Sheila López Pérez - Jue, 07/10/2021 - 11:20
La competitividad desencarnada cala hasta en una entrevista de trabajo.
Serie: 'Gestión de Personas y Talento en la Era Digital (VII)
Desde la perspectiva hobbesiana, descrita por el filósofo Thomas Hobbes, (aquella que afirma que cada uno somos un lobo para los otros), la atomización -individualismo- ha impregnado en todas las esferas de la sociedad. Debido a ello, las relaciones humanas se han convertido en un trámite con el que lidiar y un campo de batalla en el que luchar con severidad, más que en una suerte de acompañamiento y, si hay suerte, de comprensión. Las entrevistas de trabajo, por su parte, son la máxima expresión de esta competitividad.
La visión hobbesiana del mundo
Ya Freud aventuraba: 'Homo homini lupus:¿quién se atrevería a refutar este refrán, después de todas las experiencias de la vida y de la Historia?' (Freud, 1993:53). De esta forma, el alemán apuntaba a lo innegable de la competitividad y la crueldad de este mundo, un terreno donde nuestros deseos, fines y anhelos individuales (principio de placer) estaban en pugna con los deseos, fines y anhelos de los otros. Debido a ello, y con el objetivo de no matarnos los unos a otros, habíamos acordado -para nuestra seguridad, pero también, para la desgracia de nuestras pretensiones- establecer unas normas que pusieran paz en dicha pugna colectiva (principio de realidad).
Arendt llamaba a esta forma utilitaria de ver el mundo mirar el mundo como un filisteo: 'Ser un filisteo, un hombre adherido a la banausía, a la vulgaridad, indica una mentalidad exclusivamente utilitaria, una incapacidad de pensar y juzgar las cosas como no sea por su función o utilidad' (Arendt, 1996:227). Para el filisteo, la realidad se basa únicamente en un conflicto de intereses particulares, por lo que el mundo humano no puede ser otra cosa que un conjunto de relaciones de interés, de negocios: no hay ningún valor por encima de los fines particulares, lo único que hay es competitividad y necesidad de pactar. La comunicación, para el filisteo, es imposible por definición, pues cada persona compone un mundo desarraigado intentando, a la manera hobbesiana, subsistir protegiéndose de los posibles ataques de otros mundos, y toda apariencia comunicativa, lejos de ser natural, es forzada y con intereses egoístas. El filisteísmo es el pensamiento que antecede y fundamenta la razón instrumental (Horkheimer, 2010), una razón interesada únicamente en sus propios fines y cuya mirada rectifica tanto el mundo que la rodea como los individuos que lo habitan.
El contrato social hobbesiano, puramente competitivo, cierra la posibilidad de la comunicación y por tanto la posibilidad de un nosotros, y presenta la realidad como una suma de 'yoes' que tienen que lidiar con los espacios compartidos como un terreno de batalla en el que uno, como en cualquier otra batalla, debe matar por sus intereses. Esta visión hobbesiana parte de la base de que los individuos no tienen nada en común y de que deben resguardarse los unos de los otros –perspectiva ya de por sí desesperanzadora para cualquier convivencia-. La actualidad neoliberal es la plasmación total de la sociedad hobbesiana: un mundo repleto de individualidades aisladas en busca de una expansión personal que implica, unívoca y necesariamente, subyugar la expansión de los demás.
La visión hobbesiana y la contratación de talento
En lo que se refiere a la contratación de talento, la visión hobbesiana del mundo es expuesta en su máximo esplendor. Una entrevista de trabajo es, en una actualidad neoliberal en la que el trabajo de calidad escasea, una suerte de oportunidad que se ofrece al precariado una vez cada mucho tiempo. Tal y como ocurría en la película Danzad, danzad, malditos (1969), el precariado necesita ir a la entrevista no solo con todas sus armas preparadas, sino con la intención de matar por no morir de miseria. De este modo, los entrevistados no pueden ver a sus contrincantes como personas con semejante cualificación optando por un mismo puesto. Entre ellos solo pueden verse como proscritos del mundo de la estabilidad, unos proscritos que deben luchar, y si es necesario matar, por entrar en él.
Lo que en un mundo digno podría ser una competición digna -y no una competición a vida o muerte para lograr una vida digna- se ha convertido en un boleto a la fábrica de chocolate de Charlie, la cual abre sus puertas una vez cada mucho tiempo.
Bibliografía:
Arendt, H., Entre el pasado y el futuro: ocho ejercicios sobre la reflexión política (1996), Barcelona, Península
Freud, S., El malestar en la cultura (1993), Madrid, Alianza Editorial
Horkheimer, M., Crítica de la razón instrumental (2010), Madrid, Trotta
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1816
Burgos, España
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