Paula Rodríguez Fernández Docente del Máster en Formación del Profesorado
Jue, 26/05/2022 - 11:00

Metáfora de la vulnerabilidad.

Serie: 'El reto del Profesor en Formación' (XXIX)

Las crisis mundiales acontecidas durante los últimos años nos recuerdan un aspecto de la condición humana frecuentemente olvidado por gran parte de la población occidental: la vulnerabilidad.

Teniendo en cuenta la definición aportada por la Real Academia Española, lo vulnerable es “aquello que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente” (Real Academia Española, s.f.). El ser humano es vulnerable, pero los mismos sucesos no desencadenan respuestas similares en todas las personas, sino que varían en función de diversos factores de riesgo, genéticos, conductuales, personales, sociales e incluso históricos.

Aunque cada individuo es vulnerable en su contexto particular, reconocer e identificar la vulnerabilidad es fundamental para poder aminorar sus consecuencias y responder con virtud y de manera adaptativa ante situaciones adversas. Se debe concebir la vulnerabilidad como algo propio de la naturaleza humana, y no como algo patológico o como una característica que necesita ser erradicada.

Son varios los autores que afirman que la vulnerabilidad de las personas surge de la imposibilidad de protegerse de las dificultades inherentes a la vida mediante la predicción y el control, pero puede que no sea la incertidumbre lo que hace al ser humano vulnerable, sino el hecho de sentir que no dispone de los recursos necesarios para afrontar lo que el futuro pueda deparar. En este sentido, comprender la vulnerabilidad como algo anómalo del ser humano supone considerar cualquier riesgo o incertidumbre como una enfermedad, y anula el desarrollo de estrategias protectoras y de afrontamiento. Por el contrario, si se entiende como algo propio de seres frágiles e incompletos, la vulnerabilidad puede ser reconocida y mitigada.

El hombre es el animal más desvalido y desamparado, pero esta debilidad biológica constituye la base de su fuerza, la causa primaria de sus cualidades humanas (Fromm, 1980; citado en Mendez-Osorio, 2021)

A pesar de vivir en un contexto de gran incertidumbre y cambios imposibles de predecir en su totalidad por la ciencia y la tecnología, la sociedad actual tiene más acceso que nunca al conocimiento y a diversas herramientas de colaboración para la creación de un mundo empático y compasivo. La educación debe ser un punto de partida para reducir los riesgos de la vulnerabilidad en la sociedad presente y futura, al enseñar a cada persona a reconocer sus limitaciones y fortalezas y a desarrollar estrategias protectoras frente a situaciones imposibles de calcular, predecir o incluso imaginar. Para ello, es fundamental facilitar oportunidades que enseñen a todas las personas a transformarse y a transformar el mundo y velar por el bienestar común de la sociedad.

Fomentar las capacidades intelectuales, sociales y morales mediante la educación del carácter, la educación emocional, el autoconocimiento, y la formación de personas resilientes, tanto en el contexto de la educación formal como no formal, es esencial para promover personalidades fuertes y empoderadas, capaces de actuar con juicio y responsabilidad frente a los retos del siglo XXI.

En su libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Morin (1999) identifica siete aspectos clave para una educación que ayude a comprender la sociedad y el mundo, y a responder de manera adaptativa ante la incertidumbre y los retos y desafíos del presente y del futuro. El autor destaca la necesidad de humanizar la sociedad y religar el conocimiento para un futuro mejor y más compartido, en el que, a través de la educación, las personas conozcan los retos del mundo y puedan afrontarlos. 

En palabras de Morin (1999):

“Es un deber importante de la educación armar a cada uno en el combate vital para la lucidez”.

 

Referencias bibliográficas

Marcos, A. (2020). Con COVID y sin COVID: la vulnerabilidad humana. Cuadernos de Bioética, 31(102): 139-149 

Menéndez-Osorio, M. (2021). Trauma, vulnerabilidad y resiliencia. La patologización de los sucesos “traumáticos” de la vida. Norte de salud mental, 17(64), 39-46. 

Morin, E. y Vallejo-Gómez, M. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro: Edgar Morin; traducido por Mercedes Vallejo-Gómez. Francia: UNESCO.

Real Academia Española. (s.f.). Vulnerable. Diccionario de la lengua española. 

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1859

Burgos, España

Comentarios

La educación debería de fomentar el desarrollo de la empatía, pues no podemos llegar nunca a una sociedad justa solo con leyes justas. La empatía es la base de toda la sociabilidad que un individuo ha de desarrollar y el cemento de una sociedad solidaria. Incluso la democracia puede peder todo su carácter social y su propio sentido si no hay empatía porque el piensa diferente: empatizar es humanizar

Añadir nuevo comentario

La Universidad Isabel I tratará la información que nos facilite con el fin de publicar su comentario como respuesta a esta entrada de su blog, así como para mantenerlo informado de nuestra actividad. Más información sobre este tratamiento y sus derechos en nuestra política de privacidad.