Álvaro Bayón Profesor del Máster en Divulgación Científica
Vie, 03/11/2023 - 10:29

Dos manos sujetando una bola de cristal que representa al mundo y la ecologíaRepresentación simbólica del mundo y la ecología.

Serie: 'Un Viaje por la Ciencia' (XLVIII)

Un ecologismo sin ecología es peligroso; una ecología sin ecologismo es improductiva. Álvaro Bayón.

Vivimos en un mundo en constante cambio, donde el clima, alterado por la actividad humana, amenaza la supervivencia de muchas personas. Como suele suceder en otros aspectos de la sociedad, el origen del problema no se reparte de forma homogénea en toda la población, y tampoco las consecuencias.

Dado que la mayor parte del cambio climático tiene su origen en un calentamiento global, que este a su vez está causado por un exceso de emisiones de gases de efecto invernadero, el principal motor de cambio climático se localiza en determinados sectores de la sociedad. Según un estudio reciente, publicado en la prestigiosa revista One Earth, y realizado por el profesor de geopolítica Marco Grasso, de la Universidad de Milan-Bicocca, Italia, y el investigador en servicios de mitigación climática Richard ‘Rick’ Heede, del Instituto de Responsabilidad Climática de Colorado, detrás de más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero globales hay solo 21 empresas. Las 21 empresas más importantes del sector de los combustibles fósiles, encabezadas por Saudi Aramco, Gazprom, ExxonMobil, Shell y BP.

La desigualdad en las causas se ve, también, reflejada como una desigualdad social.  Solo el 1 % de las personas más ricas del planeta emiten tantos gases de efecto invernadero como el 50 % más pobre. Jeff Bezos o Elon Musk emiten cada uno en un solo día lo que un español promedio emite en 10 meses. Aún más extremo es el caso del magnate del acero Roman Abramovich; con sus 31.200 toneladas de carbono equivalente de emisiones anuales, emite en un solo día lo que un español promedio en 12 años.

Si la causa del cambio climático está marcada por unas fuertes desigualdades sociales, también lo están sus consecuencias. Las olas de calor cada vez más frecuentes e intensas o las inundaciones cada vez más catastróficas hacen que cada vez más áreas, que antes eran cultivables, estén dejando de serlo; peor aún, zonas habitables en el pasado, hoy ya no lo son. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 20 millones de personas al año se ven obligadas a abandonar sus hogares por motivos climáticos. Este fenómeno sucede de forma mucho más acentuada en países en vías de desarrollo y, cuando ocurre en países ricos, afecta más gravemente a los sectores más empobrecidos de su población.

Con estos antecedentes, no es de extrañar que cada día más y más personas sientan una gran preocupación por el medio ambiente y la conservación de la naturaleza. La protección de los ecosistemas ya no es solo una posición de conciencia ante la naturaleza, sino también un acto de autopreservación y supervivencia para la humanidad. Los movimientos ecologistas adquieren cada vez más fuerza —incluso entre las empresas responsables de la situación—.

Ciudad con dos caras, una verde y la otra desértica

 Cambio Climático. Fuente: leolintang / iStock

El ecologismo, un movimiento en auge

El diccionario de la Real Academia Española define “ecologismo” como la "doctrina que propugna la defensa de la naturaleza y la preservación del medio ambiente" y, en su segunda acepción, como "movimiento sociopolítico que defiende" esta doctrina. El ecologismo implica una serie de ideas, opiniones y posturas sostenidas y defendidas por individuos y grupos que reconocen la importancia de proteger la naturaleza y el medioambiente.

En la actualidad, el ecologismo es mucho más que una simple tendencia; es un movimiento que ha ganado un gran impulso en las últimas décadas. A medida que los desafíos medioambientales se han vuelto más evidentes y apremiantes, cada vez más personas, organizaciones y gobiernos reconocen la necesidad de tomar medidas para preservar la naturaleza y el medioambiente. Además, recientemente se ha relacionado, con más o menos éxito, con otros movimientos de corte social o político, entrelazándose en un complejo entramado del que ya es indivisible.

Uno de los factores clave en el crecimiento del ecologismo es la creciente conciencia global sobre los problemas ambientales. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la presencia de especies invasoras, la contaminación del aire y del agua y la degradación de los ecosistemas son temas que se abordan a nivel mundial. Aspectos que, en otro tiempo, se circunscribían casi exclusivamente a círculos científicos, hoy forman parte del debate social y están presentes en la opinión pública.

Una buena parte de la ciudadanía se preocupa de llevar a cabo esos pequeños gestos que nos recomiendan a diario: reciclar, emplear medios de transporte sostenibles, consumir productos locales y de temporada, reducir el consumo energético o, si se puede, promover el autoconsumo. Esta forma de conciencia ecológica, originalmente impulsada por grandes personalidades naturalistas como Jane Goodall, Rachel Carson, Jacques Cousteau o Félix Rodríguez de la Fuente, hoy se ve renovada, con nombres como Ángela Valenzuela o Greta Thunberg, que han inyectado ese ecologismo en las nuevas generaciones.

