María del Pilar López Castilla - Vie, 06/05/2022 - 10:30
Científicos en el laboratorio.
Serie: 'Un Viaje por la Ciencia' (XXVI)
Todos los animales poseen actos comunicativos; la abeja exploradora, por ejemplo, recorre los panales verticales de la colmena realizando un trazado en forma de ocho, cuanto más lenta o más rápida sea su danza significará para sus compañeras que más lejos o más cerca está el néctar de la colmena. El sistema de comunicación humano por excelencia, el más completo y más complejo, el más perfecto, es el lenguaje verbal. Todos los demás son intentos más o menos perfectos de reproducirlo.
El mundo actual requiere de una divulgación científica verbal y no verbal eficiente. Muchos profesionales tienen interés en investigar, pero en ocasiones se enfrentan a la falta de conocimientos prácticos para, por ejemplo, acudir a un congreso y hacer una comunicación oral.
Como divulgadores es imprescindible trabajar nuestras competencias de comunicación oral. Fuente: Pixabay
La comunicación verbal oral siempre va acompañada de comunicación no verbal. De manera muy general se puede decir que la comunicación verbal transmite contenidos, mientras que la comunicación no verbal expresa el modo en que se transmiten dichos contenidos (la actitud). La comunicación no verbal es mucho más expresiva y tiene una carga significativa mayor que la verbal. Si nuestra meta es transferir el conocimiento científico a la sociedad, debemos controlar todos estos elementos para conseguir una comunicación eficaz.
¿Cuántas veces te ha pasado que le has dicho o escrito algo a alguien y de lo que tú querías decir a lo que esa persona ha entendido hay un abismo? Eso sucede porque, en realidad, nunca hay un solo mensaje, sino tres:
- Mensaje pensado o proyectado. El mensaje que el emisor desea transmitir.
- Mensaje transmitido. Es el mensaje que es efectivamente transmitido.
- Mensaje recibido. Es el mensaje tal y como lo interpreta el receptor tras haber sido decodificado.
El gran salto entre informar y comunicar está en el hecho de ser totalmente consciente de que hay un receptor al que debemos tener en cuenta. Si no adecuamos nuestro discurso a este, si no hay decodificación, si no hay comprensión, si no hay retroalimentación, no hemos conseguido nuestro objetivo. No olvidemos que divulgamos porque hay público.
Según el psicólogo austriaco Paul Watzlawick (1971), padre de la teoría de la comunicación, el primer axioma que existe en la comunicación es que es imposible no comunicar incluso cuando no queremos comunicar nada. Aunque no hagamos ni digamos nada, el silencio supone emitir una decisión, una actitud. La comunicación no verbal es un lenguaje complementario al de las palabras que se basa en gestos, movimientos, posturas, miradas, etc.
Podemos comunicar con gestos, signos, espacio personal, etc. Jane Goodall. Fuente: mujeresconciencia
En la interacción, nuestra conducta no verbal comunica nuestro grado de comprensión y nivel de acuerdo, e incluso puede desmentir lo que estamos diciendo en ese momento. Toda esta información la damos tanto consciente como inconscientemente, de ahí que para poder ser buenos comunicadores sea imprescindible ser conscientes de nuestro lenguaje corporal, así como tener la capacidad de monitorizar nuestra conducta y de calibrar el efecto que esta produce en los demás. El receptor del mensaje puede hacer una interpretación distinta por múltiples razones y tener opiniones muy diversas. Por esa razón, el buen comunicador no debe estar pendiente de lo que él mismo dice, sino de las reacciones que ve en sus interlocutores, es decir, su retroalimentación.
Sigue también el blog La importancia de la comunicación no verbal en Divulgación Científica (II)
Bibliografía
Watzlawick, P. (1971). Teoría de la comunicación humana. Tiempo Contemporáneo.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1808
Burgos, España
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