Griselda Herrero Profesora del Grado en Nutrición Humana y Dietética
Vie, 21/05/2021 - 11:30

Cerebro y digestión, dibujo

La relación de cerebro y digestión.

Serie: 'La vitamina inquieta' (III)

Existe una conexión física entre el cerebro y el sistema digestivo en la que, más allá de centrarse en una relación de ordenante (cerebro) y ejecutor (intestino), se trata de una conversación bidireccional en la que tanto el intestino le explica al cerebro qué está ocurriendo en su interior como el cerebro le dice al intestino cómo se siente y qué debe hacer. De esta forma, podemos decir que cerebro e intestino están interconectados entre sí, lo cual es fundamental para entender muchas de las cosas que ocurren en nuestro sistema digestivo y en nuestro cerebro. Y esta comunicación tiene lugar a través de tres sistemas: el nervio vago, la vía sistémica (a través de la cual se liberan neurotransmisores, hormonas y metabolitos) y el sistema inmune (mediante las citoquinas).

Seguro que en alguna ocasión los nervios antes de un examen te han llevado a hacer varias visitas al baño. Esto está producido por la activación de señales cerebrales (nervios, ansiedad) que inducen respuestas involuntarias a nivel digestivo (diarrea, ganas de evacuar, malestar general, sensación de estómago revuelto, etcétera). Por otro lado, el mal funcionamiento del sistema digestivo (hinchazón, dolor, diarrea, inflamación, etcétera) también influye en el estado anímico y en las emociones, de forma que nos podemos sentir más angustiados, preocupados o decaídos emocionalmente cuando aparecen síntomas gastrointestinales no deseables. Las neuronas del estómago e intestino se conectan con el córtex cerebral, donde les envían información del estado actual, dando lugar a los efectos a nivel emocional. ¿Y por qué se produce esto? Entre otros factores, la serotonina (neurotransmisor asociado a la felicidad, ya que genera sensación de bienestar, relajación, satisfacción y aumento de la autoestima) se produce y almacena en un alto porcentaje en el estómago, lo cual explica que el cuadro intestinal agravado, disminuya su síntesis y por tanto la sensación de bienestar.

Emociones, alimentación y alteraciones digestivas

Las alteraciones digestivas son cada vez más frecuentes, y no sólo debidas a un aumento de los factores fisiológicos sino también causadas por un incremento de aspectos emocionales y alimentarios, así como por alteraciones de la flora intestinal y por un bajo grado de actividad física. Está más que evidenciado que el ejercicio físico y la alimentación saludable tienen un impacto directo sobre el buen funcionamiento cerebral. Es tal el efecto de la actividad física que su práctica induce una sensación de bienestar causado por la liberación de endorfinas y a su vez mejora también el funcionamiento digestivo.

Y si hablamos de alimentación, no debemos centrarnos exclusivamente en que una alimentación rica en alimentos de origen vegetal y fibra pueden favorecer el tránsito intestinal o las digestiones, sino que podemos ir más allá: las alteraciones en el comportamiento alimentario pueden generar muchos trastornos digestivos y viceversa, dando lugar a otra relación bidireccional entre el sistema digestivo y los TCA (trastornos de la conducta alimentaria). De esta forma, la restricción (altera el metabolismo y ralentiza las digestiones), la inanición (puede dar lugar a atrofia muscular en el sistema gastrointestinal), las dietas hipocalóricas (pueden producir estreñimiento), el miedo a alimentos (pueden causar trastornos digestivos por somatización) o la eliminación de grupos alimentarios (pueden dar lugar a intolerancias), acaban provocando disfunciones digestivas que, en muchas ocasiones, pueden llegar a enmascarar estos trastornos alimentarios.

Por tanto, debemos tener en cuenta que el sistema gastrointestinal no vive aislado y que para mantener una buena salud digestiva hay que cuidar también de las emociones, la alimentación, el ejercicio, la flora intestinal y el descanso. Porque somos un todo.

Gomez-Eguilaz M, Ramon-Trapero JL, Perez-Martinez L, Blanco JR. El eje microbiota-intestino-cerebro y sus grandes proyecciones [The microbiota-gut-brain axis and its great projections]. Rev Neurol. 2019 Feb 1;68(3):111-117. Spanish. PMID: 30687918.

Abraham, S., & Kellow, J. (2011). Exploring eating disorder quality of life and functional gastrointestinal disorders among eating disorder patients. Journal of Psychosomatic Research, 70(4), 372–377.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1824

Burgos, España

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