 También la cultura avanza hacia este tipo de mensajes. Capítulos de Los Simpsons que abordan la problemática de las especies invasoras o Futurama y la contaminación y el cambio climático, se suman a superproducciones cinematográficas como Avatar y su secuela, que muestran los problemas de la sobreexplotación de recursos y la importancia de la preservación de ecosistemas vírgenes.

A través de personajes y tramas, el espectador se conecta emocionalmente con los desafíos que enfrenta el planeta. En el remake de 2008 de la película de culto Ultimátum a la Tierra, el personaje de Klaatu, interpretado por Keanu Reeves, plantea una premisa impactante: si la vida en la Tierra se extinguiera debido a la degradación ambiental, la humanidad también se enfrentaría a su propia extinción. Sin embargo, si la humanidad desapareciera, la vida en el planeta continuaría. ¿Por qué tiene la humanidad ese ego tan desmedido de pensar que la Tierra es “su” planeta? Esta reflexión profunda sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza resalta la importancia de abordar los problemas medioambientales de manera holística.

Aún más impactante fue el estreno, en 2021, del filme No mires arriba, dirigido por Adam McKay. La obra aporta una perspectiva crítica sobre las consecuencias del cambio climático —representado por un gran meteorito en rumbo de colisión con la Tierra— y la forma de abordarlo de científicos, políticos, grandes empresas tecnológicas, medios de comunicación y la sociedad en su conjunto. Una película que no solo es fuente inagotable de memes, sino un oscuro espejo donde se reflejan comportamientos y actitudes muy actuales de nuestra sociedad.

A medida que el ecologismo arraiga en la cultura popular, el público se ve más motivado a reflexionar sobre su papel en la protección de la naturaleza y a tomar medidas para un futuro más sostenible. Pero el ecologismo, por sí solo, no es suficiente.

jóvenes en el aula con plantas

 Ecología como campo de estudio. Fuente: Ridofranz / iStock.

La ecología: ciencia que estudia las relaciones de la vida

Es relativamente común que la gente confunda ‘ecologismo’ con ‘ecología’. Pero son dos términos netamente distintos. Si volvemos al diccionario de la Real Academia, “ecología” se define como la "ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio, y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio". A diferencia del ecologismo, la ecología es una disciplina científica que se enfoca en comprender los complejos sistemas formados por la interacción de organismos vivos y su entorno físico, conocidos como ecosistemas.

La ecología se basa en métodos científicos, desarrolla un enfoque objetivo que se sustenta en la observación, la experimentación y el análisis de datos. A través de este proceso, los ecólogos investigan los sistemas naturales para desentrañar sus complejas redes de relaciones y determinar cómo funcionan en conjunto.

Un aspecto distintivo de la ecología es su enfoque interdisciplinario. Los ecólogos colaboran con expertos en otras disciplinas, como la zoología, la botánica, la microbiología, la genética, la geología, la climatología e incluso la sociología, para comprender los sistemas naturales en su totalidad. Este enfoque holístico permite a los ecólogos —que no ecologistas— captar las conexiones esenciales entre los seres vivos, su medioambiente y las influencias humanas.

La ecología se concentra en la exploración y comprensión de los ecosistemas. Los ecólogos estudian cómo estos sistemas se mantienen en equilibrio y cómo responden a los cambios ambientales. Por lo tanto, la ecología, como ciencia tiene como función crucial contribuir a la conservación del medioambiente.

A través de la investigación y el análisis, los ecólogos proporcionan datos críticos que respaldan la toma de decisiones en la gestión de áreas naturales protegidas, la restauración de ecosistemas dañados y la mitigación de los impactos humanos en la naturaleza. Y además a través de la divulgación científica, se convierte en un faro que guía a la sociedad hacia una mayor comprensión de la importancia de la naturaleza y la necesidad de protegerla. Los hallazgos de la ecología informan sobre cuestiones críticas, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la gestión de recursos naturales, lo que a su vez influye en políticas y prácticas en todo el mundo.

Gatos en la calle

Las colonias felinas son un gran peligro para la biodiversidad. Fuente: Funtay / iStock

La simbiosis necesaria entre ecología y ecologismo

La colaboración entre ecología y ecologismo es esencial para abordar de manera efectiva los desafíos medioambientales que enfrenta nuestro planeta. La simbiosis entre estas dos disciplinas representa una asociación en la que ambas partes se benefician y fortalecen mutuamente, lo que resulta en un enfoque más completo y eficaz para la conservación ambiental. Un ecologismo sin ecología es peligroso; una ecología sin ecologismo es improductiva.

El ecologismo, como movimiento social y político, es impulsado por la pasión y la conciencia, pero no siempre por datos e información real. Ante la ignorancia sobre el complejo funcionamiento de los ecosistemas, un ecologismo mal informado puede llevar a tomar decisiones de consecuencias desastrosas.

