Diego Aníbal Sandoval Núñez Coordinador del Grado en Ingeniería Informática
Jue, 11/12/2025 - 18:56

Netflix en el móvil

Netflix en el teléfono.

Serie: Conectados. Semana de la Ciencia (LXXVII)

¿Cuántas veces nos ha pasado que, a las tres de la mañana, te das cuenta de la hora y prometes cerrar la red social de turno (TikTok, Instagram, X), pero el siguiente vídeo o comentario es exactamente lo que quieres ver/leer? ¿O que Netflix te lanza un tráiler de una serie que llama tu atención? Aunque sea una coincidencia, realmente es el resultado de una estrategia de minería de datos diseñada con una precisión quirúrgica, que permite ganar millones de euros alrededor del mundo a las grandes empresas detrás de las redes sociales y servicios de streaming.

Para mucha gente, el streaming y las redes sociales no son solo entretenimiento; son su día a día. Lamentablemente, cada interacción es captada, analizada y utilizada por las empresas utilizando la Inteligencia Artificial (IA) y la minería de datos (Data Mining), teniendo tres pasos claros y secuenciales en mente. La primera es la Retención: mantener enganchado el mayor tiempo posible frente a la pantalla. Para retenernos, utilizan la estrategia de la Personalización, que les permite pronosticar qué nos interesará después. Por último, y la más importante de todas, la Monetización, que convierte nuestra atención en ingresos para las grandes empresas por un lado (que venden nuestros datos), y para las empresas que quieren vender sus bienes y servicios (que compran nuestros datos). Ejemplo de esto podemos ver con dos de los grandes: Netflix y Tiktok.

La Estrategia de Netflix: Control de Contenido y Fidelización

Antes de las redes sociales, las grandes empresas audiovisuales funcionaban como mecenas de las nuevas ideas, esperando mas o menos que fueran del gusto del público general. Hoy por hoy, Netflix ya no trata de adivinar qué series producir; los datos lo dicen todo. Para muestra un botón: los datos muestran que los jóvenes de 16 años de España están obsesionados con narrativas que exploran la presión académica, la identidad sexual y la crítica a las élites sociales (Élite, Control G) [1]. Por ello, la respuesta para hacer negocio es simple: hay que seguir invirtiendo en dramas de instituto localizados que incorporen thriller y justicia social. El contenido que ves no es una casualidad; es una respuesta directa a una demanda colectiva que todos hemos ayudado a cuantificar.

Y la personalización no se detiene en la producción, sino en cómo nos venden los productos. Existen datos recopilados en cómo hacemos clic a las portadas que muestran momentos de tensión dramática o personajes que representan la diversidad, los cuales son usados por el algoritmo para elegir una versión de la portada de la serie para cada uno de nosotros según nuestro gusto, asegurándose de que la sientas «hecha para ti».

Pero el juego más sofisticado es el de la Retención. Netflix usa el tiempo que llevas sin iniciar sesión, las series que dejaste a medias, o incluso el tiempo que te tomas entre cada capítulo de tu serie de turno para analizar nuestros hábitos y predecir con una gran precisión si estamos a punto de cancelar nuestra suscripción. Si nos clasifica como «alto riesgo de fuga», interviene rápidamente, mostrándonos notificaciones o contenido específico para reengancharnos. Esta inversión en algoritmos es, de hecho, la «póliza de seguro» que garantiza miles de millones en ingresos futuros para la compañía.

La Velocidad de Escape de TikTok

Si Netflix es un maestro en la retención mensual, TikTok es el campeón de la retención por micro-segundos. Gracias a que recopila información de cuánto vemos de un video, y la velocidad de tu swiping o deslizamiento, el algoritmo de Tiktok conoce a sus usuarios al punto de saber que tan aburrido están. Si pasamos videos demasiado rápido, nos clasifica inmediatamente como en «riesgo de fuga»  (churn risk)[2], y toma cartas en el asunto. Para evitar que cerremos la aplicación, el sistema identifica nuestro contenido de máxima efectividad (aquello que siempre nos detiene) y lo inyecta inmediatamente en nuestro feed para romper tu patrón de aburrimiento y reengancharnos al instante. Con esto, logra su objetivo de garantizar que sigamos deslizando el mayor tiempo posible, a veces horas, en ese bucle infinito llamado doomscrolling [3].

Esta atención obsesiva se traduce directamente en la Monetización. Nuestro tiempo y nuestros gustos son un activo que se vende a marcas a través de publicidad extremadamente dirigida. Con la integración de TikTok Shop, la plataforma se convierte en un auténtico «centro comercial social», donde el descubrimiento lleva directamente a la compra. No es casualidad que marcas como L'Oréal Paris o TEMU Spain generen millones de euros en valor económico solo con la exposición que tú y otros usuarios les dais a través de la aplicación.

Es innegable que la Inteligencia Artificial y la minería de datos han hecho nuestras experiencias digitales más relevantes y atractivas. Nos han proporcionado entretenimiento de nicho y comunidades especializadas. Sin embargo, el objetivo central de estos sistemas sigue siendo la retención máxima. El algoritmo nos conoce. Sabe qué nos da dopamina y qué nos hace quedarnos. Pero esa información solo tiene poder si se la entregamos sin cuestionarla. Nuestra gran responsabilidad como usuarios digitales es recuperar la autonomía sobre nuestro tiempo. Saber cómo funciona el engranaje es el primer paso para desactivar el piloto automático. Utiliza las plataformas, pero no dejes que ellas te utilicen. Define tú mismo qué historias quieres ver y, sobre todo, qué historias quieres vivir fuera de la pantalla. Y cuidado, mucho cuidado, con el doomscrolling.

Bibliografía

[1] infobae (17 abril 2022) Adolescentes, crímenes, música, sexo y clase: las 5 claves del éxito de “Élite” [Online]. 

[2] J. Salminen, R. Wahid, Y. Yang, and B. Jansen, “Engagement Patterns in TikTok: An Analysis of Short Video Ads,” HT ’24: Proceedings of the 35th ACM Conference on Hypertext and Social Media, pp. 323–329, Aug. 2024.

[3] B. K. Kaye and T. J. Johnson, “I can’t stop myself! Doomscrolling, conspiracy theories, and trust in social media,” Atlantic Journal of Communication, vol. 32, no. 3, pp. 471–483, Feb. 2024.

 

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1794

Burgos, España