Elisa Moya González Coordinadora del Grado en Ciencias de la Seguridad
Jue, 02/03/2023 - 11:29

Coches abandonados en el barrio neoyorkino del Bronx

Coches abandonados en el barrio neoyorquino del Bronx. Fuente: abogadoarrache.wordpress.com

Serie: 'Seguridad a tu alcance' (XXVIII)

Los experimentos psicológicos relacionados con las conductas sociales pueden ser extremadamente útiles para mejorar la convivencia y los niveles de seguridad. En este sentido, la teoría de las ventanas rotas constituye un interesante punto de partida.

En el año 1969 el psicólogo Philip Zimbardo, profesor de psicología social en la Universidad de Stanford puso en marcha un curioso experimento. Así, fueron abandonados en la calle dos automóviles idénticos: uno en el conflictivo barrio neoyorkino del Bronx y otro en la ciudad de Palo Alto en California, un lugar de riqueza con una elevada calidad de vida. El primero fue objeto de vandalismo a los pocos días, mientras que el segundo se mantuvo prácticamente intacto.

En un siguiente paso, el investigador rompió un vidrio en el vehículo de Palo Alto y en muy poco tiempo pudo observar que el automóvil empezó a ser saqueado y destrozado de manera gradual, tal y como había ocurrido con el vehículo del barrio del Bronx.

La conclusión del experimento resultaba llamativa, ya que un simple vidrio roto transmitía una sensación de abandono y deterioro que provocaba una reacción vandálica en cadena en una zona “a priori” tranquila y segura.

Posteriormente, más concretamente en el año 1982, los expertos en criminología James Wilson y George Kelling tomaron como referencia el experimento de Zimbardo para desarrollar la denominada “Teoría de las Ventanas Rotas”. Según la misma, los signos visibles de delincuenciacomportamiento antisocial y  disturbios civiles crean un entorno urbano que fomenta la delincuencia y el desorden, incluidos los delitos graves. Es decir, las zonas que se encuentran abandonadas, descuidadas o con destrozos, acaban desencadenando en actitudes incívicas. Esta conclusión sirvió como referente para que la ciudad de Nueva York pusiera en marcha una campaña de tolerancia cero frente a las conductas antisociales y los actos vandálicos. Tanto es así, que el metro de Nueva York arregló los desperfectos que tenían sus estaciones y vio reducidos significativamente los actos vandálicos e incívicos.

De esta forma, cuando una zona es abandonada y presenta un aspecto desolador, nuestra mente interpreta que es un territorio sin ley. De manera inconsciente creemos que en dicho lugar todo está permitido, pues nadie se ocupa de su mantenimiento y cuidado.

La expresión «ventana rota» se ha convertido en un símbolo de otras respuestas incívicas. Donde hay falta de cuidado y despreocupación se produce una especie de efecto contagio. De alguna manera, pensamos que si nadie se ocupa de algo estamos autorizados a hacer lo que queramos. Sin embargo, esto no es así.

A modo de conclusión, podemos decir que los pequeños síntomas de deterioro del espacio urbano o de violencia callejera pueden constituir el primer escalón de otros muchos destrozos y de una creciente degradación de la convivencia. Por este motivo, es aconsejable que las zonas más deterioradas sean cuidadas y rehabilitadas, pues de esta manera se evita la delincuencia y se mantiene el orden social.  

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2697-288X

Burgos, España

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