Sheila López Pérez Directora del Grado en Filosofía, Política y Economía
Mar, 04/04/2023 - 10:00

Reunión del departamento de Recursos Humanos.

Reunión del departamento de Recursos Humanos.

Serie: 'Gestión de Personas y Talento en la Era Digital' (XLVI)

A lo largo de las últimas décadas hemos podido comprobar, con los modernos y perfeccionados mecanismos psicosociales, que la tiranía de la propia conciencia puede ser más dura que cualquier tiranía ejercida desde el exterior. De la segunda cabe distanciarse y resistirse; de la primera se torna harto complicado. Un individuo se puede revelar contra las injusticias exteriores debido a que el camino que trazan hasta él suele ser visible, palpable. Sin embargo, ¿cómo se localiza el despotismo que uno ejerce desde el fondo de su conciencia? ¿Cómo podemos saber si aquello que nos obliga a hacer nuestros pensamientos, creencias y valores no ha sido resuelto a su vez por una instancia exterior? Byung-Chul Han, en su Psicopolítica, exponía la cuestión de la siguiente manera:

El poder (…) no tiene que adquirir necesariamente la forma de una coacción. El poder que depende de la violencia no representa el poder supremo. (…) El poder sucede sin que se remita a sí mismo de forma ruidosa. Y no se opone a la libertad. Incluso puede hacer uso de ella (Han, 2014: 27-28)

Parece que la coacción y la libertad no son ya dos fuerzas en pugna: el poder se disfraza de libertad dentro de unas sociedades en las que las empresas animan a los ciudadanos a deponer sus responsabilidades en maquinarias inteligentes para verse cada vez más liberados, es decir, más libres de deberes y, en última instancia, de decisiones y elecciones. La pregunta que nos planteamos para conocer qué grado de libertad hemos alcanzado se puede formular de diferentes maneras, pero siempre apunta hacia una misma dirección: ¿estoy siendo coaccionado para actuar y pensar cómo actúo y pienso, o mi manera de actuar y pensar nacen directamente de mí? ¿Qué significa que algo nace directamente de mí, y qué significa que es la libertad la que nace de mí?

1)      Libertad negativa y libertad positiva

Según Isaiah Berlín (1958), la libertad se puede dividir en libertad negativa y libertad positiva. La libertad negativa se refiere al ámbito sobre el que podemos actuar dependiendo de lo liberados que nos veamos de las cadenas exteriores, mientras que la libertad positiva apunta a ese ámbito interior que nos permite desarrollar las herramientas con las que actuaremos en nuestra vida. Dicho de otra manera: la libertad negativa menta esa situación en la que el individuo no se encuentra obstaculizado ni por los otros ni por las instituciones; la libertad positiva, lo que el individuo hace con esa libertad negativa que le ha sido concedida. De este modo, la combinación y concatenación de estas dos libertades se puede resumir como el camino que el individuo debe seguir para lograr su emancipación, su autonomía, su posibilidad de desarrollo y de individuación. No se trata de abrir el camino hacia una expansión ilimitada de nuestra voluntad, sino de la posibilidad de expandir nuestra individualidad hasta los límites de sus propias capacidades, siempre y cuando estos no atenten contra los derechos y las libertades de los demás.

Para algunos liberales del siglo XIX como John Stuart Mill (2013), los cuales no tomaron en cuenta la distinción entre libertad negativa y libertad positiva, la puesta en escena de la primera –la no coacción externa- invocaría espontáneamente la segunda –el desarrollo de la propia individualidad. Que nos fuese ofrecido un espacio con menos restricciones a la hora de actuar haría que nosotros mismos eligiéramos poner en marcha nuestras capacidades para desenvolvernos óptimamente en él. Sin embargo, liberales posteriores como Berlín –a los que vivir en el siglo XX, época en la que la libertad negativa era cada vez mayor, les permitió comprobar que en ningún caso esta implicaba la consecuente puesta en escena de la libertad positiva- rechazaron la idea de que el individuo, en condiciones de menor coacción exterior, elegiría hacer un mayor uso de su capacidad crítica para construir los cimientos de su propio ethos, de su propio sentido particular. La época del desarrollo de la técnica y de las comodidades materiales ha terminado por mostrar, para desesperación de los liberales más optimistas, que cuantas más facilidades para delegar la labor de elegir y crear, mayor felicidad para el individuo. Mayor comodidad material y menor trabajo intelectual se ha convertido en la fórmula de la felicidad en la época contemporánea.

2)      El trabajo, ¿una elección libre?

Si continuamos por el peliagudo camino que nos invita a pensar cuántas de las elecciones que tomamos son tomadas libremente, es inevitable reflexionar sobre la profesión que desempeñamos. ¿Podemos dedicarnos realmente a algo directamente relacionado con nuestro desarrollo personal? ¿La jornada laboral de 40 horas semanales y la productividad que esta exige comparte vía con el despliegue de nuestra creatividad particular? ¿La creatividad es compatible con la productividad? ¿Podríamos decir que el trabajo entra dentro de nuestra libertad positiva, esto es, de aquello que nosotros elegimos hacer con ese espacio que nos otorga la libertad negativa?

Quizá los departamentos de Recursos Humanos, de cara a mejorar la calidad de las empresas para las que trabajan, deban partir de los conceptos libertad positiva/libertad negativa para ponderar el desempeño y la productividad de sus trabajadores, tratando de fomentar cada vez más la relación entre profesión y libertad positiva. Quizá las acciones de reclutamiento, selección, contratación, onboarding, formación, promoción, nóminas y despidos deban estar basadas no en un desempeño de los trabajadores en abstracto, como si las 40 horas repartidas a lo largo de 5, 6 y a veces 7 días de la semana pudiesen ser medidas bajo la mira de una tabula rasa, sino en la evaluación de ese tándem dinámico e inestable que es el individuo moviéndose entre su libertad positiva y su libertad negativa, con sus días productivos y sus días desechables. Y quizá fomentar que el trabajo esté cada vez más relacionado con la libertad positiva, es decir, con el desarrollo de las capacidades y virtudes del individuo, sea la única forma de hacer progresar tanto al individuo como a la empresa.

 

Bibliografía

Berlín, I. (1958). Dos conceptos de libertad, Oxford.

Han, B. C. (2014). Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Barcelona: Pensamiento Herder.

Mill, J. S. (2013). Sobre la libertad. Madrid: Alianza Editorial.

 

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1816

Burgos, España

 

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