José Martínez Vicente Docente del Máster de Formación del Profesorado
Jue, 19/01/2023 - 10:24

Tiempo de adaptación a la nueva "normalidad".

Serie: 'El reto del Profesor en Formación' (XLV)

En estos tiempos de nueva “normalidad” (que más bien debería denominarse como “tiempo de adaptación constante a la realidad”, ya que de “normalidad” tiene poco), los docentes y equipos directivos de los centros educativos, sea cual sea el tipo de financiación que los sustente, estamos inmersos en un bucle, pseudo-infinito, de adaptación, regulación y en un estado de alerta permanente para que nuestros centros ofrezcan un ambiente saludable y seguro para alumnos, padres, docentes y no docentes. Las múltiples publicaciones de mayor o menor rigor académico y/o científico, concuerdan en definir esta “nueva normalidad” de una manera similar. Por ejemplo, Hernández et al (2020), definen este concepto como “una situación que no se asemeja a otras conocidas, y que consiste en volver a una normalidad diferente a la asimilada por las personas.”

En una situación como la actual en la que las empresas están dando a la quiebra y en la que las tasas de desempleo siguen aumentando conforme pasan los días, es más importante que nunca la continuidad de la educación a cualquier nivel. Desde el peque de la casa que, con más meses de vida que dientes, va a compartir momentos únicos con sus amiguitos y amiguitas, hasta los primogénitos mayores de edad de cada casa que, a pesar de seguir jugando interminables horas en línea, son ya jóvenes adultos, todos, sin excepción, necesitan de una constante en su vida y, para sorpresa de algunos, esa constante es la educación.

A pesar de no ser matemático ni un experto en el arte de la manipulación de los números, aprendí hace ya un tiempo que ese símbolo matemático que parece el número ocho echando una siesta (aunque para sorpresa de otros, se llama lemniscata, al igual que ese otro ocho que está de pie) es muy importante en nuestras vidas, al igual que la constante. Si no tomáramos las medidas oportunas en los centros educativos, si no creáramos esa constante, si no hiciéramos nada hasta el infinito, el resultado sería nulo. Para aquellos que no estamos versados en números, básicamente, si elevamos el número cero a infinito, el resultado, será indeterminado. Sin embargo, en la vida real, esa indeterminación no sería tal, ya que definitivamente no cambiaría nada. Así pues, si nos centramos en la constante (un valor fijo, aunque a veces no determinado), el motor educativo de la sociedad debe ser firme, debe ser reconocido y valorado como lo que es, los cimientos de la sociedad pasada, actual y futura.

Símbolo del infinito.

Es nuestra responsabilidad como agentes educativos, no para con nuestros empleadores sino para la sociedad, la de crear unos cimientos sólidos que permitan que las generaciones más jóvenes tengan una constante educativa que sea apoyada por administraciones, empresas y familias a la par. Esta manera de comprender la responsabilidad, más allá de verla como algo asignado por un agente externo, se puede definir como un “sentimiento personal de responsabilidad” en cuanto a la labor profesional (Lauermann, 2014). Una responsabilidad que no solo depende de la profe o del profe, sino que cada uno, en su casa, debe hacer un pequeño ejercicio de concienciación y pensar en qué transmitimos a nuestros retoños, en cómo actuamos en esta situación de continuos cambios, haciéndonos tan solo una pregunta ¿actuamos de una manera socialmente responsable ante la pandemia? Si la respuesta a esta cuestión resulta que, por convicción, educación y valores propios, es positiva, estaréis formando parte del motor educativo. Si, por el contrario, la respuesta está más bien en el “lado oscuro de la fuerza” (que dirían en la famosa saga cinematográfica de ciencia ficción), pensadlo de nuevo, haced un esfuerzo, por aquellos que os educaron, por vosotros y por aquellos a quienes educáis o sobre los que ejercéis influencia.

El lado oscuro de la fuerza, en la serie de La guerra de las galaxias.

Un humilde servidor, profe de vocación, llama a la puerta de todos los que lean este breve escrito para que se coja de las manos (virtualmente) de todos los docentes que forman o han formado parte de sus vidas y, al unísono, hagamos realidad esa constante educativa a través de la responsabilidad social en esta época que nos ha tocado vivir.

Bibliografía:

Hernández, Y., López, L., & López, E. (2020). Terminología y escritura en tiempos de COVID-19. CorSalud, 12(2), 184-188.

Lauermann, F.  (2014).  Teacher responsibility from the teacher’s perspective. International Journal of Educational Research, 65, 75-89

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1859

Burgos, España

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