Sheila López Pérez Directora del Grado en Filosofía, Política y Economía
Lun, 20/06/2022 - 11:00

Sociedad lógica, retocada

Serie: 'El ABC de la Psicología' (XI)

Creemos oportuno comenzar esta entrada haciendo una breve descripción de qué son las sociedades sólidas y las sociedades líquidas. Las sociedades sólidas, según Bauman, se caracterizan por su rigidez, por no admitir el exceso de diferenciación entre las partes que las componen, por intentar encajar toda singularidad bajo unas leyes unitarias y por tratar la realidad como un Todo, que está subyacido por leyes inmodificables. Las sociedades líquidas, por su parte, hacen hincapié en el devenir continuo de la realidad, en la finitud de todo fundamento sólido y en la imposibilidad de encasillar lo singular bajo parámetros universales.

Es en las sociedades líquidas, dirá Bauman, donde la pluralidad y las particularidades pueden proliferar y desenvolverse sin miedo a ser acalladas por la homogeneidad del sistema. En las sociedades sólidas, por su parte, se tacha de “irracional” todo aquello que es distinto a la lógica de aquel: para estas sociedades, el elemento de riesgo que supone una particularidad incategorizable -o, al menos, incategorizable para las categorías del sistema- se torna un peligro público que debe ser encauzado cuanto antes.

Las crisis de lo sólido

Bauman dice que, cuando algún conjunto de valores deja de funcionar porque la sociedad en la que se construyeron ha cambiado, esa sociedad entra en un “estado de crisis”. El polaco llama “crisis” al estado en el que lo sólido, es decir, lo que hasta el momento se consideraba natural y objetivo porque había funcionado, de repente deja de funcionar. En sus propias palabras:

“La “crisis” se produce cuando ese estado normal, usual y familiar se derrumba, las cosas se salen de su lugar, aparece la arbitrariedad donde debería reinar la regularidad (…). En otras palabras, llamamos “crisis” a una situación en la que los acontecimientos desbaratan lo que considerábamos normal, y las acciones rutinarias ya no producen los resultados que solían producir” (Bauman, 2015:150).

Bauman cree que, para llegar a entender que las crisis no son crisis, sino que las sociedades están cambiando constantemente y hasta lo “naturalizado” es solo un momento más del cambio -un momento que, más temprano que tarde, se desnaturaliza y se olvida que en algún momento estuvo naturalizado-, debe echarse abajo la creencia de que la realidad está compuesta por fundamentos últimos. Debe proporcionarse una educación que muestre el cambio y el continuo mestizaje de los elementos de la realidad, la diversidad que la compone y lo incategorizable de sus individuos. Solo así se podrá crear convivencia en un mundo que, aun permitiendo los movimientos y las transacciones a nivel económico, erige fronteras en lo humano.

Necesitamos dejar de pensarnos en términos sólidos porque nos interesa vernos y sentirnos miembros de un mundo que, a nivel antropológico y político, sea acogedor, un mundo capaz de proteger nuestra humanidad compartida y nuestra diversidad incategorizable. La premisa de este mundo debe ser que nada ocurre por necesidad: se debe pasar de “las cosas son así” a “las cosas están así, pero pueden estar de otra manera”.

Lo que necesitamos en la actualidad, en un mundo que presenta un sinfín de posibilidades entre las que elegir pero en el que, aparentemente, no se puede cambiar nada, es que el individuo se arme de una buena capacidad crítica para analizar lo que le rodea. Necesitamos que el individuo se complejice con miras a que las directrices externas que se le presentan como naturales no decreten, a expensas de su voluntad, de qué manera debe pertenecer y vivir en la realidad.

 

Bibliografía:

Bauman, Z., En busca de la política (2015), México D. F: Fondo de Cultura Económica.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1832

Burgos, España

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