Vanesa Martínez Valderrey Directora del Máster en Neurociencia
Vie, 05/11/2021 - 09:00

Niño con gafas levantando le dedo hacia arriba.

Niño con gafas levantando le dedo hacia arriba.

Serie: 'Educación en la era digital' (LXXXIX)

El emergente avance social y científico experimentado, así como el surgimiento de nuevos paradigmas de conocimiento (por ejemplo, la neurociencia educativa) demanda profesionales de la educación competentes en materia de investigación.

En este sentido, la profesión de maestro de cualquiera de las etapas educativas ha adquirido un interés científico innegable. Concretamente durante la infancia el ser humano experimenta los mayores cambios relacionados con el desarrollo, por lo que resulta natural pensar que estos cambios influirán en el aprendizaje. Las consecuencias ante la falta de adquisición de mecanismos, competencias y conocimientos tienen una repercusión indisoluble que se extenderá a lo largo de todo el ciclo vital, por lo tanto, es imprescindible aumentar el número de investigaciones que permitan conocer mejor los condicionantes, posibilidades y dificultades que intervienen en proceso de enseñanza-aprendizaje para alcanzar el bienestar biopsicosocial, objetivo de salud que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2001).

El ser humano se desarrolla mediante la confluencia de los condicionantes neurobiológicos individuales en continua interacción con los contextos o sistemas (Bronfenbrenner, 1979) de educación formal, no formal e informal, siendo la familia y la escuela los contextos educativos más destacados o de mayor trascendencia, de ahí la importancia científica de conocer las variables que inciden en ellos para proveer de forma óptima el entorno y estímulos formativos para la enseñanza-aprendizaje de los más pequeños, y por lo tanto, aplicar estos resultados a la mejora de la formación de los agentes educativos principales como son, en nuestro caso, los maestros.

Entre los argumentos científicos que dan reconocimiento a la investigación dentro del ámbito educativo se encuentran las funciones que esta puede cumplir. Entre estas funciones Rael-Fuster (2007) destaca la siguientes:

  • Desarrollo de nuevos enfoques que incidan en una mejora de la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje.
  • Impulsa la propuesta y aplicación de nuevas estrategias metodológicas que, a su vez, fomentan la renovación pedagógica.
  • Aporta datos en relación con la organización, planificación y evaluación del sistema educativo, así como de los centros educativos. Aspecto que indudablemente favorece la toma de decisiones.
  • Contribuye a la mejora de la comprensión del proceso educativo, aportando información sobre factores contextuales, sociales o culturales.
  • Fomenta la actualización de la función docente con objeto de dar respuesta a las demandas socioeducativas emergentes y en consecuencia a las necesidades de los estudiantes.

Teniendo en cuenta todos los aspectos comentados hasta el momento la investigación educativa se erige como el motor de cambio y de mejora de las prácticas escolares y del proceso de enseñanza-aprendizaje, entre otros elementos, con el firme objetivo de garantizar una adecuada atención.

Referencias bibliográficas:

Bronfenbrenner, U. (1979). Contexts of child rearing: Problems and prospects. American Psychologist, 34(10), 844–850. 

OMS. (2001). Informe sobre la salud en el mundo 2001 - Salud mental: nuevos conocimientos, nuevas esperanzas. Recuperado el 7 de mayo de 2021.

Rael-Fuster, M.ª I. (2007). La investigación en la práctica docente. Innovación y experiencias educativas, 17. Recuperado el 7 de mayo de 2021.

Editor: Universidad Isabel I

Burgos, España

ISSN: 2659-5222

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