Por poner ejemplos prácticos: liberar a miles de visones enjaulados en granjas peleteras puede ser una acción muy buena en conciencia, pero las consecuencias son, como mínimo, indeseables. La mayoría morirá víctima de la depredación o de atropellos. Los supervivientes, además, pueden provocar un evento de invasión biológica que erradique a los pequeños depredadores de los ecosistemas donde se instalen instale, transmita graves enfermedades a la fauna silvestre autóctona, y termine causando que especies antaño bien preservadas caigan en un grave peligro de extinción.

Algo parecido sucede con las colonias felinas en España. Se considera positivo en conciencia —y de hecho, está defendido y financiado— esterilizar y mantener a los gatos sin dueño, que habitan en colonias. Se cree, además, que son un buen método de control para los roedores indeseados. Sin embargo, las pruebas indican que estas acciones son más que contraproducentes para el entorno natural donde se asientan estas colonias felinas.

Según una publicación científica publicada en septiembre de 2023, llevada a cabo por Michael C. Calver y colaboradores, esas colonias de gatos suponen una amenaza para la fauna silvestre —son superdepredadores que, además, cazan por diversión, no solo por necesidad—, generan problemas de salud pública y agravan los problemas asociados a los roedores en lugar de solucionarlos. Estas medidas son, incluso, perjudiciales para el mismo bienestar de los gatos ferales.

Las medidas que en ocasiones son tomadas como beneficiosas desde la perspectiva ecologista, con frecuencia se descubre que causan más daño del que pretenden reparar. De ahí que un ecologismo sin ecología es peligroso.

Por otro lado, la ecología sin el ecologismo se convierte en improductiva. De poco sirve desarrollar metodologías eficaces para mitigar, resolver e incluso prevenir problemas ambientales si no existe una voluntad activa para ponerlas en práctica. La ecología, como ciencia, proporciona resultados, pero para que resulten eficaces es necesaria la acción social y política. No es casualidad que personas conocidas por su activismo ecologista tengan formación en ecología o en otra rama afín. Jane Goodall está considerada una de las etólogas más eminentes de primates del mundo. Rachel Carson y Jacques Cousteau eran biólogos marinos. Y aunque la formación de Félix Rodríguez de la Fuente fuera en medicina, fue pionero en la divulgación de la ecología y se rodeó de un gran número de asesores, entre los que destaca el biólogo Miguel Delibes de Castro, autoridad mundial sobre el lince ibérico.

La simbiosis entre ecología y ecologismo se convierte, pues, en algo esencial para el correcto avance de ambas. Cuando el ecologismo se nutre de la sólida base de conocimiento científico que proporciona la ecología, es cuando su acción se torna realmente en positiva. La ecología valida y orienta, así, las acciones del ecologismo, evalúa la eficacia de las estrategias de conservación y las políticas medioambientales propuestas y facilita la toma de decisiones basadas en la información científica contrastada. Por otro lado, en una sociedad ecologista concienciada, la ecología puede encontrar motivación y fuentes de financiación para seguir avanzando y creando nuevo conocimiento.

Referencias:

ACNUR. s. f. Cambio climático y desplazamiento por desastres. ACNUR España.

Barros, B. et al. 2021. The outsized carbon footprints of the super-rich. Sustainability: Science, Practice and Policy, 17(1), 316-322. DOI: 10.1080/15487733.2021.1949847

Calver, M. C. et al. 2023. The animal welfare, environmental impact, pest control functions, and disease effects of free‐ranging cats can be generalized and all are grounds for humanely reducing their numbers. Conservation Science and Practice, e13018. DOI: 10.1111/csp2.13018

Dabi, N. et al. 2022. Carbon billionaires: The investment emissions of the world’s richest people. Oxfam International. DOI: 10.21201/2022.9684

Dobson, A. 2019. Ecologism. En R. Eatwell et al. (Eds.), Contemporary Political Ideologies (1.a ed., pp. 216-238). Routledge. DOI: 10.4324/9780429038839-10

Grasso, M. et al. 2023. Time to pay the piper: Fossil fuel companies’ reparations for climate damages. One Earth, 6(5), 459-463. DOI: 10.1016/j.oneear.2023.04.012

Heede, R. 2014. Tracing anthropogenic carbon dioxide and methane emissions to fossil fuel and cement producers, 1854–2010. Climatic Change, 122(1-2), 229-241. DOI: 10.1007/s10584-013-0986-y

Institute for Economics and Peace. 2020. Over one billion people at threat of being displaced by 2050 due to environmental change, conflict and civil unrest.

(ACNUR, s. f.; Barros et al., 2021; Calver et al., 2023; Dabi et al., 2022; Dobson, 2019; Grasso et al., 2023; Heede, 2014; Institute for Economics and Peace, 2020)

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1808

Burgos, España

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