Estela Morán Departamento de Comunicación. Universidad Isabel I
Lun, 17/10/2022 - 18:59

María de los Ángeles Casares, coordinadora del Máster en Neurociencia y Educación

María de los Ángeles Casares, coordinadora del Máster en Neurociencia y Educación

Dentro de la Serie ‘Neuromitos’ promovida por la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Isabel I, María de los Ángeles Casares, coordinadora del Máster en Neurociencia y Educación, nos presenta el neuromito de los diferentes cerebros. ¿Existen diferentes cerebros para hombres y mujeres?

“Los mitos sexistas sobre la diferencia entre hombres y mujeres se dan en todos los ámbitos” comenta María de los Ángeles Casares. En el caso de la neurociencia, tiene que ver con la diferencia, no solo de la función cerebral, sino también de su estructura. “Este tipo de mitos no solo ocurren con el sexismo, sino también con el racismo, dando por supuesto que el cerebro de unas personas es mejor, o está por encima de otras” explica.

Este neuromito tiene su origen en los estudios publicados sobre las diferencias entre hombres y mujeres derivados de los estudios de Bateman. Este genetista realizó un estudio con cerebros de moscas del vinagre, dónde efectivamente, se descubrieron diferencias entre machos y hembras. Sin embargo, el error fue extrapolar este estudio al ser humano, lo que originó el ‘Principio de Bateman’

El principio de Bateman es una hipótesis propuesta en el marco de la biología evolutiva que trata de explicar la diferente variabilidad en el éxito reproductivo entre los sexos. Según este principio, las hembras, más selectivas que los machos en función de la mayor inversión que realizan en la producción de los gametos o en el desarrollo y cuidados de los descendientes, eligen a los machos con los que copulan, a diferencia de estos últimos, que sólo tratan de copular con el mayor número de hembras.

La coordinadora del máster en Neurociencia y Educación concluye con la explicación de que no existen diferencias entre países, color de piel o sexos, sino diferencias individuales. “Una persona, independientemente de sus características demográficas puede ser muy diferente a otra en comprensión lectora, memoria de trabajo o en su estructura cerebral” finaliza.

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