Diego Arceredillo Alonso - Vie, 20/12/2024 - 08:30
Pinturas rupestres de la prehistoria.
Serie: 'Un Viaje por la Ciencia' (LVIII)
El arte rupestre, plasmado en grabados, pinturas y esculturas en las paredes de las cuevas de todo el mundo ha sido objeto de fascinación durante siglos. Desde que, a finales del siglo XIX, se descubriera la cueva de Altamira, los orígenes del arte han interesado a muchos arqueólogos. El periodo oscuro entre el descubrimiento de la cueva cántabra hasta la publicación de Émile Cartailhac “Mea culpa d’un sceptique”, en 1902, tras los continuos descubrimientos de arte parietal en Francia, supuso una fase de reflexión sobre los orígenes del arte. Desde entonces han sido muchas las interpretaciones que se les han dado a los símbolos, representaciones y figuraciones descubiertas por todo el mundo y cuya antigüedad supera con creces el arte más valorado de las civilizaciones clásicas. Existen una gran variedad de teorías. En algunas se asocian las pinturas a propósitos rituales ligados a la caza, buscando, con su representación, garantizar el éxito de las cacerías. En otras ocasiones se las considera expresiones puramente artísticas o estéticas habiéndose creado como medio de comunicación visual o de simple disfrute. En otras tendría una función más social o comunicativa cuya finalidad sería indicar territorios o recursos. Sin embargo, una de las que más repercusión ha tenido en las últimas décadas y que, además, se ha divulgado en novelas y películas de entretenimiento ha sido la del chamanismo. Esta hipótesis propone una vinculación del arte rupestre a estados alterados de conciencia y al desarrollo de un pensamiento simbólico, representando contactos con un mundo espiritual.
A pesar de la gran cantidad de teorías e hipótesis que podemos encontrarnos a día de hoy en la literatura divulgativa y científica, su origen es incierto. Sin embargo, a pesar de esta falta de concreción en el origen de dicho arte, sí que hay aspectos que se pueden constatar empíricamente y estos es la presencia de las especies representadas en los periodos en los que han sido datadas las imágenes. En Europa occidental son habituales los caballos, los bisontes, los ciervos y las cabras monteses y, por sorprendente que parezca se han identificado renos, saigas e incluso glotones, pingüinos y focas. Estas representaciones permiten confirmar la presencia de estas especies en un momento en el que los hielos de la última glaciación cubrían la mayor parte de Europa. Junto con la posibilidad de identificar especies, la calidad de las representaciones ha permitido también, ya no solo saber qué grupos estaban presentes en un determinado territorio, sino también las estaciones en las que las pinturas pudieron ser realizadas. Así, en la cueva de las Chimeneas, en Cantabria, aparecen diferentes ciervos con sus astas en diferentes momentos de desarrollo y en la Cueva de Niaux en Francia, recientes investigaciones han detectado la posible presencia de la “borra”, un tejido muy vascularizado que recubre las astas y que se desprende en un determinado periodo del año.
Ciervos con sus astas en diferentes momentos de desarrollo.
El arte rupestre, por tanto, no solo nos habla de los orígenes del arte en el ser humano, sino que también constituye un importante registro de las especies que acompañaron a los primeros seres humanos en Europa mostrando, además, su interés por el medio natural.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1808
Burgos, España
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