlo en un psiquiátrico, puesto que era un enfermo mental, pero se desoyó la petición. Terminó asesinado por otro preso tras una pelea, en 1994.

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