Mercedes Villasana Terradillos Profesora de los Másteres en Formación del Profesorado y Neurociencia Educativa
Lun, 24/01/2022 - 15:30

Dos niños leyendo un libro en un bosque

La lectura, fundamental para el aprendizaje y la educación.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), proclamó el 24 de enero el Día internacional de la Educación con el propósito de tomar conciencia, dialogar, y recordar que existe un problema sin resolver. El lema con el que pretende estimular el debate este año es: "Cambiar el rumbo, transformar la educación". 

La comunidad internacional coincide al afirmar que no existe fuerza más transformadora que la educación para romper el ciclo de la pobreza, promover los derechos humanos, y lograr la igualdad. Así mismo, reconoce que el aprendizaje es el recurso más valioso del que se dispone para construir una sociedad más justa, democrática y cohesionada que haga frente a los desafíos presentes y del futuro.

Sin embargo, es evidente que son numerosas las iniciativas que hay que desarrollar hasta alcanzar la línea de meta y conseguir una educación de calidad para todos y para todas. En este sentido se observa que, hoy por hoy, todavía hay cientos de millones de niños que no saben leer o que se encuentran sin escolarizar. La mayor parte de estos casos son víctimas de conflictos y guerras que les impiden acceder a la educación y que les sitúa para siempre en una situación de extrema vulnerabilidad.

La actual situación de pandemia COVID-19 ha contribuido negativamente a agravar las flagrantes desigualdades, y como no podía ser de otra manera, también en materia de educación. Una de las imágenes que deja esta situación es que no disponer de una educación universal de calidad perpetúe la brecha de las desigualdades socioculturales y económicas, situando, de esta manera, a colectivos pobres, excluidos y femeninos en una situación de profunda desventaja.

La educación se enfrenta a retos de gran complejidad, y aunque es cierto que las posibilidades son amplias, los obstáculos son arduos y complejos. No obstante, y llegados a este punto, se hace necesario resaltar que la educación es “un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva” que exige responsabilidades y compromisos. El debate, con datos e información es importante e indispensable, pero también lo es movilizar la voluntad política e individual que consiga que se viertan más esfuerzos en educación. Es la ciudadanía la que puede exigir responsabilidades a sus representantes obligándoles a movilizar recursos sin olvidar, eso sí, que se trata de una responsabilidad compartida.

El reto es hacer que esta meta tan esencial no caiga en el olvido el resto del año. Porque la visión que tengamos de la sociedad que buscamos, hará mucho más fácil tener claro qué educación necesitamos.

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